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La economía circular, un modelo para atajar el cambio climático
La pandemia ha marcado un antes y un después en la economía, con planteamientos hacia la sostenibilidad y el ahorro de recursos, frente al consumo basado en el despilfarro y el consumismo. La economía circular propone un modelo de desarrollo y crecimiento que optimiza la utilización de los recursos y otorga un nuevo valor a los residuos. ¿Qué políticas sobre la revolución verde existen en el país, donde se hace el esfuerzo por transitar hacia el modelo circular? Este informe plantea algunas respuestas.
Por Luis Paucar
lpaucar@stakeholders.com.pe
No es una moda ni una tendencia. En un mundo cada vez más consumista y golpeado por la pandemia, la economía circular se abre camino para priorizar la optimización de recursos, la reducción en el consumo de materias primas y el aprovechamiento de los residuos a través del reciclaje. Es un modelo que busca atajar el cambio climático apremiante, y mantener el equilibrio entre el progreso y la sostenibilidad; una alternativa donde todo tiene valor y todo se aprovecha.
Según la Agencia de Protección del Medioambiente, Estados Unidos es el mayor contribuyente a la contaminación terrestre y marina por residuos plásticos a nivel mundial; sin embargo, apenas recicla un 5% (dos millones de toneladas). El 85% de los desechos de plásticos generados en 2020 fue a parar a vertederos (dentro y fuera del país), mientras que el 10% fue incinerado. Ese nivel de sobrexplotación de los recursos naturales, las emisiones de carbono y la generación de residuos son demasiado altos para que los ecosistemas tengan la capacidad de amortiguar o compensar los cambios.
El panorama tampoco es alentador en América Latina y el Caribe, regiones que generan casi el 10% de los residuos del planeta. La tercera parte de estos acaba en basurales a cielo abierto, con prácticas de disposición final inadecuadas, que ocasionan graves impactos en la salud y el ecosistema.
Robert Steinlechner
Jefe de Cooperación de la Delegación
de la Unión Europea en Perú.
“Es un panorama que nos empuja a tomar acción. Ante el llamado unánime de los científicos, urge fomentar la economía circular y promover ciudades más sostenibles”, dice Robert Steinlechner, jefe de Cooperación de la Delegación de la Unión Europea en Perú.
Esa transición puede evitar la volatilidad de los precios –ante la consecuencia de la escasez de recursos–, crear oportunidades innovadoras y devenir en integración social mediante la apertura de puestos de trabajo locales, puntos clave para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).
Jesús Salazar Nishi
Presidente entrante de la
Sociedad Nacional
de Industrias.
“No es un asunto del Gobierno ni de la academia ni de las empresas. Es, más bien, un pendiente que requiere cooperación y sinergias para establecer líneas de acción”, enfatiza Jesús Salazar Nishi, presidente entrante de la Sociedad Nacional de Industrias.
Para la región, la economía circular representa una oportunidad de desarrollo que sentaría las bases de una recuperación duradera y alineada con el cumplimiento de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible.
Perú, suscrito a la Declaración de Ciudades Circulares de América Latina y el Caribe y participante de la Alianza Mundial sobre Economía Circular y Eficiencia de los Recursos (Gacere), se abre camino hacia ese modelo con políticas medioambientales y discursos sobre la revolución verde. Fue elegido por primera vez como miembro del Consejo del Instituto de Crecimiento Verde Mundial (GGGI), una organización internacional que promueve el crecimiento económico inclusivo y sostenible en países en vías de desarrollo y países emergentes.
Por su parte, el Gobierno ha adoptado políticas empresariales resumidas en el Plan Nacional de Competitividad y Productividad 2019-2030, donde se pone énfasis en la preparación hacia un país ecoeficiente y la adopción de nuevos métodos de producción y patrones de consumo. Hace unos días, el Instituto Nacional de Calidad (Inacal) aprobó una guía para implementar los principios de la economía circular en las organizaciones públicas y privadas, y rediseñar los modelos de negocio.
Clara Gálvez
Presidenta ejecutiva del organismo adscrito
al Ministerio de la Producción.
“Se trata de un documento que servirá de apoyo a las organizaciones que buscan incorporar procesos de producción sostenibles como resultado de la innovación de sus productos y servicios”, dice Clara Gálvez, presidenta ejecutiva del organismo adscrito al Ministerio de la Producción.
Esta guía, pionera en el país, será aplicable a cualquier organización independientemente de su ubicación, tamaño, sector y tipo. Según la funcionaria, la gestión de calidad es una estrategia que impulsa la competitividad empresarial, cuyo objetivo elemental es la satisfacción del cliente y el equilibrio ambiental.
