Por Stakeholders

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En marzo del año 2000 en la ciudad de Lisboa en Portugal se da comienzo a una labor concreta sobre políticas de fortalecimiento de la competitividad…

  

 

En marzo del año 2000 en la ciudad de Lisboa en Portugal se da comienzo a una labor concreta sobre políticas de fortalecimiento de la competitividad, del crecimiento económico y social donde tanto los jefes de gobierno como de Estado de la Unión Europea abogan por el requerimiento de una contribución más activa del sector económico privado con el fin de lograr estas metas, dando de tal forma un impulso al sentido de responsabilidad social de las empresas con respecto a los desafíos europeos de empleo y desarrollo económico, es la primera referencia oficial sobre la Responsabilidad Social Empresarial (RSE) en Europa.

 

Pasado un año de esto el concepto se convierte en uno de los asuntos más relevantes de las agendas políticas de la Unión Europea siendo crítica frente a las políticas de las grandes corporaciones y empresas privadas; surge por la creciente necesidad de una mayor responsabilidad de los grupos empresariales con respecto a las reducciones empleados de planta y de los despidos en general junto con proponer lo imperioso que es la participación activa de las empresas en las políticas públicas de empleo.

Lo central en este ámbito de desarrollo empresarial es una responsabilidad social de los negocios, el fomento de las políticas y enfoques de gestión empresarial que sean mucho más favorables al crecimiento del empleo, el desarrollo de la empleabilidad de los trabajadores y sobre todo la prevención de la exclusión social, es lo que proponían en Europa cuando se empieza a acuñar el término de RSE lo que es bastante útil para comprender el trasfondo de la iniciativa y concepto en sí, cuestión que debe primar por sobre todos los intereses con el objetivo de extenderse adecuadamente hacia las diferentes partes que en intervienen en esta temática de RSE al ser algo no menos complejo por sus alcances en la realidad social y empresarial.

Si bien la lógica de la RSE logra obtener un rápido crecimiento en Europa por distintos motivos no deja de ser interesante analizar sus dificultades, ya que en una primera instancia hay analogías que no pueden ser pasadas por alto entre la veloz irrupción en el espacio político europeo de los discursos o bien declaraciones en conjunto empresariales sobre políticas socialmente responsables y una impotencia política como institucional que es propia del modelo social que prima en ese momento en algunas naciones componentes de la Unión Europea, siendo la principal contradicción con respeto a la RSE con su discurso de “buenas prácticas”.

Se enmarcan dentro de un contexto socioeconómico en que las desregulaciones, la privatización del sector público, la liberalización del comercio y la libertad de las empresas en invertir ya se encuentran plasmadas en el continente, dado que se experimenta un fenómeno de precarización laboral, una profunda desigualdad social y laboral, con lo que la exclusión en la década de 1990 del siglo pasado en Europa era perfectamente visible, fenómeno que pronto se extiende hacia otras regiones del mundo como en América especialmente en Sudamérica por sus efectos posteriores.

Para comprender mejor este concepto de RSE hay que revisar un poco de su desarrollo a partir de la emanación de un informe vital para que ella se instaure paulatinamente en el Informe Gyllenhammar que es el resultado de un grupo de expertos que se constituyen a pedido de la Comisión Europea en 1997 donde se analizan los cambios industriales con sus efectos económicos y sociales en la Unión Europea, dando como resultado un año más tarde el informe que trata las transformaciones económicas que se están generando en el continente por la apertura de nuevas factibilidades de crecimiento donde sus consecuencias tiene un efecto notable tanto en el empleo como en la cohesión social de sus naciones; siendo la mayor consecuencia el débil equilibrio entre lo privado y lo público donde los expertos de la Comisión señalan lo fundamental que es que “el sector privado asuma mayores responsabilidades en los procesos de cambio”.

Dicha cuestión debe traducirse en una mayor inversión en capital humano junto con el desarrollo de una confianza entre empresario y trabajadores como requisito central para el éxito de la economía europea, todo esto va a tener un gran impacto sociopolítico en la realidad de Europa y del mundo en general.

Uno de sus mayores impactos es su propuesta con respecto a las empresas que cuenten con más de 1000 trabajadores o empleados/as frente a las condiciones de empleo como las de trabajo existentes en la empresa tendrían una periodicidad anual, describiendo las modificaciones estructurales, organizativas previstas, la calidad del diálogo con los trabajadores o empleados/as y sus representantes, las políticas de formación de trabajadores para mantener su capacidad de empleo y de adaptación a las transformaciones tecnológicas unidas a los progresos y esfuerzos hechos en el ámbito de la igualdad de oportunidades.

De tal manera todos estos puntos o propuestas de desarrollo conforman los principios normativos de la RSE al entender que las empresas tienen responsabilidades no solamente frente a sus accionistas, sino que también hacia otros grupos que se ven implicados o bien afectados por el desarrollo de sus actividades empresariales o intereses.

Por Diego Padilla Zelada
Sociólogo
Universidad de Concepción de Chile
dpadillaz@gmail.com

 







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