Un grupo de investigadores de la Universidad de California Davis, en conjunto con científicos del Servicio Geológico de EE. UU. y del servicio estadounidense de Parques Nacionales, verificó que al menos 70 ríos y arroyos de Alaska están sufriendo un fenómeno conocido como drenaje ácido de rocas.
Este proceso, que sucede comúnmente en las minas pero que también se da de manera natural, se da cuando los metales que llevan guardados en la roca miles de años entran en contacto con moléculas de agua y empiezan un proceso de oxidación.
“Yo solía dar una clase de laboratorio enfocada en el drenaje ácido de rocas y drenaje ácido de minas en las Montañas Rocosas de Colorado y llevábamos a los estudiantes a las minas abandonadas”, mencionó el profesor de la UC Davis Brett Poulin, investigador principal del estudio que revela el fenómeno para el medio BBC.
“En estos ríos de Alaska estamos viendo las mismas secuencias de cambios en la química del agua, pero con la diferencia de que están muy lejos de cualquier fuente minera. Todo estaba bien en 2017”, dice el investigador. “Estábamos recolectando peces, macroinvertebrados, pero cuando volvimos en 2018, todo el río, todo el tributario, se había vuelto color naranja. No podía encontrar peces en el arroyo y la comunidad de macroinvertebrados había sido diezmada”, explicó.
Al comienzo, los investigadores pensaron que era una anomalía: un evento único de ese año vinculado a factores pasajeros. Pero el fenómeno ha continuado y actualmente afecta a 75 ríos y sus tributarios en la cordillera de Brooks, que atraviesa el estado.
“Nuestra hipótesis de trabajo”, explica el profesor Poulin, “es que el derretimiento del suelo del permafrost –capas de suelo congeladas– está permitiendo que el agua se filtre de manera más profunda y que interactúe con minerales que han estado atrapados por miles de años”. “Esos minerales están provocando una reacción con el oxígeno en el agua”.
“Cuando ese agua entra al río, el PH aumenta bastante y hace que se precipite la salida de metales. Y el que más se puede apreciar visualmente es el hierro, que es por lo que se ve como si los ríos se estuvieran oxidando”, detalló el investigador.
Más datos
Para Taylor Eviunger, investigadora del equipo del profesor Poulin, estos cambios en la composición del agua generan un reto para todo el estado: “El ecosistema ártico en conjunto, tanto los ambientes acuáticos como la salud humana, podrían perjudicarse por este cambio en la composición química del agua en la región”.
Afirmó que las vertientes hídricas de la zona han visto un incremento exponencial de metales tóxicos como zinc, cobre, níquel y plomo: “Estos metales son tóxicos para los peces y esto puede tener un impacto negativo en la salud del ecosistema acuático, lo cual de paso deteriora la calidad del agua que es importante para las comunidades rurales locales que dependen del agua potable y la pesca sostenible”.
Actualmente, los investigadores están centrados en conocer las causas de la oxidación, especialmente para saber si se va a comenzar a presentar en otros lugares, señala el biólogo del servicio de parques nacionales de EE.UU. Jon O’Donnell.
“El ártico se está calentando a un ritmo mucho más rápido que el resto del planeta”, dice O’Donnell, quien ha estado recolectando datos del fenómeno de oxidación en los ríos de Alaska desde que se empezó a constatar. “Creo que los estimados recientes dicen que se estaría calentando a cuatro veces la velocidad del resto del mundo”.
“Si el derretimiento del permafrost es el principal mecanismo que permite que esto suceda, donde sea que haya lugares con este tipo de depósitos minerales existirá el potencial de que este drenaje de roca ácida logre alcanzar los arroyos y ríos”, concluyó.