Por Stakeholders

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POR SUSANA OSORIO – Jefa de Género y Cumplimiento de CARE Perú

Hoy 8 de marzo conmemoramos el Dia Internacional de la Mujer que reconoce la lucha histórica de las mujeres trabajadoras para conseguir y ejercer sus derechos, y generar espacios para visibilizar los desafíos, aún hoy vigentes, para alcanzar una sociedad justa con igualdad de género en la que las mujeres en nuestra diversidad podamos vivir libres de discriminación y violencia.

Una de las barreras constitutivas de esta desigualdad persistente, es la pobreza de tiempo prevalente principalmente en las mujeres, como resultado de la carga desproporcionada de trabajo doméstico y de cuidados no remunerado: Esto incluye el cuidado de los/as hijos/as menores, personas adultas mayores, personas con discapacidad; lavar, planchar, cocinar; entre otros. Esto limita su participación en la educación, el empleo remunerado y otras oportunidades de desarrollo. En el Perú, en 8 de cada 10 hogares son las mujeres las que asumen la mayor parte de las tareas domésticas y de cuidado (Flora Tristán/IEP, 2021).

Y anotemos, estas “responsabilidades” no están determinadas biológicamente, son resultado de un largo y complejo proceso de socialización patriarcal. Como resultado de esta organización social y sexual del trabajo, las mujeres peruanas destinan más de 27 horas semanales que los hombres en actividades de cuidado (Flora Tristán/ IEP, 2021), lo que implica menor disponibilidad de tiempo para generar ingresos para ellas, sus familias y comunidades, limitando su autonomía económica, acceso y control sobre los recursos.

La falta de políticas y servicios de cuidado accesibles termina por perpetuar el ciclo de pobreza y precarización de muchas mujeres en nuestro país, en tanto las estrategias que se implementan para conciliar el cuidado pasan por desarrollar actividades generadoras de ingreso en el sector informal y los que ocupan menores niveles de productividad como servicios y comercio; y el correlato de ausencia de protección social (seguro de salud, sistema previsional) que esto conlleva.

Y este es un tema de justicia social. Si, la participación plena de las mujeres es fundamental para desarrollar nuestro potencial y ejercer plenamente nuestra ciudadanía. La restricción del acceso equitativo a oportunidades laborales, educativas y de liderazgo conduce a la pérdida de talento humano y a una subutilización de recursos. La persistencia de la brecha salarial de género reduce el poder adquisitivo individual de las mujeres, afectando el consumo y la demanda agregada en la economía. Según el Banco Mundial, la pérdida en la riqueza de capital humano debido a esta brecha se estima en $160.2 billones, aproximadamente el doble del valor del PIB mundial.

En Latinoamérica, se están implementando gradualmente los Sistemas Nacionales de Cuidados, con diferentes niveles de avance. No obstante, en el Perú, los avances son aún incipientes. A pesar de la aprobación de la Política de Igualdad de Género en 2019, los proyectos de ley para su establecimiento y asignación de recursos han sido sistemáticamente bloqueados por grupos conservadores, quienes argumentan que desnaturalizaría la familia y fomentaría la idea de la pereza femenina.

Es importante anotar que estos cambios transgreden profundamente el status quo, y por tanto se ve enfrentado a múltiples resistencias y disputas ideológicas. No es casualidad que 52.7% considera que las mujeres deben cumplir primero como madre, esposa o ama de casa, y después realizar sus sueños (INEI, 2022). Son estas las ideas que hoy tenemos la responsabilidad de transformar.







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