Joanna Kámiche Zegarra
PhD. Profesora de Economía de la Universidad del Pacífico
Como en todos los sectores, la pandemia ha generado enormes dificultades ambientales, pero también algunas situaciones positivas. El establecimiento de cuarentenas generó una gran disminución en el transporte aéreo y vehicular, lo cual redujo la generación de gases efecto invernadero, y eso dio un respiro al ambiente, no sólo en el Perú sino en el mundo. Se redujo la contaminación del aire (por ejemplo, el material particulado) y también, la contaminación del agua, por la reducción en muchas actividades económicas contaminantes.
En la medida en que se han empezado a retomar las actividades económicas, los niveles de contaminación se han vuelto a incrementar. No obstante, el trabajo remoto y la mejora en las comunicaciones vía las diversas plataformas que hoy se utilizan, pueden ser una esperanza para reducir las necesidades de transporte en el mediano plazo y que ello implique que no lleguemos a los niveles de contaminación pre-pandemia.
El comercio electrónico ha surgido como una alternativa para evitar la pérdida de empleos, y ha permitido que muchas familias puedan consumir bienes a los que de otra manera no tendrían acceso (desde alimentos hasta ropa). No obstante, este desarrollo no ha tomado en cuenta la necesidad de mejorar el manejo de los residuos sólidos asociado: hoy utilizamos más plástico y más cartón que antes en términos de empaques, y no se tiene previsto discutir de qué manera se puede reducir su uso, o el paso a materiales menos contaminantes, como material biodegradable o de origen natural. Existen emprendimientos específicos, pero que todavía no tienen la escala suficiente para ser una solución de mediano o largo plazo.
De otro lado, la disposición final del material de protección personal que hoy debemos utilizar a diario: mascarillas, guantes, trajes, entre otros, es un problema grave e inmediato. La incorrecta disposición final de estos materiales (calificados como peligrosos, en caso de estar en contacto con personas enfermas), puede contaminar el suelo y por ende, el agua subterránea y los cauces de los ríos, con graves consecuencias para la salud pública; la contaminación en el mar puede tener nefastas consecuencias para la biodiversidad marina.
Más aún, y un tema que aún no se ha discutido, es la disposición de los elementos necesarios para el proceso de vacunación: jeringas, algodones, envases de la propia vacuna, entre otros. Estos residuos hospitalarios requieren un tratamiento especial para su disposición a fin de evitar la contaminación; pero para el volumen de vacunación que se va a requerir en el país y en el mundo, la disposición final de estos elementos no es un tema menor. Requerimos tomar acciones específicas, para evitar situaciones de contaminación que generan más daño a la población y a las condiciones ambientales en el futuro inmediato. Necesitamos empezar a trabajar en el tema ya.