Arq. Rudolf Giese Salazar
Director de la Facultad de Arquitectura de UCAL
En este reto, la industria de la construcción (donde está insertada la arquitectura) debe asumir una responsabilidad importante, ya que ella genera aproximadamente el 40 % de las emisiones de dióxido de carbono (CO2) que contaminan y envenenan el planeta. Además, de generar con su crecimiento un impacto significativo (casi siempre negativo) sobre los hábitats naturales.
El desarrollo sostenible es, según la Comisión Mundial sobre el Medio Ambiente, la forma como debemos enfrentar la atención de las necesidades presentes, sin comprometer la capacidad de futuras generaciones por atender sus propias necesidades. En el caso de la arquitectura, y en general de la industria de la construcción, el concepto de construcción sostenible está basado en el desarrollo de un modelo que permita satisfacer las múltiples y crecientes necesidades de nuestra sociedad, generando calidad de vida, sin romper los límites ecológicos y ambientales que garanticen la sostenibilidad del planeta.
Esto exige un cambio de paradigmas, ya que para que la construcción se enmarque dentro del marco de la sostenibilidad, se tendrán que diseñar tanto ciudades y edificios como componentes indivisibles de un sistema más grande como es el planeta, que se encuentra en constante regeneración (a su propia velocidad) y que necesariamente debe ser sostenible.
Hay muchas iniciativas que se están incorporando desde hace algunos años en el diseño arquitectónico, como lo es el adoptar principios de diseño regenerativo, con el objetivo de que las ciudades y los edificios vayan más allá del estándar de carbono cero.
Asimismo, también la optimización de la luz y el agua, el desarrollo de una arquitectura sostenible desde lo ambiental, la evaluación de todos los proyectos nuevos con la aspiración de contribuir positivamente a mitigar la degradación del clima y el reutilizar los edificios existentes para prolongar su uso, como una alternativa más eficiente con respecto al carbono a la demolición y a la nueva construcción.
Finalmente, incorporar los criterios de un buen diseño sismo resistente a las edificaciones y las ciudades, ya que la primera medida de sostenibilidad de un edificio o de una ciudad, es que ante un sismo fuerte, estas se mantenga en pie y no colapsen, ya que el costo de reconstruir un edificio colapsado o una ciudad impacta gravemente en el medioambiente y en la economía.
Es importante que el criterio de sismo resistencia no se deje de lado al concebir una edificación sostenible (desde las perspectivas económica, social y medioambiental). Esto indica que no debe enfrentarse por separado ninguna de estas dos realidades: el binomio cuidado ambiental – cambio climático y los fenómenos sísmicos, sino que hay que comprender que ambos forman parte de una misma realidad.
Esta nueva visión debe tener como objetivo fundamental proteger las vidas humanas a través de la preservación del planeta y del equilibrio entre todas sus especies. Debemos sustentar este cambio en la toma de conciencia sobre nuestra responsabilidad (que felizmente empieza darse) y en la investigación y la tecnología, como herramientas que están a nuestra disposición para que iniciemos esa transformación ahora.
Por último, debemos comprometernos a fortalecer nuestras prácticas de trabajo para crear ciudades y edificios que tengan un impacto positivo en el planeta y garanticen el futuro de la especie humana y en general de toda la vida sobre este.