Por Stakeholders

Lectura de:

Dra. Julianna Ramírez Lozano
Docente e investigadora
Jefe de Sostenibilidad de CENTRUM PUCP

La minería en el Perú atraviesa diversos desafíos muy conocidos por todos. Quizá el más importante sea el reducir la cantidad de conflictos sociales con las comunidades. Pero ese problema en realidad es solo uno, y en relación con su grupo de interés denominado comunidad. El reto con este importante grupo de interés siempre será conseguir la ansiada “licencia social”. Sin embargo, el gran desafío que tienen las empresas mineras formales y responsables en el Perú es demostrar que la minería puede ser gestionada de manera sostenible y siendo promotores del desarrollo.

En esta línea podemos señalar que existen buenas prácticas en nuestro país, de empresas en el sector minero que tienen un buen desempeño. Esto sin duda se realiza cuando la empresa minera ha comprendido que como empresa es una agente más dentro de la sociedad y promotor de desarrollo en el entorno que le corresponde, con un enfoque territorial.

Al respecto debemos comprender que cada empresa minera debe encontrar su propia manera de gestión su propia responsabilidad social mediante un buen diagnóstico de las necesidades y oportunidades y siempre buscando generar acciones de valor compartido para los grupos de interés y también para la empresa. Todo ello desde un enfoque de sostenibilidad que promueva el respeto por lo social, lo ambiental y el de gobernanza institucional. Además, del enfoque económico que resulta ser la primera responsabilidad, pues sin un equilibrio económico no es posible pensar ni actuar en búsqueda de los otros pilares de la sostenibilidad.

La nueva minería, la formal, la responsable, debe demostrar a su entorno, es decir a sus grupos de interés, que la empresa tiene mapeado a cada uno de los actores con quienes interactúa y además hacerse responsable de los impactos que ocasiona en cada uno de ellos, realizando acciones para remediar o reducir el impacto negativo.

De eso se trata la responsabilidad social, de ser responsable de los impactos, de mantener un diálogo permanente con los grupos de interés y de conocer y evaluar las expectativas y necesidades de cada uno de ellos. De generar políticas con todos los grupos de interés, y que las prácticas vayan más allá a lo exigido por la ley.

Una adecuada gestión de la responsabilidad minera exige que la empresa minera tenga directivos éticos y responsables que visualicen acciones que promuevan un verdadero desarrollo en la zona de influencia de la minera. Todo ello implica que las acciones a realizarse involucren a diversos actores, articulen discursos y acciones.

Entre algunos ejemplos que podemos citar de buenas prácticas encontramos la gestión de empresas comunales, el desarrollo de proyectos agropecuarios o ganaderos, algunos otros proyectos más innovadores y muy necesarios como la nueva telemedicina, entre otros.

Estos proyectos que buscan contribuir al desarrollo local, demuestran que las propias comunidades pueden preocuparse por su desarrollo y lo pueden hacer posible en la medida que exista un involucramiento y acompañamiento decidido y responsable, de la relación tripartita con la que debe funcionar la nueva minería: comunidad, gobierno local y empresa minera. Donde lo más importante sea el desarrollo y mejora de la calidad de vida de la población. Donde la empresa minera no decida los proyectos a realizar sino que se realice mediante un consenso y diálogo, incorporando mayor participación y generando mejor empoderamiento de la comunidad y el gobierno local. Esa es la ruta para la nueva minería y no debemos perder el rumbo.







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