Los flujos de energía social de un sistema se dan a través de los vínculos sociales entre las personas y las organizaciones que lo componen. Se manifiestan en conversaciones, comunicaciones radiales, televisivas, telefónicas, celulares, internet, actos y acciones, relaciones laborales, condiciones de vivienda, servicios de transporte, productos y servicios, etc.
Todos los vínculos humanos generan procesos de transmisión y recepción de mensajes que estimulan los afectos y los comportamientos que se plasman como dinámicas que pueden ser de cohesión y/o de repulsión. Cuando provocan cohesión fortalecen la continuidad transformativo-adaptativa del sistema (sociedades, regiones, provincias, ciudades, y distritos); cuando provocan repulsión debilitan el sistema al punto de llevarlos a una dinámica de colapso.
Cuando un sistema contiene múltiples vías de conexión en distintos planos y dimensiones mayor será su densidad de energía. Cuando el flujo de energía social dominante en un momento es de cohesión habrá un balance que denominaré “positivo”. Cuando en otro momento el flujo de energía dominante es de repulsión habrá un balance que denominaré “negativo”.
La frecuencia y contenido de las interacciones es fundamental. Ello dependerá del tamaño, distribución, aglomeración y, vías de comunicación de la población. El contenido o sentido de los mensajes puede reforzar o debilitar afectos, valores y diversos patrones de comportamiento (sociales, religiosos, productivos, éticos, políticos, democráticos, empresariales, ambientales). La manera cómo se articulan estos diversos aspectos configuran los sistemas y subsistemas que se despliegan. La variación en la densidad de energía puede dar cuenta de los problemas que tiene para su transformación y adaptación, o de su inevitable colapso.
Los sistemas humanos se encuentran articulados diariamente por los patrones culturales que aseguran su reproducción. Un análisis de los flujos de energía implica abordar desde diferentes entradas las diversas manifestaciones culturales. Hay mensajes explícitos y mensajes implícitos que captamos a través de nuestros sentidos y que procesamos consciente e inconscientemente. El universo de los implícitos es superior al de los explícitos, pero no se tiene consciencia de ello. El pre[1]dominio o subordinación de los comportamientos constructivos o destructivos será resultado de la fusión interpretativa de todos los tipos de mensajes en las mentes de las personas.
En el curso de los últimos cien años en el Perú ha habido un proceso de transformación cultural y de configuración de nuevas identidades y tipos de comportamientos. El crecimiento predominante del uso del castellano, el incremento del número de ciudadanos con capacidad para elegir, el peso de la aglomeración urbana, la emergencia de comportamientos corruptos y trasgresores en la vida cotidiana, la expansión de la presencia del narcotráfico, la extensión de los medios de comunicación en la mente de las personas, todo ello se ha fusionado y ha generado nuevos flujos de energía social, de sentidos y maneras de darle significado a las cosas, a los procesos, a los comportamientos.
Más aún, constituye la “ruptura de la asimetría” del mensaje predominantemente vertical, de subordinación, exclusivista, y discriminador atribuido a unos pocos que tenían poder y mandaban. Ahora, la sociedad toda, todas las organizaciones políticas y sociales son portadoras de ese mismo discurso en el que los conceptos de democracia y ética sólo sirven para las declaraciones en público pero no para las prácticas consistentes y coherentes. La energía social entrópica se ha instalado como dominante.