Por Stakeholders

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Por: Jorge Melo Vega
Presidente de Responde 

La situación del empleo es un tema poco analizado en Perú y no es, precisamente, algo de la máxima preocupación para nuestra clase política, probablemente porque la propia sociedad no es capaz de identificar todo el valor que está detrás del tema y por ello, no lo demanda. Los peruanos nos sentimos cómodos con la informalidad y no somos capaces de entender todas las repercusiones que tiene el empleo para la viabilidad de cualquier país.

Por ejemplo, cuando se analiza la situación de la economía mundial y por tanto el papel que cumplen los Estados Unidos como locomotora, su gobierno y los analistas se concentran en hacer seguimiento al desenvolvimiento del empleo mensual, ese es el dato que mueve el tablero control del crecimiento, expectativas, la inversión y el bienestar. Similar situación ocurre en Europa, zona con fuerte intervención de los Estados por la existencia de un modelo de seguridad social más profundo. En esta región son  los gobiernos locales, regionales o nacionales, los que negocian con las empresas la creación de puestos de trabajo y en  contraprestación otorgan ventajas tributarias o conceden espacios o infraestructuras públicas para apoyar las inversiones privadas, que ellos saben son las principales generadoras de empleo.

En nuestro medio, con apenas un 25% de la población económicamente activa trabajando formalmente, la situación del empleo es precaria y una bomba de tiempo para nuestro desarrollo. Apenas 4 millones de peruanos cotizan a la seguridad social y al sistema de pensiones, eso es todo. Qué ocurrirá cuando se presenten contingencias de salud en la familia o el trabajador cumpla su ciclo de vida laboral y le queden todavía 30 años de vida sin ingresos? Sencillamente nos resistimos a asumir ese escenario, que va a ocurrir de todos modos. Mientras tanto, queremos ser un país miembro de la OCDE.

La realidad es que para crear empleos formales se requiere de 3 actores: el trabajador, el empleador y el Estado. Sin un empleador convencido, no habrá creación masiva de puestos de trabajo; si el Estado dicta normas para proteger el empleo, es porque ha decidido ignorar a ese otro 75% de la PEA que no lo tiene y lo único que promoverá será empleo informal. Finalmente, el tercer actor, el potencial trabajador, sólo será una víctima de las equivocaciones de ese Estado que lo está ignorando.

El Estado debe prestar mucha atención a aquellos sectores y empresas que son capaces de generar empleos formales por millares y que demandan talentos con menor formación, porque es allí donde se concentra la mayoría de jóvenes del país. Nos referimos a promover agresivamente los casos de la agroindustria de exportación, con decenas de miles de trabajadores, con fuerte presencia de mujeres y sobre todo de origen rural; a los centros comerciales, más conocidos como Malls, que han logrado generar aproximadamente 200 mil puestos de trabajo, también con un alto componente femenino y dirigido sobre todo a jóvenes en su primer empleo.

El tercer gran empleador es el de los centros de contacto que incluye a los call centers. Estas empresas son poco conocidas en su funcionamiento para muchos de nosotros, pero la realidad nos señala que tienen un gran impacto para la empleabilidad de muchos jóvenes. El 92%  tiene entre los 18 y 30 años laborando masivamente en Tacna, Arequipa, Trujillo y Chiclayo, además de Lima. Las empresas son en sí mismas centros de formación, con muchas horas de capacitación para que estos jóvenes desarrollen habilidades en el uso de la tecnología, relaciones personales y sobre todo, el entendimiento de la lógica comercial. Por eso es que el 87% de estos trabajadores gana, en adición a su sueldo fijo, un sueldo variable que impulsa a los jóvenes a ser más competitivos, el trabajador pasivo estaría perdido, porque hay mucha rotación de personal, entre otras características de esta industria.

 







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