Con trece años de experiencia en el Bosque de Protección Alto Mayo, César Navarro se ha convertido en un símbolo de dedicación y aprendizaje. A través de su historia, descubrimos el compromiso y los desafíos de quienes protegen nuestras áreas naturales protegidas.

Por Stakeholders

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Bajo el sol ardiente y el calor sofocante, el vehículo que nos transporta se adentra lentamente en un bosque cada vez más denso. La estrecha trocha por la que avanzamos revela campos de cultivo y nos lleva a un rincón del Bosque de Protección Alto Mayo (BPAM), una zona habitada por colonos reacios a la presencia estatal. Este día nos acompaña un equipo diverso de trabajadores del Servicio Nacional de Áreas Naturales Protegidas por el Estado (Sernanp), incluido el guardaparque veterano César Navarro, cuya historia encarna la dedicación y el compromiso con la conservación de la naturaleza.

César Navarro García (62) es natural de Tarapoto e hijo de agricultores. Desde joven, sintió una profunda atracción por la naturaleza, lo que lo llevó a estudiar ingeniería forestal. Esta pasión lo impulsó a trabajar como guardaparque, primero en la Reserva Nacional Pacaya Samiria en Loreto y, desde hace trece años, en el BPAM. Su labor en estas áreas naturales protegidas no solo ha sido un trabajo, sino una misión de vida.

Su labor es multidisciplinaria, por lo que ha tenido que aprender una variedad de habilidades. Desde producir hortalizas hasta preparar materiales educativos, su deseo de enseñar a la comunidad a vivir en armonía con la naturaleza lo ha llevado a superar numerosas barreras. “He aprendido a llegar de la mejor manera a los niños y también a sus padres”, comenta con orgullo.

Un acto de transformación sosical

La labor de los guardaparques, y en especial la de César Navarro, ha cambiado la percepción de la población local hacia las autoridades de conservación. En los primeros años, la comunidad los veía como intrusos, pero con el tiempo, han logrado construir relaciones de confianza. César enfatiza la importancia de estas relaciones para reducir la conflictividad social y fomentar negocios amigables con la naturaleza, como la comercialización de café orgánico y el aviturismo.

“La población nos ha aceptado porque les hemos demostrado que estamos aquí para ayudarles a conservar los recursos naturales”, dice César. Su dedicación no solo ha beneficiado al medio ambiente, sino también ha mejorado las condiciones de vida de las comunidades locales.

El BPAM enfrenta el reto particular de tener aproximadamente 1,500 familias asentadas en su interior. Para manejar esta situación, el Sernanp y Conservación Internacional han implementado los Acuerdos de Conservación, compromisos que permiten a la población realizar acciones de conservación a cambio de asistencia técnica y capital de trabajo. Esto ha llevado a la restauración de más de 2,000 hectáreas de bosque y a la creación de emprendimientos sostenibles.

Un compromiso de vida

Ser guardaparque implica sacrificios personales. César pasa 22 días en el campo y solo ocho con su familia. A pesar de esto, ha aprendido a equilibrar su vida laboral y familiar, compartiendo con su esposa e hijos la importancia de su trabajo. “Me siento orgulloso de ser guardaparque del Bosque de Protección Alto Mayo porque contribuyo a conservar la biodiversidad, los recursos, los paisajes y la cultura del país”, declara con firmeza.

La historia de César Navarro es un testimonio de dedicación y pasión por la conservación. Sus esfuerzos, junto con los de otros guardaparques, demuestran que es posible vivir en armonía con la naturaleza y que, con compromiso y aprendizaje.







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