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Debido al enorme interés despertado en el sector por esta norma, continuamos aportando información y análisis sobre la futura Norma ISO 26000. En esta ocasión, presentamos un informe exclusivo elaborado por la pluma de Sebastián Bigorito, Director Ejecutivo del CEADS y miembro de la delegación argentina en Dinarmarca.

Bigorito estuvo presente en casi todas las reuniones de la ISO y además fue elegido por su pares para representar al sector empresario en la Comisión que dará seguimiento a la Norma luego de su publicación. Aquí, un exhaustivo análisis del pasado, presente y futuro de la ISO 2600.
 
Acerca del Proceso

Fue allá por el año 2000 que la ISO, a través del TMB (Technical Management Board), similar a lo que sería su dirección técnica, identifica y comunica al secretariado central de ese organismo, su inquietud/preocupación por la incipiente, pero tendencia, respecto a la multiplicidad de herramientas, códigos y en muchos casos – mal llamadas – normas relacionadas a RSC o RSE.

Este fue el primer pie de la temática dentro de la ISO, que luego desencadenó una serie de acontecimientos que intentaré resumir ahora.
El tema es luego recogido y tratado entre el 2001 y 2002 por un gran comité dentro de la ISO llamado COPOLCO (Consumers Policy Committe), quienes recomiendan al secretariado de ISO desarrollar un “sistema de gestión certificable sobre Responsabilidad Social Corporativa”. Fijense con detalle que lo que se encuentra entre comillas difiere sustancialmente de lo que hoy tenemos como producto final, pero su explicación luego es parte del relato.

Con un inmenso criterio de prudencia, ISO termina verificando que existían expectativas internas respecto a que ese organismo debía, al menos analizar la propuesta. Por ello constituye un equipo especial conocido como SAG (Special Advisory Group) para que investigue, analice y recomiende el rol de la ISO en materia de RSC.

Dicho grupo especial SAG, termina de trabajar en el 2004, elaborando dos productos de vital trascendencia. Una documento que no debería faltar en la biblioteca de ningún experto en la materia, que describe con una excelente combinación académica/pragmática los antecedentes históricos de la RSC, su evolución, diferentes enfoques, herramientas existentes siendo así un mapeo del estado del arte a esa fecha de inigualable valor.

Por otro lado, y basado en las competencias que le otorgaba al grupo el haber hecho tamaña obra, este equipo especial SAG, elabora sus “recomendaciones” o mejor dicho, condicionamientos previos que debería tener en cuenta la ISO si decidía embarcarse en el desafío de la Responsabilidad Social.

Sintetizando al máximo, estas “recomendaciones” apuntaban prioritariamente dejar claro que la herramienta a elaborar por ISO debería ser una “Guía” y no, como pretendió al principio el comité de consumidores, un sistema de gestión. También recomendó evitar que dicha herramienta sea certificable por terceras partes. Y por último, que la norma guía, debería ser tratar respecto a Responsabilidad Social y no sobre Responsabilidad Social Corporativa.

Por ello (RSE – E= ISO 26000).

Tomadas estas recomendaciones, las mismas fueron plasmadas en el NWIP (New Work Item Proposal)  documento con valor bíblico en todo proceso de normalización de ISO, siendo algo así como las condiciones iniciales a las que tanto el proceso como también el producto final deben sí o sí atenerse, y nunca jamás apartarse.

Este NWIP fue sometido a votación en 2004, y en el famosa conferencia internacional de junio del 2004 en Estocolmo, fue formalmente aprobado el inicio del Proceso ISO 26.000.   

Volviendo a las recomendaciones, estas también sugerían que la metodología de trabajo debería ser diferente a la acostumbrada en el seno de la ISO, por ser Responsabilidad Social un tema de características poco familiares para este organismo.

Aquí podemos decir que surge el enfoque de lo que hoy se conoce como proceso “multistakeholder” que consiste simplemente en hacer participar en el desarrollo normativo, a una cantidad de sectores de la sociedad mayor a lo habitual.

Por ello es que el proceso ISO 26000 cuenta entre sus sectores participantes (Stakeholder Groups) a expertos designados de Gobierno, Industria, ONG, Consumidores y Trabajo. Un sexto grupo termina reuniendo a académicos, consultores, certificadores y los organismos locales de normalización.

