
Desde las tierras altas de Chanchamayo hasta las mesas de una cafetería en Italia, el viaje del café de especialidad que impulsa Mildred Cuyubamba no solo es una historia de emprendimiento, sino también de identidad, sostenibilidad y orgullo nacional. Esta emprendedora peruana ha logrado construir un puente entre el Perú rural y el exigente paladar europeo, posicionando un producto ancestral como embajador del país en el extranjero. Hoy, con tres restaurantes —dos en Lima (Miraflores y Surco) y uno en Italia—, su propuesta gastronómica y cultural demuestra que el café peruano puede conquistar el mundo sin perder sus raíces.
Raíces familiares y sostenibilidad comunitaria
La historia comienza en la chacra familiar ubicada en Yapaz, Chanchamayo. Allí, desde hace generaciones, la familia de Mildred Cuyubamba, chef ejecutiva y CEO de Valentini ha cultivado café bajo prácticas tradicionales y sostenibles. “El café lo tenemos desde hace muchos años, desde mi abuelo. Fue él quien nos inculcó el amor por esta tierra. Hoy, mi padre y mi tío continúan ese legado”, cuenta.
El cultivo se realiza entre los 1,100 y 1,700 metros sobre el nivel del mar, condiciones ideales para producir un café de especialidad con notas frutales, cítricas —“como piña”— y un dejo de avellana. Durante la cosecha, el trabajo se intensifica gracias al apoyo de vecinos y familiares que conforman una cooperativa comunitaria. “Es un negocio familiar, pero cuando hay grandes entregas, nos unimos. Tenemos una planta de procesamiento donde despulpamos, lavamos y secamos el café en conjunto con las comunidades vecinas”.
Este modelo de trabajo en red fortalece la economía local y promueve una cadena de valor responsable, donde cada grano de café refleja el esfuerzo colectivo y la conexión con el territorio.
Innovación gastronómica con identidad
Mildred no solo exporta café: lo convierte en experiencia. Desde su restaurante-cafetería Valentini, ubicado en Miraflores, Lima, y ahora también en Italia, ha creado una propuesta gastronómica que fusiona tradición e innovación. Uno de sus platos más llamativos es el Tagliatelle al caffè, una pasta hecha a mano con un delicado sabor a café, servida en salsa de parmigiano, jamón y champiñones. Este plato no solo destaca por su originalidad y profundidad de sabores, sino también por el uso de un ingrediente muy especial para la casa: el café producido en la planta propia de Valentini, ubicada en Yapaz, en la región de Chanchamayo.
“Utilizamos nuestro café de origen para realzar el carácter del plato, aportando notas aromáticas que lo hacen único”, señala la chef.
Educar al consumidor italiano
La apertura de su local en Italia marcó un hito importante en la expansión del proyecto. Aunque el país europeo es tradicionalmente asociado al consumo de café, pocos italianos han visto alguna vez una planta cafetalera.
“Ellos compran y tuestan el café, pero no conocen el origen. Cuando les contamos que tenemos una chacra en Perú, que cultivamos, cosechamos y procesamos nuestro propio café, se quedan maravillados”, relata Mildred.
Más que un producto, un mensaje de valor
Para la chef de Valentini es importante transmitir que detrás de una taza de café hay trabajo, hay amor, hay cuidado. Además, destaca que producir café de especialidad requiere atención en cada etapa: abonos orgánicos, cosechas selectivas, fermentación precisa y secado controlado. Pero ese mismo esmero también se traslada a la cocina: todas las pastas que sirven en el restaurante son artesanales, preparadas por ellos mismos desde la masa, con ingredientes frescos y, en muchos casos, infusionadas con café peruano.
Una marca con proyección internacional
Aunque el café de Valentini ya se distribuye en varias cafeterías del mercado nacional, también ha comenzado a cruzar fronteras. Además de Italia, ha llegado a México, desde donde se exporta a Estados Unidos. “Después de la pandemia, hubo un boom del café en Perú. Hoy abastecemos a muchas marcas locales, pero también tenemos clientes en el extranjero”, explica Mildred.
Actualmente, Valentini cuenta con una franquicia en Surco. Mientras tanto, el objetivo a mediano plazo es seguir llevando productos peruanos al mundo: mermeladas, frutas como la lúcuma, el mango o la guanábana, que —según Mildred— en Europa “no llegan con la misma calidad”.
Un emprendimiento con propósito
Mildred lo resume con claridad: “Esto no es solo un negocio, es una forma de contarle al mundo quiénes somos. El café no es un simple producto; es cultura, es historia, es territorio. Y llevarlo a Italia, donde se valora tanto el café, pero poco se conoce de su origen, es una forma de mostrar lo mejor del Perú”.
Desde la raíz andina hasta la sofisticación europea, el emprendimiento de esta peruana es testimonio de cómo la sostenibilidad, la identidad y la pasión pueden confluir en una taza de café.