Carlos R. Zapata
ESG Portfolio Manager y Consultor de Sostenibilidad
Hoy en día, resulta ingenuo tratar de negar los efectos del cambio climático y el daño que ocasionamos al medio ambiente todos, y cada de uno de nosotros. El 2019 fue el año más caluroso que se haya registrado, y el período entre el 2010 y el 2019 marcó la década más calurosa en toda la historia. Si bien gran parte de la responsabilidad de revertir este fenómeno recae en cada uno de nosotros, las empresas nacionales e internacionales están obligadas a participar activamente en esta iniciativa.
La Organización de las Naciones Unidas ha desarrollado un programa mundial para combatir los nocivos efectos del cambio climático, mediante el cual hace un serio llamado a las grandes corporaciones mundiales y a los gobiernos de todos los países a tomar cartas en el asunto.
El programa de las Naciones Unidas consta de 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) o SDGs, por sus siglas en inglés, que abarcan desde la eliminación de la pobreza y hambre mundial, reducción de desigualdades, producción y consumo responsables, a la acción por el clima y protección de vida de ecosistemas terrestres; entre otras.
Existen compañías que mediante sus procesos de manufactura u operaciones ocasionan un serio peligro a la vida de ecosistemas terrestres y submarinos. En este artículo, me enfocaré en lo que las empresas podrían establecer y llevar a cabo para combatir el cambio climático.
El estándar de sostenibilidad más ampliamente adoptado alrededor del mundo, es el Global Reporting Initiative, GRI, por sus siglas en inglés. El GRI cuenta con tres estándares temáticos. La Serie 200 se enfoca en Temas económicos, la Serie 300 se encarga de diseñar el marco enfocado en Temas ambientales, y la Serie 400 se encarga de los Temas sociales.
La Serie 300 a su vez, incluye estándares adicionales clasificados de la siguiente manera: 301-Materiales, 302-Energía, 303-Agua y Efluentes, 304-Biodiversidad, 305-Emisiones, 306– Efluentes y Residuos, 307-Cumplimiento Ambiental, y 308-Evaluación Ambiental de Proveedores. Con todos estos marcos que nos brinda el GRI, resulta muy factible entonces, que las empresas se responsabilicen por sus acciones y se unan a la lucha por frenar las inclemencias del cambio climático y contribuyan a la preservación de la biodiversidad.
Tomemos de ejemplo la industria minera en el Perú. Con cada uno de los marcos en la Serie 300, las compañías mineras que operan en el Perú, fácilmente podrían comprometerse, no solamente con el tema ambiental y la biodiversidad, pero también con el tema económico – lo cual les resultaría favorable a las empresas- y el tema social. Los tres temas, indefectiblemente, van de la mano.
Las compañías mineras en el Perú se han visto constantemente en el ojo de la tormenta por violaciones al medio ambiente que incluyen contaminación de ríos, de fuentes de agua, deforestación, entre otras. Cada una de las violaciones ambientales de las cuales han sido acusadas, tienen impacto directo en la biodiversidad de las zonas donde operan.
La Unión Europea y los Estados Unidos han logrado el vital compromiso de los fondos de pensiones más grandes del mundo al exigir que las compañías de inversiones más influyentes gestionen los encargos de inversión con rigurosos estándares que incluyen el análisis e integración de factores ambientales, sociales, y gobernabilidad. De esta forma, las empresas se ven obligadas a implementar estándares como el GRI para ser favorecidas con billonarias inversiones. Las compañías que no cumplen los requisitos mínimos con respecto a temas ambientales y biodiversidad, se ven perjudicadas al ser excluidas de poderosas carteras de inversión.