La sostenibilidad ya no es una opción, sino una necesidad para las empresas. Sin embargo, para que tenga éxito esta debe ser acompañada por una cadena de valor. Pero ¿qué significa este término?
De acuerdo con el economista estadounidense Michael Porter, la cadena de valor es “la secuencia de actividades de una firma que opera en una industria específica”. Está dividida en cinco actividades principales: logística de salida, operaciones, logística de entrada, marketing y ventas. Su objetivo es gestionar esas fases para que cada una aporte valor sobre el producto.
¿Cuáles son sus beneficios? Además de la contribución medioambiental y social, las cadenas de valor también aportan beneficios intangibles, éticos y de reputación. “Hoy son mucho más importantes que en los años setenta u ochenta”, explicó Orencio Vázquez, coordinador del Observatorio de Responsabilidad Corporativa español.
Añadió que cada vez pesa más la presión de las autoridades locales e internacionales para acelerar la transformación del modelo económico a uno sostenible. “También avanza la aprobación por parte de las compañías de códigos de conducta para mitigar sus impactos”, señaló.
¿Qué puede hacer la empresa?
Según el Observatorio, el primer paso para gestionar una cadena de valor sostenible es
analizar exhaustivamente el impacto en todas sus fases. A partir de allí, contemplar dónde está realizando sus operaciones comerciales y de suministro.
Tras establecer protocolos, también se deben implementar procedimientos para verificar que se cumplan. Pueden realizarse mediante auditorías en los centros de producción, que también escrutan la aplicación de derechos laborales. En el caso de los proveedores, existen certificaciones que la empresa puede exigir a sus centros de suministro.
“Homogeneizar los estándares en medioambiente, derechos humanos, consumidores o corrupción y elevarlos a la categoría de la información financiera es un hito importante”, afirma Vázquez.
Ventajas intangibles
La fabricación de productos sostenibles no es necesariamente más costosa que la normal, asegura la IAE Business School. Cada vez se dan más casos de costes por debajo de los procesos tradicionales.
“El aumento de ingresos y el ahorro de costes operativos son dos consecuencias destacadas de la aplicación de criterios ESG (ambientales, sociales y de gobierno corporativo). Se observan mayores tasas de crecimiento en las ventas de productos y alternativas verdes, mientras que se espera que otros vean un auge de tecnologías similares en los próximos años”, expone la consultoría especializada Boston Consulting Group.