El 14 de julio el Senado argentino aprobó la ley que reconoce el derecho de las parejas del…
|
El 14 de julio el Senado argentino aprobó la ley que reconoce el derecho de las parejas del mismo sexo a contraer matrimonio, lo que constituye un avance significativo en el goce de sus derechos. Argentina se puso así a la vanguardia en Latinoamérica, al ser el primer país que aprueba el matrimonio igualitario en todo su territorio. Lo precedieron Holanda, Bélgica, España, Canadá, Sudáfrica, Noruega, Suecia, Portugal e Islandia, cuya primera ministra, Johanna Sigurdardottir, estrenó la ley contrayendo ella misma matrimonio con su compañera.
|
|
La ley, que será promulgada el miércoles como ya lo ha anunciado la presidenta argentina, se aprobó en una reñida votación con 33 votos a favor, 27 en contra y 3 abstenciones y luego de 14 horas de discusión en el Senado y de un gran debate público que puso en el tapete desde las concepciones más conservadoras hasta las más proclives a la aprobación. Es un paso trascendental en el proceso de construcción ciudadana de los argentinos y argentinas y un ejemplo de movilización ciudadana y de fortalecimiento de la democracia para el resto de países, pues reducirá sin duda las brechas que existen entre ciudadanos y ciudadanas. Más derechos para todos y todas, más democracia es la esencia del otorgamiento de esta ley.
Claro que pese a que lo que se logró es que haya la posibilidad de que personas que aman a personas de su mismo sexo puedan casarse por la ley civil, sectores de la iglesia católica – cuyo cardenal Jorge Bergoglio ha dicho que ese proyecto “es la pretensión destructiva del plan de Dios” – seguirán presionando y algunos funcionarios y funcionarias del Estado intentarán oponer su ideología religiosa al mandato de la ley, olvidando que sirven a un Estado laico. Este ha sido el caso de Marta Covella, jueza de paz de la provincia de La Pampa, quien declaró que “en la Biblia, Dios no aprueba esa forma de vivir. Me crié leyendo la Biblia y sé lo que Dios piensa. Dios ama a toda la gente pero no aprueba las cosas malas que hace la gente. Y una relación entre homosexuales es una cosa mala delante de los ojos de Dios." (1) En el Perú también el Cardenal Juan Luis Cipriani se ha pronunciado al respecto, señalando que Argentina no es un buen ejemplo a seguir. “Argentina tiene un mal equipo de fútbol y un muy mal entrenador como Maradona. Yo creo que no hay que imitar esas partes de Argentina, creo yo que el matrimonio es una institución natural de hombre y mujer complementarios para toda la vida.” (2) Tan poco dado a entender el amor en todas sus dimensiones, el Cardenal, que no pudo ver en el sasachacuy tiempo y no puede ver aún que defender los derechos humanos no es una cojudez, sino un acto de amor y de justicia, tampoco puede ver que el pueblo argentino, al luchar por dar dignidad y visibilizar a los excluidos, hace una demostración no sólo de ciudadanía sino de amor. La senadora Blanca Osuna del Frente Justicialista para la Victoria de Entre Ríos lo resume brillantemente en la sustentación de su voto: “Los católicos que nos planteamos dar respuesta positiva (a la ley) lo hacemos desde la convicción de que si hay una forma hermosa, comprometida y sincera de responder a los principios de nuestra fe, es justamente dar la mano a los humillados, ¿y quiénes más humillados que quienes han sido calificados como desviados, enfermos, incorrectos?” (3) Lo que el proceso de debate de la ley en Argentina puso en el escenario público es el claro cuestionamiento al contrato heterosexual vigente en la mayoría de nuestras sociedades, en donde se niega, invisibiliza y combate lo que se salga de la norma heterosexual. Cualquier intento o esfuerzo de romper esta norma despierta los preconceptos más arcaicos sobre la homosexualidad o sobre las disidencias sexuales, trayendo a menudo a flote la homofobia y la intolerancia, pese a los discursos que intentan ser políticamente correctos. Es el caso, por ejemplo, de la candidata a la Alcaldía de Lima, Lourdes Flores Nano, quien, aunque pide respeto para las relaciones entre personas del mismo sexo, afirma que “siendo absolutamente tolerante, me parece que la institución matrimonial es la unión de varón y de mujer, esa es su naturaleza.” (4) No queda muy claro en donde está lo absoluto de su tolerancia. Monique Wittig dice, en relación a posiciones como ésta, que: “Los discursos que particularmente nos oprimen a todas nosotras y a todos nosotros, lesbianas, mujeres y homosexuales, son aquellos que dan por sentado que lo que funda una sociedad, cualquier sociedad, es la heterosexualidad. Esos discursos hablan de nosotras y de nosotros y presumen de estar diciendo la verdad en un terreno apolítico, como si hubiera alguna cosa significable capaz de escapar de lo político en este momento histórico y como si, en lo que a nosotras y nosotros concierne, pudieran existir signos sin significado político.” (5) Qué más significado político que la lucha llevada a cabo por los argentinos y argentinas para lograr la igualdad en derechos y la lucha que llevan a cabo en todos nuestros países los movimientos LGTB por romper el círculo vicioso de la reproducción del silencio, las cerraduras de armarios, por quitarse las máscaras que a muchas personas protegen de pagar el costo de la disidencia y responder afirmativamente a la pregunta “Somos libres, ¿lo somos siempre?”, que alude a la primera estrofa del himno nacional de Perú y que fue una de las consignas de la IX Marcha del Orgullo en Lima. (2) “Cardenal Cipriano pidió no imitar en el Perú aprobación del matrimonio homosexual como lo hizo Argentina”, El Comercio.pe, 16 de julio de 2010. http://elcomercio.pe/noticia/609420/cardenal-cipriani-pidio-no-imitar-peru-aprobacion-matrimonio-homosexual-como-lo-hizo-argentina (3) “Argentina pasa a la cabeza de América Latina: Se aprobó matrimonio para parejas del mismo sexo”, Colectivo Ovejas Negras, s/f. http://ovejasnegras.org/noticias/2010/julio/matrimonioenargentina.html Fuente: |