Arturo Caballero
CEO de A2G
El sistema blockchain es reconocido ya que permite descentralizar los datos y aumentar la privacidad entre usuarios de una manera completamente segura. Las aplicaciones de este sistema de codificación van desde las transacciones financieras, el internet de las cosas y hoy en día también tiene una aplicación muy práctica en la energía.
La búsqueda de una nueva economía baja en carbono y resiliente al cambio climático, se enmarca hoy en una economía basada en la tecnología, donde la información al instante y segura, es clave para tomar decisiones. Es una economía que se basa cada vez más en el uso de estos nuevos sistemas de codificación de la información como parte medular en sus transacciones e información electrónica de bancos, aseguradoras, financieras e inversionistas.
Hoy en día, el uso del sistema blockchain podría estar cambiando la forma de controlar y mejorar la eficiencia en el uso de la energía en las industrias y las ciudades, dando cuenta con seguridad y en forma casi inmediata de los ahorros energéticos; cuantificando y reduciendo las emisiones de GEI; y dando pie para generar “créditos de carbono” que luego podrán transarse en un mercado de carbono virtual.
Vamos por partes. Para entender cómo funciona esto, primero debemos tener en cuenta que existe un mercado de carbono. En este mercado se comercializan “créditos de carbono” que representan “toneladas de carbono reducidas/evitadas a la atmosfera” (una tonelada de CO2 reducida y registrada, equivale a un crédito de carbono). Para la obtención de estos créditos de carbono, es necesario primero registrar un “proyecto que reduzca o evite emisiones al planeta” y esto a través del uso de metodologías complicadas con las que luego se pueda comprobar que efectivamente, se evitaron una cantidad de toneladas de CO2 a la atmósfera. En resumen, es importante cuantificar exactamente las toneladas de CO2 evitadas o reducidas, ya que de esto depende la cantidad de créditos que se obtengan. Así por ejemplo, si una empresa incorpora una tecnología con mayor eficiencia en el consumo de combustible o energía, estaría reduciendo CO2 a la atmósfera. La cantidad de emisiones que dejará de producir se comprobará a través de la comparación de lo que se consumía con la anterior tecnología y la nueva. Luego de ello, tendría que tramitarse el registro del proyecto en el mercado de carbono, después registrar la cantidad de emisiones reducidas o evitadas generadas por el proyecto en un determinado periodo de tiempo, y por ultimo culminar con el registro de los créditos de carbono producidos. Todo este proceso puede durar en le mejo caso varios meses e incluso años.
Hoy podemos pensar en hacer todo esto en forma remota y además inmediata. El uso de aparatos de control remoto en las fuentes de reducción de emisiones que envíen la información segundo a segundo y monitoreen a tiempo real los ahorros de la eficiencia energética, junto con la tecnología blockchain antes descrita, permitiría asegurar que esta información se convierta en créditos de carbono que podrían comercializarse inmediatamente en un mercado de carbono virtual, donde la información sea totalmente segura y confiable. Se reemplazarían las complicadas metodologías de registro de proyectos por la tecnología de la información, pudiendo además ahorrar tiempos y costos en consultorías, auditorías y verificaciones por terceros, de la mano con hacer crecer el mercado de carbono y los sistemas de intercambio de emisiones a los que están apostando algunos países. Este es un claro ejemplo de lo que esté pasando ya hoy y que será el estándar en un futuro cercano, donde se encuentra la tecnología con la acción climática.