Por María Hinostroza PhD - Candidato en Sostenibilidad Ambiental en la Universidad de Ottawa y jefe de Innovación de Asociación Unacem

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El cambio climático es uno de los desafíos más significativos de nuestro tiempo, con un potencial riesgo de afectar la salud y el bienestar de todas las personas. Además, plantea un reto considerable para la economía y el sistema financiero global. Por esta razón, las consideraciones climáticas están intrínsecamente vinculadas a las finanzas sostenibles, y su incorporación es fundamental para lograr una economía global resiliente y sostenible.

En este sentido, el ámbito de las finanzas climáticas se enfoca en el financiamiento de proyectos que reduzcan las emisiones de gases de efecto invernadero y fortalezcan la resiliencia ante el cambio climático. Por su parte, las finanzas sostenibles abarcan un espectro más amplio de prácticas financieras que integran factores ambientales, sociales y de gobernanza (ESG) para garantizar la sostenibilidad económica a largo plazo. Entonces, la naturaleza financiera del cambio climático enfocada hacia la sostenibilidad económica no solo se refiere a la mitigación y adaptación al riesgo climático, sino que también abarca la valoración y cobertura de riesgos relacionados, así como la concienciación y actitudes de los inversionistas frente a estos riesgos, y los efectos de los mismos en las decisiones de inversión. Estos temas vienen cobrando mayor relevancia en el sector financiero y constituyen un área de creciente interés en la investigación académica.

Los mercados financieros son un vehículo clave para mitigar y cubrir el riesgo climático. Como ejemplo, facilitan el flujo de capital de inversión hacia proyectos verdes y lo desvían de industrias y empresas contaminantes, apoyando así la transición hacia una economía más sostenible desde el punto de vista ambiental. Las estrategias de inversión en finanzas climáticas se centran principalmente en proyectos de energía renovable y en la adaptación al cambio climático, mientras que las finanzas sostenibles incluyen instrumentos como bonos verdes y fondos enfocados en ESG, con una significativa superposición entre ambas áreas.

«Las finanzas sostenibles abarcan un espectro más amplio de prácticas financieras que integran factores ambientales, sociales y de gobernanza (ESG)».

Un número creciente de inversionistas institucionales ha declarado que la sostenibilidad, en términos de ESG, es un objetivo crucial en su proceso de asignación de cartera. El cambio climático se ha convertido en un tema central dentro de la inversión ESG, ya que las carteras integradas en sostenibilidad y clima pueden ofrecer mejores rendimientos ajustados por riesgo a los inversionistas. En respuesta al cambio climático, un número creciente de inversionistas institucionales prevé una reasignación significativa de capital. Cada vez más inversionistas consideran que el cambio climático tiene implicaciones financieras relevantes para las empresas en sus carteras y que la inclusión del riesgo climático es esencial en su proceso de inversión.

Según el estudio de Krueger, Sautner & Starks (2020), se destaca que un 39 % de los inversionistas encuestados reportaron que estaban trabajando para reducir la huella de carbono en sus carteras. Además, un 45 % de los inversionistas consideraba el riesgo climático como un factor crucial en la toma de decisiones de inversión. Estos porcentajes reflejan la creciente preocupación en el sector financiero por los riesgos asociados al cambio climático y la integración de estos riesgos en las estrategias de inversión.

En conclusión, la integración de las consideraciones climáticas en las finanzas sostenibles no solo es necesaria, sino esencial para enfrentar los desafíos globales actuales. A través de una alineación coherente de políticas y estrategias de inversión, las finanzas climáticas y las finanzas sostenibles pueden trabajar articuladamente para mitigar los riesgos climáticos y promover un desarrollo económico sostenible que beneficie a la sociedad en su conjunto. Esto no solo protege al planeta, sino que también crea oportunidades para un crecimiento económico inclusivo y resiliente.







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