Se buscaba con este proceso “ampliado”  garantizar mayor legitimidad por su diversidad, pagando con falta de agilidad y curvas de aprendizaje grupal interminables, el justiprecio por este plus de apertura y mayor transparencia.

Ya en el primer plenario ISO 26000 del 2005 en San Salvador de Bahía se evidenció que iba a resultar muy difícil mantener a tan diversos sectores dentro del “corset” de los tradicionales reglamentos de la ISO. Recordemos que no todos los sectores y sus expertos designados (en realidad una ínfima minoría) tenían experiencia en procesos de normalización.

Tuvieron que pasar tres plenarios para que se genere una adecuación de ambos lados, por parte de los participantes como también por parte de ISO y sus reglamentos. Ese mismo tiempo tardó en generarse la confianza mínima entre y dentro de los sectores (stakeholder groups) como para adquirir cierta funcionalidad.

Ya para ese entonces, el proceso ISO 26.000 y su comité, era por lejos el más numeroso y complejo en la historia de ISO, por encima incluso de las mundialmente conocidas ISO 9.000 e ISO 14.000.

Ajustadas las reglas del juego, y con un mejorado nivel de confianza entre los actores, se pudo lograr recién en el Plenario de Lisboa un germinal  Primer Texto Borrador (Working Draft 1) con algún rasgo de norma guía. Pero estábamos ya casi a mitad del schedule y quedaba mucho por mejorar.
Al ser ISO una iniciativa internacional, el enfoque “multistakeholder” debía convivir con otra regla de oro: la “Representación Nacional”, lo cual lejos de dotar de agilidad al proyecto, terminó siendo una bonus de complejidad adicional.

Siguiendo los países la política de ISO respecto a “imagen especular” que consiste  en cada país participante replique el proceso a nivel local con la conformación de los llamados Mirror Committees, que en el caso argentino, contó con la representación de los 6 sectores implicados en el proceso (stakeholder groups).

De estos comités locales surgían designados los representantes de los 6 sectores (stakeholder groups) de todos los países involucrados, como también las sugerencias, mejoras, comentarios, estrategias y votaciones respecto a los documentos emanados de cada plenario pero trabajados “entre” plenarios.

Es así que, la combinación “Representación por sector + Representación por país” generaba una matriz de doble entrada, en donde cada experto, era al mismo tiempo representante de un Stakeholder específico pero también de un País determinado.

Por eso es que se estipuló que  gran parte del proceso (digamos el 80%), sus recomendaciones, negociaciones, estrategias y posiciones, fueran desarrolladas por sectores (stakeholder groups) independientemente del país.

Es decir que cada País podía tener hasta 6 posiciones diferentes y enviar hasta 6 votos y comentarios diferentes. Todo un desafío para los líderes del proceso, puesto que tenían que procesar un promedio de 3000 comentarios por borrador con un pico de más de 7000.

En el caso de Argentina, el comité local decidió ejercitar el consenso “entre sectores” aun cuando  todavía no era mandatorio, por lo que en muchas votaciones no fueron necesarias 6 posiciones diferentes por parte de Argentina. Por ejemplo no fue raro, aunque tampoco fácil, negociar y consensuar a nivel local , comentarios y posiciones entre Industria y Consumidores, Industria y Trabajo, o Gobierno y ONG’s además de otras combinaciones que daban por resultado no más de 2 o 3 series de comentarios por separado. Todo un ejemplo.

Pero más allá del ejemplo del trabajo local, que fuera incluso reconocido públicamente por la ISO, esta iniciativa nos sirvió de ejercicio previo para cuando, en la recta final fuese mandatorio UN solo voto por país. Con gran esfuerzo, en la última votación, si bien Industria y Trabajo votaron NO al paso al FDIS (recta final) es de destacar que el resto de los sectores (Stakeholder groups) de nuestro comité local, compartieron los mismos comentarios. La única diferencia fue que para algunos el peso de los comentarios ameritaban una votación negativa (Industria y Trabajo), pero para el resto no eran lo suficientemente pesados como para alejarse de una votación positiva.

Respecto de la norma

La complejidad del proyecto ISO 26.000 no lo es solamente por la teoría de “muchas manos en un plato…” que arriba explicamos, puesto que el propio objeto de estudio, la Responsabilidad Social en sí misma lo que le confiere complejidad intrínseca al desafío iniciado en el 2004.

Un tema complejo se abordaría con un proceso también complejo.

