Qhali, es un robot humanoide que ayudará a atender a pacientes en aislamiento o expuestos a condiciones de alto riesgo, como salas de Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) o campamentos mineros en zonas alejadas.

Por Stakeholders

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La escasez de profesionales en salud mental es un problema crítico en Perú. De acuerdo con la OMS, por cada 100,000 habitantes, el país solo cuenta con tres psiquiatras y diez psicólogos, lo que evidencia una brecha notable en la atención de los trastornos mentales. Para solucionar este problema, un equipo de investigadores de la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP) trabaja en la optimización del diseño y construcción de Qhali, una robot humanoide que, a través de la inteligencia artificial (IA) y la avanzada tecnología, ayudará a atender a pacientes en aislamiento o expuestos a condiciones de alto riesgo, como salas de Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) o campamentos mineros en zonas alejadas.

El proyecto nació en las aulas de la PUCP durante la pandemia como una necesidad urgente ante la crisis de salud mental que afectó a los pacientes con covid-19 en UCI, quienes no podían recibir un soporte emocional ni tratamiento psicológico adecuado debido a las estrictas medidas de bioseguridad. 

Tras superar con éxito su primera etapa de pruebas realizada en hospitales y clínicas, el equipo de investigación viene trabajando en una versión mejorada de su servicio de telepresencia con funcionalidades ampliadas de hardware y software. Por este motivo, a finales de mayo pasado, obtuvo un financiamiento de 350.000 soles en el concurso Desarrollo Tecnológico de ProCiencia, entidad adscrita al Consejo Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación Tecnológica (Concytec).

Gustavo Pérez Zúñiga, doctor en ingeniería automática e investigador principal del proyecto Qhali explicó para el medio Andina que, el servicio de telepresencia del robot humanoide ofrece mayores ventajas que cualquier sistema de videoconferencia. “En el caso de temas de salud, es favorable desarrollar robots que tengan físicamente forma de seres humanos porque eso facilita una interacción con personas y facilita la comunicación que se pueda tener después para diferentes tipos de actividades, por ejemplo, en este caso, temas de salud mental”, detalló.

Para su desplazamiento, Qhali está equipada con sensores LiDAR, cámaras de profundidad, sensores ultrasónicos de 360 grados y actuadores eléctricos que le permiten reconocer su entorno y moverse de manera autónoma en entornos complejos. El sistema de navegación del robot incorpora algoritmos de control automático y de IA basados en la técnica de reinforcement learning (aprendizaje reforzado) para la planeación y optimización de rutas en ambientes con obstáculos. 

Además, el prototipo dispone de brazos robóticos, una cámara web y una pantalla en el pecho que permiten a los pacientes realizar pruebas psicológicas y comunicarse por videoconferencia con terapeutas, quienes luego pueden analizar la información recogida por el robot para efectuar diagnósticos y monitoreos más sofisticados. 

El robot tiene la habilidad de comunicar gestos y emociones mediante movimientos coordinados de sus articulaciones y cabeza, que funcionan a base de algoritmos de control automático. Asimismo, a través de dos pantallas que constituyen su rostro, puede emular una variedad de expresiones faciales para una interacción más cercana y efectiva.

Desde los brazos móviles hasta la pantalla del pecho, cada componente del prototipo es controlado por miembros de equipo de investigación a través de computadoras específicas conectadas a una computadora principal que tiene mayor capacidad de procesamiento y permite controlar el desplazamiento global del robot e interconectar los diferentes módulos y computadoras inferiores.







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