Por Stakeholders

Lectura de:

Por: Iraida Manzanilla Guerra
Directora de Iniciativa Latinoamericana (Venezuela)
Representante de América Latina en la Junta Directiva de IAVE (International Association for Volunteer Effort)

¿Se trata de una interpretación semántica o de una comprensión correcta de lo que el Voluntariado implica? La respuesta es sencilla: quienes actúan solidariamente son las personas, no las empresas o corporaciones, ya que éstas son entes jurídicos, abstractos, que no realizan las acciones de buena voluntad. Son los trabajadores, empleados o colaboradores, según sea la manera de llamarlos de acuerdo con la cultura de cada empresa, los que donan su tiempo, su trabajo y su talento al servicio de los demás.

La forma más utilizada para identificar este tipo de acciones convocadas u organizadas en el ámbito empresarial es la de Voluntariado Corporativo. Esta denominación viene de la cultura anglosajona, en cuyos países encontramos las primeras experiencias de este tipo de voluntariado. En la mayoría de los países de habla hispana también es la forma más aceptada. Lo importante es cómo definimos esta estrategia de responsabilidad social empresarial.

El concepto ha variado y se ha enriquecido en el tiempo. Se trata de un conjunto de acciones cuya iniciativa puede surgir de los empleados o desde la empresa, con el propósito de contribuir al desarrollo social en su sentido más amplio, de forma organizada y coordinada, atendiendo las necesidades de una organización o de una comunidad. Kenn Allen, en su libro La Gran Carpa, ofrece una definición sencilla pero que permite abarcar muchos matices: “Cualquier esfuerzo por parte de una empresa para alentar y apoyar el voluntariado de sus empleados en la comunidad”.

Corresponde a cada empresa definir las especificidades de su programa para hacerlo a su medida y que sea reflejo de su visión de compromiso social.

En el mundo empresarial se busca el rendimiento óptimo de la inversión y ello depende no sólo de factores externos como el mercado o las regulaciones, sino también de quienes están involucrados en la empresa: la gente, los empleados. Por ello se plantea que un programa exitoso de Voluntariado Corporativo contempla beneficios para todos los involucrados y construye un balance estratégico entre las prioridades de la empresa, los intereses de los empleados y las necesidades de la comunidad.

Las prioridades de la empresa tienen que ver con las características propias del negocio y de sus políticas de RSE, lo cual ayudará a definir y proponer campos de acción solidaria: salud, educación, ambiente, emprendimiento, etc. Los empleados convocados e invitados por la empresa a ejercer su vocación solidaria, seleccionarán libremente y de acuerdo a sus intereses y habilidades, las actividades en las que participarán.

El tercer factor del balance estratégico es una comunidad o una organización, las cuales plantean sus necesidades y requerimientos de apoyo de los voluntarios. El reto para quienes coordinan el programa, es el de identificar aquella comunidad u organización que pueda incorporar a los voluntarios en actividades y tareas específicas en función de sus talentos e intereses y en de los campos de acción social estratégicos para la empresa.

Otro reto importante es conocer la declaración de Naciones Unidas de 2015 sobre los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), ya que se espera que los distintos sectores de la sociedad los tomen en cuenta en el momento de definir sus estrategias y prioridades. Esta inversión de tiempo, talento y trabajo en la planificación del Voluntariado Corporativo, genera beneficios para todos los involucrados: la empresa fortalece su política de compromiso con la comunidad, los voluntarios actúan solidariamente de manera organizada y la comunidad u organización recibe apoyo para potenciar su misión y atender a sus beneficiarios.







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