Lima se encamina
Lima, una ciudad que supera los 10 millones de habitantes y la séptima con más polución de aire en Latinoamérica, también avanza por el sendero sostenible: la Municipalidad Metropolitana implementa biohuertos urbanos en casas y comunidades de alta vulnerabilidad alimentaria, emprende campañas públicas como “Lima Reúsa” y “TecnoRecicla” y fomenta la disminución progresiva del plástico de un solo uso y otros envases descartables.
Estas son iniciativas incluidas en la Estrategia de Economía Circular 2020- 2030, una hoja de ruta clave. “Es necesario la colaboración participativa entre el sector público y privado. Las empresas cumplen un rol fundamental en esta transición mediante la adopción de nuevas tecnologías y la innovación en el diseño de procesos y materiales”, señala Pamela Bravo, subgerente de Estrategia Ambiental y Cambio Climático de la Municipalidad de Lima.
Hasta el momento, la gestión ha implementado 1,990 biohuertos en casas y 94 en comunidades. Las campañas “Lima Reúsa” y “TecnoRecicla” reciben bienes usados en buen estado para darles una nueva vida y ofrecerlos a ciertos sectores de la capital y promueven el manejo adecuado de los aparatos eléctricos y electrónicos en desuso para reutilizar las materias primas, respectivamente. Y en lo que va del año se ha recolectado más de 33 mil kilos de estos residuos.
Mediante ordenanza municipal, además, el Consejo Metropolitano promueve la disminución progresiva del plástico de un solo uso y otros envases descartables, y la campaña de “Comercios saludables” busca reconocer a establecimientos y comerciantes ambulantes autorizados que desarrollen buenas prácticas ambientales en sus procesos.
Otra innovación que contempla el enfoque de economía circular es el programa “Limeños al Bicentenario”, cuyo objetivo es recuperar espacios públicos con acciones de limpieza, pintado, sembrado de áreas verdes, una estrategia que recibió en 2021 el premio Buenas Prácticas en Gestión Pública.
Lucía Pejerrey y Jessica Porras
Inventoras abono Pacuy
“Para facilitar la implementación de estas acciones, el sector público debe establecer marcos regulatorios adecuados, compartir conocimientos y fomentar la innovación público-privado como puntos clave de la economía circular”, agrega Bravo.
En el siglo pasado, la capital fue conocida como Ciudad Jardín por la gran cantidad de parques que adornaban la urbe. Sin embargo, con el paso de los años, el cemento fue reemplazando las áreas verdes. Ahora, los intentos por mantener estos espacios son mayores y sostenibles: los parques y jardines son regados con aguas residuales luego de pasar por la planta de tratamiento. Estadísticas del 2019 y parte del 2020 indican que uno de los beneficios ambientales es el reemplazo de 32 mil metros cúbicos de agua dulce por agua residual tratada.
El sector público debe establecer marcos regulatorios adecuados, compartir conocimientos y fomentar la innovación público-privado como puntos clave de la economía circular.
La labor del reciclaje
Gran parte de Lima es recorrida por los recicladores que nacieron ante la necesidad de llevar un pan a su mesa y que ahora forman parte de la cadena de valorización de residuos sólidos. Su trabajo se remonta al 2005, con el proceso de reconocimiento y formalización. 17 años después, la comuna limeña extendió la vigencia de las constancias de inscripción a 13 asociaciones de recicladores.
En el contexto de pandemia, el Ministerio del Ambiente autorizó al menos 53 asociaciones que cumplen con los protocolos de bioseguridad para realizar el servicio de reciclaje en 26 de los 43 distritos limeños.
Aun con todo, la práctica es una asignatura pendiente: a nivel nacional apenas se reciclan 660 mil toneladas al año, según Renzo Romero, gerente general de la ONG Recíclame. Las cifras que maneja la asociación señalan que, con la emergencia sanitaria por el Covid-19, el reciclaje se redujo entre 30 y 40%, y muchas municipalidades, asociaciones y microempresas de recicladores abandonaron la recolección.
Según El Peruano, hasta mediados del año pasado se registraban unos 180,000 recicladores a nivel nacional y alrededor de 500,000 personas que dependen económicamente de esta actividad, base de la economía circular. Para Romero, las entidades locales tienen la oportunidad de establecer las bases mediante la formación de sistemas de recolección de residuos con separación de materiales, eficientes y cómodos para los usuarios, la creación de incentivos a la producción de residuos y la focalización de esfuerzos en sectores de alcance urbano.
Para la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), este tipo de políticas tiene la capacidad de generar impactos en el empleo, el crecimiento del PIB, las importaciones y las emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI). Sobre todo, señala el organismo, es necesario avanzar hacia modelos de consumo de servicios en lugar de productos, de modo que muchas empresas con modelos innovadores basados en estos nuevos patrones tienen un elevado potencial de desarrollo en estos nuevos tiempos.
