Por Jorge Melo Vega - Presidente de Responde

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Una gestión eficiente y competitiva en las empresas pasa por enfocarse cada vez más en el core del negocio. Es una frase que siempre escuchamos en el mundo empresarial, pero en realidad ese core ha mutado. Este proceso se ha afinado debido a la innovación y el desarrollo del mercado, permitiendo que tareas antes consideradas esenciales sean ahora realizadas por empresas especializadas de manera más eficiente y a menores costos. Esto es evidente en sectores como finanzas, minería, telecomunicaciones, energía, saneamiento e industrias diversas, donde nos sorprendería identificar cómo muchas actividades claves son desarrolladas por empresas distintas a las principales.

La participación de nuevos proveedores, muchos de ellos considerados “aliados estratégicos”, es fundamental para ganar competitividad. Este nuevo escenario debe ser identificado y promovido para ampliar el tejido empresarial y desarrollar nuevas capacidades. El reto estratégico para las empresas contratantes es reconocer su responsabilidad y compromiso con estos proveedores, quienes asumen tareas de riesgo e impacto que son en realidad propios de la actividad principal. En las industrias de hoy, por cada empleo directo se generan múltiples empleos indirectos y eso es correcto.

En esta importante relación entre la empresa y su proveedor, es crucial cuidar no solo el cumplimiento de la ley y la formalidad, sino también las condiciones de salarios, higiene, seguridad, alimentación, habitabilidad y transporte. Las empresas principales a menudo se jactan de ser un “Great Place to Work” con condiciones óptimas para sus colaboradores directos, pero esto no siempre se refleja en los trabajadores de sus proveedores, quienes pueden realizar tareas similares o compartir el mismo espacio físico de trabajo pero en condiciones muy diferentes.

«El reto estratégico para las empresas contratantes es reconocer su responsabilidad y compromiso con estos proveedores».

A veces, los reportes de sostenibilidad de las grandes empresas presentan un doble discurso: destacan las buenas prácticas con sus trabajadores directos y a la vez resaltan con orgullo la generación de cinco o siete veces empleos indirectos, pero omiten repasar las condiciones y beneficios de esos trabajadores. Hemos tenido entrevistas con estos trabajadores indirectos y ellos nos revelan una nueva forma de discriminación moderna, originada por la posición del contratante.

Lo sensible del tema es que esta forma de discriminación entre trabajadores la experimentan a diario, conviven con ella, y en el caso de operaciones fuera de las ciudades, las condiciones de habitabilidad e incluso del propio transporte al mismo centro de operaciones resultan, en algunos casos, vejatorias.

Recientemente, se ha dictado una Directiva de la Unión Europea sobre la debida diligencia en la cadena de suministros, que próximamente involucrará a muchas empresas peruanas en razón de su capital europeo o porque sus productos llegan a ese mercado. Pero no creemos que el tema de reflexión pasa por una norma extranjera o de estándares internacionales; es más bien uno de ética e integridad empresarial. Nosotros defendemos y propugnamos la tercerización de actividades por sus beneficios para la competitividad y la propia creación de empleo, pero consideramos que se debe tener la misma diligencia en el cuidado de las condiciones de trabajo de los colaboradores propios y de aquellos vinculados laboralmente con los proveedores.







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