Jorge Melo Vega Castro
Presidente de Responde
El origen y evolución de la empresa se pierde en el tiempo, pero lo constante siempre ha sido tener como objetivo el beneficio económico. Ese original incentivo ha permitido durante siglos lograr crecimiento y gracias a su innovación ha sido el motor para el desarrollo de la humanidad. Pero ¿y a qué costo? Definitivamente estos han sido duros, muy duros. Es recién y luego de la Primera Guerra Mundial, en 1919, que surge la OIT para proteger la calidad de la relación y jornada laboral de los trabajadores, que tenía estándares deplorables, con el fin de que la fuerza laboral adquiriera una relación más protegida en la empresa. Surge así el primer grupo de interés dentro de las categorías modernas y también el primer reconocimiento internacional a los derechos humanos, previos a la propia Declaración Universal de 1948.
Es en la segunda mitad del siglo pasado que aparece el concepto de “conciencia social” en las empresas, se plantea que ellas tienen un papel destacado en la sociedad y deben tener una participación que trascienda lo económico, asumiendo un rol más activo dentro de sus zonas de influencia. Eso lleva a incorporar más beneficios a los trabajadores, mayor presencia de la mujer en la empresa.Surgen también las primeras preocupaciones respecto a los aspectos ambientales, entre otros argumentos distintos a los beneficios económicos. Sin embargo, ese nuevo compromiso se reconocía más cuando se desarrollaban acciones de filantropía y se comunicaba a los ‘cuatro vientos’. Es así como aparecen las primeras menciones a la Responsabilidad Social, asociada a la acción social y que aún hoy se identifican como tales.
El concepto de RSE fue adquiriendo mayor contenido a fines del siglo XX, Business for Social Responsability – BSR- es la organización que convoca precisamente a la empresas interesadas en “crear un mundo justo y sostenible”, que coincide en el tiempo con la Cumbre de la Tierra en 1992. Así empiezan a manejarse el concepto de los grupos de interés, las métricas y la preocupación ambiental. Años después en Europa, a los efectos de elaborar la información económica, social y ambiental, similar a las conocidas memorias financieras, es que surge la Global Reporting Iniciative –GRI- y así se comienzan a globalizar los estándares, la gestión y los reportes de responsabilidad social empresarial.
La evolución en el protagonismo que tienen las empresas en la sociedad y su mayor participación en los temas que trascienden lo económico, es lo que lleva a las Naciones Unidas a hacerlas partícipes en principios vinculados a los derechos humanos, que antes estaban reservados para los Estados. Con este nuevo siglo es que surge el Pacto Mundial de las Naciones Unidas a los que las empresas se adhieren y se comprometen a dar cuenta de su gestión en diez principios fundamentales.
La RSE que conocíamos hace 20 años atrás hoy ha tomado más contenido y, debido a ese equivocado entendimiento que mencionábamos y su sesgo hacia la acción social, ha terminado por evolucionar el concepto hacia el de sostenibilidad con un nuevo enfoque ESG (ambiental –environmental en inglés-, social y de gobernanza), donde los grupos de interés de las empresas adquieren mayor protagonismo.
Los Principios Rectores en Empresas y Derechos Humanos son el nuevo escenario sobre el cual se va a actuar en los próximos años. Surgen también desde las NNUU y se van consolidando luego de que la OCDE los ha hecho suyos como parte de una Conducta Empresarial Responsable, que exige realizar un análisis de riesgos –Debida Diligencia- enfocado en las personas y los impactos que se pudieran generar en ellas. Este escenario coloca a la empresa en un rol diferente en la sociedad y se le encarga, desde las NNUU, que los Principios Rectores junto a los ODS sean los instrumentos motores para el desarrollo.