Es importante insistir que detrás de toda norma técnica, existen intereses y motivaciones que van más allá de la necesidad técnica de contar con una herramental determinado. Ya no hay lugar para las ingenuidades en estos ámbitos y no son tan ocultos los intereses políticos, sociales, comerciales, corporativos, ideológicos con que se cargan las organizaciones, los países y sus negociadores.

En el caso de la 26.000, el objeto a normalizar tiene en su misma esencia, posiciones políticas y motivadores ideológicos muchas veces contrapuestos entre los sectores como también dentro de los sectores (stakeholder groups) puesto que no se estaba discutiendo precisamente sobre partículas por millón o micrones. En cambio sí estábamos poniéndonos de acuerdo, por ejemplo, qué y cuáles son los criterios para decir que una norma de comportamiento  es “universalmente aceptada”.

Muchos críticos a nivel global, aún hoy luego de aprobarse el paso a la última etapa (FDIS), siguen manteniendo que no es adecuado llevar a una norma técnica, cuestiones de índole política y social.

Respecto a la estructura de la norma

Simplificando al máximo, la Norma Guía tiene una estructura que reposa sobre una serie de principios ya existentes es decir, que salvo excepciones, se intentó no inventar la rueda.

Estos principios rectores son: Accountability, Transparency, Ethical behaviour, Respect for stakeholder interests, Respect for the rule of law, Respect for international norms of behavior, Respect for human rights

Estos constituyen los valores contextuales (axiológico – normativo dirían los académicos) en el cual se encolumnan los famosos “Core Subjects”  de la norma guía, siendo estos los grandes temas o componentes fundamentales de la RS.

Es decir que todo aquello que NO se encuentra dentro de estos Core Subjects no son considerados componentes de la RS, al menos para el objeto de la 26.000.

Igualmente resulta difícil encontrar lagunas cuando estos core subjects son: Organizational Governance, Environment, Consumers Issues, Human Rights, Labour Practices, Fair operating Practices, Community Involvement.

Reitero que estos son los “grandes temas” de los que luego se desagregan otros importantes conceptos herramentales, hasta ahora solo presentes en el terreno del empirismo o del mundo académico, tales como Esfera de Influencia, Cadena de Valor y Stakeholder Engagement por citar algunos.
La norma cuenta además, con algo similar a una introducción conceptual de la RS, sus orígenes, evolución y antecedentes, que si bien ha sido criticado por tener un tono académico, resulta a nuestro entender una buena pieza que ayuda a contextualizar  tanto la norma guía como también muchos de sus conceptos.

Por último cuenta con un muy discutido Anexo, en donde se listan las principales iniciativas relacionadas a la RS y sus core subjects.

Este anexo, y así se procuró que lo explicite la norma guía, NO debe ser considerado como las herramientas que la ISO 26.000 “recomienda”, puesto que solo los identifica según su origen, objeto y alcance. Están correcta y pedagógicamente bien separados,  evitando mezclar o confundir entre lo que constituyen Acuerdos Internacionales o Intergubernamentales, de iniciativas o herramientas privadas.

Responsabilidad Social Empresaria (RSE) – Responsabilidad Social (RS) – Desarrollo Sostenible (DS)

Hasta hace muy poco tiempo, presentaciones, artículos y papers afirmaban categóricamente que “no existe una definición universalmente válida sobre RSE”.

Hoy día, nos guste o nó, ya no es más esta una afirmación válida. Y quizás sea éste el mayor subproducto de este proceso de la ISO.

La definición de RS (fíjense que la falta de la “E” no es una omisión involuntaria) lejos de ser perfecta es, reitero guste o no, una definición ampliamente consensuada por este proceso.

No voy a transcribir la definición, pero es importante resaltar que de la misma se desprende fundamentalmente que la RS implica una responsabilidad voluntaria (como lo es también la misma guía) y cuyo objetivo último de la RS es ni más ni menos que contribuir al Desarrollo Sostenible.

Ante la debilidad argumental y académica que pueda esgrimirse respecto a este link entre RS y DS, se impone con fuerza una “realpolitik” toda vez que la norma fuera abordada y consensuada por más de 90 países y 420 representantes de los 6 stakeholders mencionados.

Si bien la norma incluye y desarrolla el concepto de Esfera de Influencia y de Cadena de Valor, estipula sin ambigüedades que las organizaciones son responsables por sus propios actos, sin perjuicio que hagan sus mejores esfuerzos en promover (ya no implementar) la RS dentro de su esfera de influencia y teniendo en cuenta las expectativas de sus grupos de interés. Esto es un criterio de realismo que afortunadamente quedó plasmado en la última versión.

Respecto de su aplicabilidad

Extensión y tamaño, lenguaje de jerga, legibilidad y otros argumentos han sido expuestos para poner en tela de juicio la aplicabilidad de la norma. Personalmente creo que en la mayoría de los casos han sido más excusas institucionales que preocupaciones genuinas. Sin embargo no se puede garantizar que la norma guía sea universalmente aplicable al mundo de las micro y pequeñas organizaciones.

Se han hecho y negociado muchos aspectos de la norma para observar la aplicabilidad para SMO’s (Small and Medium Organizations) y se ha ganado mucho terreno en esto.

Por ejemplo, en este último plenario, en lo que respecta a “Organizational Governance” junto a otros colegas de Industry hemos acordado proponer que sea reconocido en el texto explícitamente que NO necesariamente este concepto implique una estructura organizacional, como también que el apartado reconozca a aquellos mecanismos informales que una pequeña organización puede desarrollar respecto a temas de Governance. La propuesta fue aceptada afortunadamente, y viene a achicar la brecha de aplicabilidad para SMO’s.

Hay que recordar que hay otro aspecto esencial de “aplicabilidad” no relacionado con el tamaño de la organización, sino con el “tipo”de organización.

Estamos hablando de que cuando la condiciones que en el 2004 se pusieron respecto a que la norma debería ser “aplicable para todo tipo de organizaciones” dicho mandato estaba más orientado a que NO sea solo una herramienta de uso corporativo/empresarial, sino que la norma pueda ser aplicada y adoptada por ONG’s, Universidades, dependencias públicas, cuarteles de bomberos, es decir a las organizaciones como genérico y no solo a empresas.

Por ello es que la norma habla de RS y no de RS(E).

Si bien resultaría muy saludable que pueda ser aplicable por organizaciones pequeñas, la lógica y antecedentes nos muestran que no existe iniciativa o herramienta en el mundo que garantice a priori el acceso para micro-organizaciones. Y esta no es la excepción.

Recordemos que a través del concepto de Cadena de Valor y Esfera de Influencia, quizás no serán las organizaciones o empresas de muy pequeña estructura los principales usuarios de la norma, pero si pueden ser beneficiarios de los efectos de la misma.

Por otra parte, al ser una norma que NO constituye un “sistema de gestión” es decir que NO tiene requerimientos, sino más bien recomendaciones, la hace por lejos, más accesible para las pequeñas organizaciones.

Que la norma NO sea objeto de certificación, como bien lo expresa el documento en varias partes del mismo, es un factor adicional de su accesibilidad. Sobre todo en lo que a costos se refiere.

Si bien la norma es integral, es decir que debe tomarse como un todo, debiendo evitar elegir y quitar partes fuera de su contexto, la norma deja bien claro que si bien todos los “core subjects” son relevantes para todas las organizaciones, esto no debe entenderse que deban implementarse acciones en todos estos core subjects, ni que todos sus componentes (issues) así lo sean. Otra muestra de realismo y pragmatismo que queda en su versión última y que también abona a la aplicabilidad para todo tipo de organizaciones.

Lo que muchos expertos resaltan y enfatizan respecto de la “aplicabilidad para todo tipo de organizaciones” es que promueve el level the playing field. Al hablar de RS y no de RSE, conceptualmente implica que todos los actores sociales son plausibles de ser “socialmente responsables” y no solo el sector empresarial.

Con algunas diferencias, con la misma vara con que uno actor juzga a otro, podrá y deberá medirse a sí mismo respecto a su compromiso con la Responsabilidad Social.

Que sucedió antes y durante Copenhaguen.

En la última votación de  febrero de 2010 se aprueba que, la versión que sería consensuada luego en el Plenario de Copenhagen, pasaría a la Fase FDIS. Es decir que ese texto a consensuar, salvo errores y mejoras editoriales, sería la versión definitiva antes de la publicación y lanzamiento de la norma.

Esa votación de febrero, que generó además 2300 comentarios, tuvo la siguiente componente: 56 países votaron positivamente, 15 países votaron negativamente y 6 se abstuvieron.