Proyectos innovadores
De momento, los proyectos tecnológicos y de innovación que promueven la economía verde son mínimos en el país. Las estudiantes Lucía Pejerrey y Jessica Porras, por ejemplo, crearon el abono en cápsula Pacuy, un producto fertilizante que busca aprovechar el estiércol de cuy y la fibra de la panca de choclo. El proyecto fue presentado para el curso de la carrera de Diseño Industrial de la Universidad Privada del Norte.
“Quisimos crear un producto que sea hecho a base de residuos orgánicos, pero que su uso pueda adaptarse bien a los cultivos en casa. Que los huertos urbanos puedan tener un buen abono sin que esto genere mal olor o contaminación”, señala Pejerrey. El abono en cápsula Pacuy, al ser una materia sólida, seca y compacta, es más fácil de reservar, tanto para una mayor duración como para una mejor calidad y, como cualquier otro compost, se disuelve fácilmente en la tierra al contacto con el agua.
Otro caso de éxito es Simbiosis, emprendimiento andino en biotecnología que ha logrado cultivar en suelo peruano de las zonas altoandinas tres variedades de hongos gourmet, altamente valorados por el mercado gastronómico europeo gracias al Programa Nacional de Innovación y Desarrollo Tecnológico (ProInnóvate). La iniciativa nació de un trabajo de investigación universitaria del ingeniero César Huamán, fundador, quien descubrió que aquellos hongos considerados maleza por la comunidad eran comestibles y comercializables. La incorporación de las nuevas setas asegurará una producción diversificada y permanente.
A la par, la empresa peruana de productos naturales biotecnológicos Bio Natural Solutions desarrolló su nueva línea de productos desinfectantes Kuma Nat, gracias al Fondo de aceleración para la innovación del Fondecyt y el Banco Mundial. La empresa evaluó todas las frutas, verduras, tubérculos, de las regiones de la costa, sierra y selva, y todo tipo de residuos para encontrar que el común denominador en las frutas tropicales eran las propiedades antioxidantes y bactericidas. La efectividad del Kuma en la eliminación de bacterias y virus se logra a partir del minuto dos. A diferencia de la lejía o el cloro, esta solución orgánica no resulta tóxica para el organismo.
Por su parte, el investigador de la Universidad Nacional de Ingeniería Mario de la Cruz Azabache inventó un dispositivo para fermentar el mosto de la uva con control de agitación, que beneficiará a la industria haciendo más rentable la producción de pisco de alta calidad.
El prototipo de reactor fermentador automático sirve para fermentar el mosto virgen producto del prensado de la uva quebranta y el mosto prefermentado recuperado del “orujo”, que se obtiene como residuo en el prensado inicial de la uva. Los involucrados coinciden en que el camino es posible, pero exige compromiso y ética: no se piensa en producir mucho, sino en producir mejor.
Los expertos pronostican que en 2050 las zonas urbanas ocuparán más de un 60% del planeta, lo cual se traduce en un aumento de la población y de sus demandas de alimentación. Si sumamos el escenario de deterioro de los ecosistemas, la crisis climática, ambiental y ecológica, se hace indiscutible la necesidad de adoptar prácticas sustentables y contribuir a cuidar el medio ambiente de forma individual y colectiva. Frente a esta situación, lo más probable es que falten recursos: la economía circular se torna imprescindible para adaptarnos, pero, sobre todo, para transformarnos.
Perú, suscrito a la Declaración de Ciudades Circulares de América Latina y el Caribe y participante de la Alianza Mundial sobre Economía Circular y Eficiencia de los Recursos (Gacere), se abre camino hacia ese modelo con políticas medioambientales y discursos sobre la revolución verde
Hacia un ecosistema colaborativo
La industria peruana ha ratificado su voluntad de trabajar a favor de este modelo sostenible durante el último Foro de Economía Circular del gremio industrial. A través de su Comisión de Economía Circular, presidida por Jesús Salazar Nishi, ha participado activamente junto con el Ministerio de la Producción y el Ministerio del Ambiente. El directivo aseguró que este modelo se ha extendido a sectores como alimentos, bebidas, textiles, confecciones, plásticos, entre otros.
Desde el rubro minero, en tanto, para adoptar la economía circular es necesaria la interacción de múltiples actores en un ecosistema colaborativo, en que se aborden las dificultades para la valorización o inertización de los residuos mineros según la capacidad del sector y el ambiente geográfico y social en el cual se desarrollan las actividades.
En un estudio reciente, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) señala que el tránsito ha de ser gradual, deben brindarse “nuevas soluciones a viejos problemas” y alinearse dichas soluciones a la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible.