Por Stakeholders

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El pasado lunes 8 de agosto se denominó el “Earth Overshoot Day 2016” o “El día del exceso de la Tierra 2016”, pues hasta ese día los humanos hemos consumido lo producido todo lo que el planeta es capaz de reponer en un año. Hace diez años, esto sucedía recién a finales de septiembre, pero cada año se acorta el tiempo en que llegamos al límite. 
Hemos escuchado o leído demasiadas veces las consecuencias de este ímpetu infrenable: el cambio climático , la erosión del suelo y la pérdida de biodiversidad. Y la luz al final del camino parece alumbrar con más claridad luego de los acuerdos de Paris en diciembre 2015 y los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) adoptados en Nueva York en septiembre 2015.
Algunos países han optado por implementar el “Impuesto al Carbono”, es decir, obligan a ciertos sectores productivos a medir su generación de gases efecto invernadero y ponen un precio por tonelada de CO2 emitida. Así, obligan a las empresas a incluir en sus estados financieros una línea consciente: “más emisiones = mayores impuestos”. Otros estados desarrollaron el sistema “Cap and trade”, a través del cual se les asignan permisos de emisiones hasta por un límite que anualmente va reduciéndose. Todos los excesos deben ser compensados a través de la adquisición de Créditos de Carbono a un costo predeterminado.
En julio 2015 durante su visita a la Pontificia Universidad Católica de Ecuador, el Papa Francisco dijo: “Una cosa es cierta: ya no podemos seguir dando la espalda a la realidad frente a nuestros hermanos y hermanas, frente a la Madre Tierra”… “Estamos además invitados a cuidar el planeta, a protegerlo, a ser sus guardianes. Ya no se trata de una simple recomendación, esto es un requerimiento.”
No fue coincidencia que este discurso lo diera el Papa en Ecuador, pues es conocida su alta dependencia del petróleo y la minería mientras se atenta contra una de las más grandes biodiversidades del mundo como las Islas Galápagos.






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