Por Stakeholders

Lectura de:

Peter Thomson

Enviado Especial para los Océanos del secretario general António Guterres

Cada vez que respiramos, conectamos con los océanos. Los océanos nos proporcionan oxígeno, alimentos y sustento. Además, equilibra nuestro clima al absorber la mayor parte del calor atrapado en el sistema terrestre. Miles de millones de seres humanos, animales y plantas dependen de unos océanos sanos. Sin embargo, la salud de los océanos está en peligro.

El incremento de las emisiones de carbono está provocando la acidificación de los océanos, lo que debilita su capacidad para preservar la vida submarina y terrestre. Los residuos plásticos están asfixiando a los océanos y, si continuamos por el mismo camino, para el año 2100, más de la mitad de las especies marinas del planeta podrían estar al borde de la extinción. Existen soluciones para reestablecer la salud de los océanos, pero requerirán de acciones por parte de toda la sociedad, desde los líderes mundiales hasta cada uno de nosotros.

No hay planeta sano sin océanos sanos, y la salud de los océanos se encuentra en un evidente estado de deterioro. Dicho esto, quiero resaltar que 2022 puede ser el año en que pongamos freno a este deterioro.

Para argumentar esta afirmación, 2022 es el Año Internacional de la Pesca y la Acuicultura Artesanales, y tanto la acuicultura como la pesca artesanal son fundamentales para nuestra búsqueda de la sostenibilidad. Asimismo, es muy importante recordar que el año pasado se puso en marcha el Decenio de las Naciones Unidas de las Ciencias Oceánicas para el Desarrollo Sostenible, así como el Decenio de las Naciones Unidas sobre la Restauración de los Ecosistemas para apoyar y avanzar en la consecución del objetivo de la Agenda 2030 de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas. Asimismo, contamos con el compromiso adquirido en la conferencia 26 sobre el clima (COP26) de Glasgow de que los aspectos relacionados con los océanos deben formar parte del trabajo en curso de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC), lo que nos hace ser optimistas en cuanto a la consecución de sólidos avances en el tratamiento de cuestiones como el calentamiento y la acidificación de los océanos. Estos avances mejorarán la salud de los océanos y garantizarán al mismo tiempo su capacidad única para secuestrar carbono.

Por otra parte, además de estos aspectos positivos y todas las demás reuniones de acción oceánica positiva que tienen lugar este año, hay seis reuniones internacionales que, en conjunto, pueden realmente frenar el deterioro. Una de estas reuniones ya se ha celebrado a principios de marzo en Nairobi: se trata de la V Sesión de la Asamblea de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (UNEA5), en la que se acordó por consenso iniciar las negociaciones para un tratado global vinculante que ponga fin a la contaminación por plásticos. En la actualidad, vertemos once millones de toneladas de plástico cada año en los océanos y se estima que dicha cifra se duplique para 2030 y se triplique para 2050. Sin embargo, con el tratado propuesto, podemos frenar esa tendencia intolerable de contaminación.

En segundo lugar, a mediados de junio, tendrá lugar en Ginebra la Conferencia Ministerial de la Organización Mundial del Comercio. En dicha conferencia, tras dos décadas de negociaciones, la OMC tiene la facultad de prohibir las subvenciones a la pesca consideradas perjudiciales. Cada año se destinan entre 20 000 y 30 000 millones de dólares de fondos públicos a dichas subvenciones, principalmente para deleite de las flotas pesqueras industriales, en un ejercicio que muchos describen como el mayor daño que podemos hacer a los ecosistemas oceánicos. Hagan lo correcto en Ginebra y la salud de los océanos tendrá una nueva oportunidad de vida.

En tercer lugar, la reanudación de la Conferencia Intergubernamental sobre la Diversidad Biológica Marina de las Zonas Situadas Fuera de la Jurisdicción Nacional (BBNJ) ofrece una oportunidad de sellar un tratado sólido y operativo para la gobernanza de Alta Mar y salvaguardar de este modo uno de los bienes comunes más importantes del planeta. Si los Estados Miembros llegan a un consenso, conseguiremos que el trabajo de la BBNJ esté terminado en 2022.

En cuarto lugar, la XV Conferencia de las Partes del Convenio sobre la Diversidad Biológica (COP 15), que se celebrará a finales de año en Kunming, mantiene su promesa de marcar un nuevo objetivo para proteger el 30 % del planeta para 2030. Una decisión de este tipo en la COP de este año supondría un gran cambio para las áreas marinas protegidas y, por consiguiente, para la salud de los océanos.

En quinto lugar, tenemos la Conferencia de las Naciones Unidas sobre los Océanos, organizada de forma conjunta por los gobiernos de Kenia y Portugal y que tendrá lugar en Lisboa entre el 27 de junio y el 1 de julio, en la que se impulsará una batería de soluciones innovadoras basadas en la ciencia. Estas soluciones se pondrán en práctica con asociaciones bien financiadas, lo que representa la aplicación efectiva del Objetivo 14 de Desarrollo Sostenible para conservar y utilizar de forma sostenible los recursos de los océanos.

Por último, en la COP27 de la CMNUCC, que se celebra en Sharm El-Sheij en noviembre, todos debemos cumplir con la ambición y la voluntad política de la adaptación al clima y la financiación necesaria para doblar la curva en la dirección de la seguridad, la equidad y la sostenibilidad.

Si queremos frenar el deterioro de la salud de los océanos este año, tenemos que hacer lo correcto en las seis reuniones y, si bien «nosotros» se refiere principalmente a los Estados Miembros, también hace referencia a cada uno de nosotros. No podemos desaprovechar las oportunidades sin precedentes que convergen en 2022 para una acción decisiva con respecto a los océanos.

Comprometámonos todos a reconducir nuestra relación con la Naturaleza a una relación de respeto y equilibrio. Hagámoslo por nuestros hijos y nietos para que puedan disfrutar de la maravillosa vida que deseamos para ellos.







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