Japón comenzará a verter el agua de la central nuclear de Fukushima Daiichi en el océano Pacífico, luego del accidente que sufrió en el 2011. Así lo anunció el primer ministro japonés, Fumio Kishida.
Esta decisión ha generado varias críticas, sobre todo de organizaciones ambientalistas. No obstante, esta operación cuenta con el aprobado del Organismo Internacional de Energía Atómica. Además, Tokio asegura que será seguro para el medio ambiente y la salud humana.
El plan consiste en verter más de 1.3 millones de toneladas de agua de forma muy gradual, utilizando agua de lluvia, aguas subterráneas y las inyecciones necesarias para enfriar los núcleos de los reactores que se fundieron tras el tsunami de marzo de 2011 que devastó la costa noreste del país.
Esta agua ha sido pretratada para librarla de sustancias radiactivas, a excepción del tritio, que no puede eliminarse con las tecnologías existentes. Según los expertos, solo las dosis muy concentradas de tritio son perjudiciales para la salud.
La industria pesquera japonesa teme que el proyecto sea negativo para su producción. «Nuestra postura no ha cambiado, seguimos oponiéndonos al vertido de agua», declaró Masanobu Sakamoto, representante de la industria pesquera japonesa.
China ha criticado este plan, y el mes pasado prohibió la importación de alimentos de diez condados japoneses, entre ellos Fukushima.