Con estos resultados y de acuerdo a las reglas de ISO, se aprueba con holgura el paso a la fase FDIS. En consecuencia Copenhagen sería ahora sí, el último plenario del proceso ISO 26.000.

Esto generaría una gran presión sobre los expertos delegados puesto que las propuestas a negociarse en Copenhague debían ser lo suficientemente concretas para aprovechar esta “ultima chance”, pero también lo suficiente “aceptables” por el resto del plenario (sectores y países), para evitar abrir discusiones en temas ya consensuados, lo que generaría un bloqueo del proceso en una fase que no permitía una extensión del juego.

Para muchos, ese escenario de un Copenhague conflictivo, constituía una muerte de facto del proyecto 26.000. Para otros no era tan grave, pero sin lugar a dudas era un interrogante el impacto de un fracaso Danés sobre la salud de la norma guía.

En medio de este clima, se sumó otro factor de presión para los negociadores, cuando un mes antes del plenario, China e India hacen público  las intenciones de negociar con extrema dureza en el plenario de Copenhague. Justamente sobre una serie de temas que no eran accesorios ni menores.

Estas posturas tenían como argumento, en los posibles impactos sobre el comercio que la norma podría generar, por el potencial uso (en realidad uso indebido) de la misma como barrera para-arancelaria.

Si bien esta preocupación resulta razonable, incluso Industria/Argentina la presentó formalmente durante 3 plenarios, la discusión habría sido ya negociada y zanjada en 2008 con algunas salvaguardas aceptables. Por eso, más allá de las razones, resultaba en un todo extemporáneo presentarlo como “main concern” justo en el último plenario del proceso.

A esta incertidumbre “geopolítica” de India y China, se suma que una semana antes del plenario, Emiratos Arabes esgrime un reclamo respecto a la inclusión del término “sexual orientation” en el apartado que trata el tema de la no discriminación.

Emiratos Arabes argumenta que es inaceptable para ese país, incluso hicieron extensión a los 22 países del Golfo, puesto que sus leyes como también su cultura y valores, permitirían la discriminación por orientación sexual.

China, India y ahora Emiratos Arabes, parecían presentarse como un bloque dispuesto a imponer posiciones con inusitada fuerza, lo que muchos vieron como un factor de desestabilización en este “ultimo plenario”. Se hablaba informalmente de estrategias y ardides de primer nivel para lograr estos cometidos.

Mucho ruido y pocas nueces… una vez en Copenhagen antes del plenario, ya se percibía una cotización a la baja de aquel escenario crítico, a través  de algunas señales “entre pasillos” y conversaciones informales entre delegados que relativizaban bastante aquel temido “despliegue desestabilizador”.

Sin embargo, fue asertivo el llamado a la prudencia que fuera desplegado en las primeras reuniones sectoriales (stakeholders group). En mi caso, Industria, con mis colegas del resto del mundo nos pusimos de acuerdo en NO llevar nuestras objeciones al plenario, sino más bien, comprometernos a trabajarlas “renglón por renglón” en las reuniones de Grupos Chicos, para evitar encender un clima de discusión que podría ser utilizado con otros propósitos.

Es decir, no se dejaría lugar, al menos intencionalmente, durante este último plenario a los discursos altisonantes, puestas en escenas, o rasgaduras de vestimentas por causas y posturas. Y así se comportó este numeroso grupo.

El plenario contó con la apertura formal por parte del Príncipe de Dinamarca quien en su discurso dio por hecho la aprobación de un texto definitivo, coincidiendo con las palabras del Secretario General de la ISO – Rob Steele – quien su sola presencia era mucho más que simbólica.

Los 2300 comentarios surgidos en la votación de febrero, se agruparon en lo que serían los 15 Copenhagen Key Topics, que deberían ser resueltos en plenario ante 470 asistentes en una sesión y media. En estos 15  estaban incluidos los álgidos reclamos de China, India y Emiratos Arabes. Todo un desafío de liderazgo, tolerancia y capacidad para negociar.

Casi sin retrasos, fueron resolviéndose uno a uno con inusitada agilidad  la casi totalidad de estos 15 Key Topics.

Los puntos vinculados a los reclamos de China e India sufrieron algunas demoras más por la redundante insistencia de los delegados de esos países, que por oposiciones fundadas, aunque terminaron presentando como formalidad sus “oposiciones sostenidas” , a los que se sumaron Canadá y Estados Unidos.

Ahora quedaba claro, que aquél temido “despliege desestabilizador” no eran más que tediosas e insistentes alocuciones de mediano nivel técnico, en donde lo extemporáneo se hacía aún más visible, puesto que sus argumentaciones ya habían sido discutidas y superadas con soluciones “sub-optimales” en plenarios previos.

Al final estas posturas díscolas terminaron siendo diluidas por otras propuestas de mayor calidad, tanto de las autoridades del plenario como de delegados de otros países.

Fue así que los 15 Key topics fueron resueltos en tiempo y forma, con algunas pelotas pateadas que luego los “grupos chicos” deberíamos resolver y porque no, aprovechar.

Hubo claro, una excepción respecto a la forma de solucionar el conflicto respecto del concepto de Sexual Orientation.

Para empezar, este tema no tenía aspecto alguno de ser una excusa o ardid de negociación. Tampoco podía ser tildado de extemporáneo puesto que el concepto Sexual Orientation fue recientemente introducido en el borrador. Por ello es que se trató de manera especial.

Se creó un grupo ad hoc de casi 40 personas, de diferentes países y sectores, liderados por una representante de Bahrein, y en 48 horas de trabajo intenso consensuaron un reemplazo al término Sexual Orientation, que si bien no alegraba a todos, conformaba lo suficiente como para “poder vivir con ello” como se suele decir en la ISO.

Personal Relationship es el reemplazo que dentro de su contexto, no resulta lo explícito que algunos pretendían, pero tampoco parece por ello un mero eufemismo. Lo perfecto es enemigo de lo bueno.

Superados o al menos encaminados los “grandes temas” de controversia en tiempo record, los grupos chicos, a los efectos de mi sector al menos, resultaban críticos y sumamente atractivos, puesto que: a) era la última oportunidad para mejorar algo del borrador, b) no eran multitudinarios, c) los ánimos para no trabar el proceso mejoraban las probabilidades para mejoras puntuales, d) Luego de seis años de construir confianza, había un clima de empatía que había que aprovechar.

Llevaba conmigo, a modo de mandato del sector al que represento, sugerencias puntuales en Sustainable Procurement, Consumer Issues, Environment, Organizational Governance y en Sphere of Influence. No era mucho, pero mis expectativas tampoco eran demasiadas.

Sin embargo, y entre otras causas por el clima amigable que antes explicara, encontramos una inesperada aceptación favorable en muchos de estos puntos.

Debo destacar una actitud muy abierta y razonable por parte de representantes de otros sectores con quienes durante años no habíamos logrado ese nivel de sintonía. No sabemos todavía, si se trata del efecto “ultimo plenario” o de un proceso de aprendizaje y conocimiento mutuo que maduró justo cuando el mismo concluye.

Luego de 6 días de intenso trabajo se cierra el plenario, el último plenario de la ISO 26.000, con un amplio consenso formal, pero también un consenso percibido por expresiones de alegría para muchos y satisfacción moderada para otros. Sin duda la culminación de un proceso de esta magnitud, genera para todos y más allá de los resultados, la sensación liberadora propia de una tarea culminada.

En medio de ese clima de euforia, la oposición sostenida de USA (gobierno), Canadá (Gobierno), China e India en sus temas candentes, parecía una formalidad contrastante.

Con todo esto, se aprueba el texto de Copenhagen, en carácter de lo votado en febrero, como FDIS (Final Draft International Standard). Este borrador final, luego de correcciones de edición, será circulado por dos meses, para su votación final.

Que sigue luego de Copenhagen

Este último borrador (FDIS) será circulado durante agosto y setiembre, y luego será votado por países, es decir un voto por nación.

El plenario de Copenhagen, habiendo sido el más numeroso y con presencia plenaria de casi todos los países involucrados, nos brinda un pronóstico para lo que sería el voto de setiembre próximo.

Recordemos que a diferencia de China e India, las oposiciones de Canadá y USA durante el plenario fueron parciales, puesto que no fueron oposición nacional sino en realidad de los representantes de sus Gobiernos. Siendo un proceso multi stakeholder, estos representantes gubernamentales deberán convencer de votar NO al resto de lo que conforman sus respectivos comités locales.

Respecto a esta votación, como el párrafo anterior no deja de ser una modesta opinión de quien suscribe, paso a explicar entonces los caminos que pueden darse si, eventualmente, el NO se impone en la votación de setiembre próximo.

