El Plan Nacional de Adaptación al Cambio Climático del Perú pretende ser un documento vivo y con ambición que posee una ruta metodológica en el marco de un ciclo de mejora continua de planeamiento
POR JAVIER CHOURIO
jchourio@stakeholders.com.pe
La desactivación económica a causa de la pandemia de Covid-19 disminuyó las emisiones de CO2 en 6% en 2020. Sin embargo, el planeta necesita una reducción de 7.6 toneladas anuales, de manera que el cambio climático no se va a pausar y sus efectos se seguirán sintiendo sobre los países, sus poblaciones y sus economías.
En función de eso, el Perú necesita revisar el trabajo hecho hasta ahora en este tema, porque adaptarse a los efectos del cambio climático es una necesidad para garantizar el desarrollo sostenible en el país.
Pasos dados
Desde la ratificación de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, en el año 1993, el país ha concretado algunos hitos como ser país anfitrión de la COP20 en 2014, y la creación el mismo año del Infocarbono, explica Rosa Morales, directora de Cambio Climático y Desertificación del Ministerio del Ambiente (MINAM).También se estableció la Estrategia Nacional ante el Cambio Climático del año 2015; la Estrategia Nacional sobre Bosques y Cambio Climático; y la Estrategia Nacional de Lucha contra la Desertificación y la Sequía, aprobadas en 2016, junto con el Plan de Acción en Genero y Cambio Climático. El mismo año Perú ratificó el Acuerdo de París.
Para identificar sus medidas concretas de adaptación y mitigación, el Estado peruano conformó el Grupo de Trabajo Multisectorial de naturaleza temporal encargado de generar información técnica para orientar la implementación de las Contribuciones Nacionalmente Determinadas. Y en 2017 se formularon las 154 medidas que hoy conforman Nuestro Desafío Climático o NDC, refiere la funcionaria.
Morales señala que los anteriores avances dieron paso a la Ley Marco sobre Cambio Climático y su Reglamento, marco legal que permite implementar ahora Nuestro Desafío Climático, actualizado en 2020, y que implica reducir 40 % las emisiones de GEI al año 2030 y adaptarnos en siete áreas temáticas priorizadas: agua, agricultura, pesca y acuicultura, bosques, salud, transporte, y turismo.
Avances en reducción de riesgos
Las políticas públicas adoptadas por el Perú han permitido avanzar en el establecimiento de proyectos concretos para reducir los riesgos y efectos del calentamiento global.
Al respecto, Morales destaca el Proyecto Glaciares+ que, en su opinión, ha fortalecido las capacidades para la adaptación al cambio climático, redujo riesgos asociados al retroceso del glaciar y facilitó el aprovechamiento de sus recursos hídricos en las cuencas del río Santa, en Áncash; río Vilcanota-Urubamba, en Cusco; y el río Cañete.
También menciona el Proyecto Adaptación a los Impactos del Cambio Climático en Recursos Hídricos en los Andes (AICCA) que permitirá concretar la Estrategia Piloto de Financiamiento Climático para la implementación de las medidas de adaptación del sector Agricultura y Riego.
Menciona además el proyecto EbA Amazonía que reduce la vulnerabilidad en la región al desarrollar actividades productivas como el cultivo de castaña y cacao, la piscicultura, el cultivo de la shiringa y el turismo.
Sector privado y mitigación
El Estado articula con el sector privado tres líneas de trabajo para incrementar su participación en la implementación de medidas de mitigación y adaptación en general: articulación a la acción climática; involucramiento de las medidas de mitigación y adaptación y sus condiciones habilitantes; y el posicionamiento del sector privado y financiero en la acción climática, informa la directora del Minam. Refiere que el Plan Nacional de Adaptación nutrirá los diferentes espacios de trabajo avanzados con los privados y aliados estratégicos y destaca “Dialoguemos Empresarial” cuyo objetivo es involucrar e incrementar la participación del sector privado y financiero en la acción climática alineada a Nuestro Desafío Climático o NDC.
“Se han realizado 14 ‘Dialoguemos Empresarial’ que han dado cuenta de más de 58 buenas prácticas empresariales que contribuyen a la mitigación en sectores GEI de energía y desechos, y procesos industriales”, apunta Morales.
Otro espacio que menciona es el Grupo Impulsor Permanente del sector privado y financiero para la implementación de las medidas de mitigación y adaptación (GIP-NDC) conformado por 15 gremios e iniciativas empresariales y financieras. También destaca el Protocolo Verde, en el que trabajan otras entidades privadas y no gubernamentales para fomentar la incorporación de prácticas verdes en todas las entidades de los mercados financieros. Habla además de otros espacios como el Programa de la Huella de Carbono Perú y los Acuerdos de Producción Limpia, que son voluntarios y las empresas suscriben para demostrar su compromiso climático nacional.
Cambio climático y biodiversidad
El cambio climático alterará de forma dramática e irreversible la vida en la tierra en los próximos 30 años, agravando el éxodo y la extinción de especies, como develó un informe premilinar del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) de la ONU. Perú albergaría unos 5.750 osos de anteojos en vida silvestre, distribuidos en una gran variedad de rangos altitudinales y ecosistemas, como los bosques secos, pajonales andinos, páramos y bosques montanos.
Fabiola La Rosa, bióloga y oficial de Vida Silvestre del Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF, por su siglas en inglés), explica que a lo largo de su ámbito de distribución, la Lista roja de especies amenazadas de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), y el Libro Rojo de la Fauna Silvestre Amenazada del Servicio Nacional Forestal y de Fauna Silvestre (SERFOR), categorizan al Oso andino como una especie vulnerable (VU) lo que implica que en caso de no tomar acciones sus poblaciones seguirán disminuyendo.
La oficial de WWF Perú indica que la pérdida y fragmentación del hábitat es la amenaza principal para esta especie y es ocasionada sobre todo por la ampliación de la frontera agropecuaria. Y señala que es necesario trabajar con los actores y protagonistas principales en el territorio para impartir consciencia en el uso de los ecosistemas y sus consecuencias a la vida silvestre.
Protección de la biodiversidad
La ONG afirma que el Estado cumple un rol clave para la conservación de la especie debido a que el Servicio Nacional Forestal y de Fauna Silvestre (SERFOR) elaboró y publicó el Plan Nacional para la Conservación del Oso andino (2016-2026) con el que se identifican y promueven líneas estratégicas para la conservación de la especie.
Del mismo modo, diversas jefaturas del Servicio Nacional de Áreas Naturales Protegidas por el Estado (SERNANP) identifican al Oso andino como elemento ambiental priorizado para monitoreo, lo que implica acciones concretas en torno a la protección de esta especie, indica la bióloga. Asimismo, WWF Perú trabaja de la mano con el Estado, partiendo de las líneas estratégicas y objetivos identificados para su conservación, brindando soporte técnico y estratégico en el cumplimiento de los mismos.
Otras especies biológicas emblematicas y vulnerables también son foco de atención, asevera La Rosa. “Realizamos esfuerzos en torno al Tapir de montaña, cuyo Plan Nacional de Conservación fue aprobado en el 2018 y tiene una duración de 10 años. Incidimos en la conservación del delfín gris y rosado de la amazonía, así como del manatí amazónico, quienes cuentan con un Plan de Acción Nacional regido por el Ministerio de Producción”.
Finalmente, y no menos importante, hace unas semanas el SERFOR culminó los talleres de elaboración del Plan Nacional de Conservación del Jaguar, en los cuales WWF y Estado trabajan activamente.