El TMB – la autoridad técnica máxima de ISO – puede ante una votación negativa del último documento: a) modificar el documento y volverlo a la fase FDIS o previa, b) publicarlo como Techical Specification   c) cancelar el proyecto.

El festivo clima de Copenhagen y otros indicadores, como la votación de febrero 2010, indican que esta hipótesis es altamente improbable. Por otro lado, la OIT, quien en el proceso ISO 26.000 tiene un status de alto nivel institucional, no presentó objeciones en esta última fase, lo cual significa el apoyo de lo que constituye quizás el organismo intergubernamental de mayor jerarquía.

Previsiones para el escenario post publicación

Más de una docena de Resoluciones fueron emanadas en Copenhagen, siendo la mayoría de ellas relacionadas con las continuidades y discontinuidades de la estructura del proceso ISO 26.000 una vez lanzado el producto al mercado.

Las palabras clave en este escenario post publicación son “interpretación” y “uso indebido” de la norma guía.

Al ser una norma técnica sobre una temática que no lo es tanto, y al contener muchos conceptos y vocablos que fueron objeto de negociación, el texto definitivo indefectiblemente va a tener cierto grado de discrecionalidad por parte de quien lo lea y lo aplique.

Por citar un ejemplo tratado en este artículo: que puede llegar a entender un mero usuario/lector de la norma guía cuando lea personal relationships si ignora que este vocablo viene a reemplazar a otro del cual no queda rastro alguno en todo el texto?.

Similares a este ejemplo sin mucho esfuerzo se me ocurren varios más, incluso de temas mucho más críticos, por lo que la interpretación correcta de la norma guía debería contar con alguna tutela institucional, al menos temporalmente.

Por ello y con atinado criterio se crea en Copenhague por resolución, el Post Publication Organization (PPO), instituto que tiene por objeto mantener memoria institucional, asesorar respecto a la interpretación de la norma guía, trasladar temas a organizaciones intergubernamentales , preparar el proceso de revisión sistemática de la norma (usualmente cada tres años) y por último, pero no menos importante, ayudar a la correcta difusión de la herramienta para evitar usos indebidos de la norma guía.

Los miembros de este grupo especial, fueron elegidos por cada sector (stakeholder group) por votación y se suman los Chairs del Comité de Trabajo. Argentina tiene un lugar en este espacio, al haber sido elegido por mis colegas del Industry Stakeholder Group.

Otra decisión que complementa a esta iniciativa de preservar memoria institucional y evitar los usos indebidos, es la resolución en la que ISO recomienda a sus socios involucrados en el proceso (IRAM en nuestro país) que mantengan ya no el comité espejo, sino un Comité de Expertos conformado por los representantes de los 6 stakeholder groups.

El mal uso, o uso indebido de la norma, no es una preocupación para nada despreciable. Hay más de cien mil entradas en Google sobre “certificación de la ISO 26.000”, aún cuando ha quedado explícitamente claro en el texto de la norma que esto es considerado una interpretación errónea del objeto de la misma.

En línea con esta preocupación, el mismo Secretario General de la ISO, Rob Steele hizo una fuerte declaración al respecto anunciando su directa instrucción a la Foro Internacional de Acreditadores (IAF), para que sepan cómo actuar al detectar casos de esta naturaleza, y por ende evitarlos.

IRAM en la Argentina viene haciendo una prudente e incansable campaña de concientización respecto a que esta norma guía, no solo no es certificable, sino que tampoco constituye un sistema de gestión, en los términos de lo que se entiende como Management System Standard para la ISO.

Los miembros del comité de expertos local (ex comité espejo) también han sido excelentes difusores transmitiendo con notable corrección, hacia sus grupos de pertenencia, conceptos y expectativas realistas.

Pero con todas estas previsiones y con las que se puedan seguir tomando, son las organizaciones, y las empresas quienes tienen la mayor responsabilidad de utilizar la guía para lo que  realmente fue desarrollada. Estamos hablando de una herramienta para brindar orientación a las organizaciones en desarrollar o mejorar sus estrategias, políticas y acciones en el marco de la responsabilidad social, teniendo en cuenta las expectativas sus grupos de interés y promoviendo la misma dentro de su esfera de influencia. Suena a poco, pero no lo es.

Fuente:
Contenido: http://www.comunicarseweb.com.ar







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