Sin lugar a dudas, en el Perú, el ejemplo más gráfico y visible de economía circular tiene que ver con la operación de Cerro Verde, en Arequipa, y la PTAR La Enlozada ubicada en el área circundante de dicho yacimiento minero. Aproximadamente Cerro Verde ha invertido 500 millones de dólares en esta operación que trata las aguas servidas de la ciudad de Arequipa y evita la contaminación del río más conocido en dicha región: Chili.
Para los que habitualmente mencionan y utilizan el concepto de economía circular, se asocia el mismo a la gestión de residuos sólidos, reciclaje, ecodiseño, ecoeficiencia o eco –friendly, pero no necesariamente señalan que el punto de partida es cómo una infraestructura económica y social de calidad requiere conocer las condiciones territoriales en las cuales puede crear un mecanismo de licencia social sostenible.
El punto de partida: quién es mi stakeholder más influyente. Para hacer el ordenamiento correcto, debo ubicar en el territorio el impacto de colocar un proyecto de economía circular. Por ejemplo, en el caso de Las Bambas, ubicada en Challhuahuacho, Apurímac, un proyecto basado en economía circular podría incrementar una asimetría de ingresos que abone a generar un nivel alto de conflictividad en el territorio. Caso diferente es el de la ciudad de Arequipa, situada a minutos de la operación de Cerro Verde, donde la colocación de una planta de tratamiento de aguas residuales -PTAR para toda la población es un ganar-ganar para todos.
«El concepto anteriormente referido nos vincula a un tema con diversos vectores de análisis: salud, educación, tecnologías, medio ambiente, agricultura».
La empresa de agua en Arequipa (SEDAPAR) no hubiera podido a través del diseño tarifario existente, financiar un proyecto de tal envergadura y, por lo tanto, reutilizar las aguas servidas de la ciudad: una parte para las operaciones de la operación minera y, devolver el efluente no utilizado a favor de la agricultura, permitiendo garantizar alimentos saludables, asequibles y sostenibles para el mercado local e internacional.
Menciono Cerro Verde en diversas presentaciones porque este es su “compromiso con la sociedad arequipeña”; pero a su vez es también un pacto para garantizar su licencia social, así como incrementar la reputación y prestigio de la empresa que extrae cobre y molibdeno. Siguiendo la analogía con Las Bambas, una cosa es concertar en un distrito donde existe una predominancia de actividades agrícolas-pecuarias, lamentablemente de muy baja productividad, versus un conglomerado urbano como es la ciudad de Arequipa, donde hay múltiples servicios, actividades y una agricultura también cercana al espacio urbano arequipeño.
Esto último refiere a un ejercicio tan complejo como trabajar con comunidades campesinas: el tratamiento de aguas residuales busca como fin último eliminar contaminantes para permitir que el agua se reutilice de forma segura o se devuelva al medio ambiente sin dañarlo. Esto se logra mediante una combinación de procesos físicos, químicos y biológicos que eliminan sólidos, materia orgánica, nutrientes y patógenos, protegiendo la salud humana y los ecosistemas acuáticos.
El concepto anteriormente referido nos vincula a un tema con diversos vectores de análisis: salud, educación, tecnologías, medio ambiente, agricultura. He allí el gran mérito de quienes hace más de una década iniciaron en Cerro Verde el camino hacia la sostenibilidad y generaron una solución basada en economía circular. Hacia el futuro, valdría la pena hacer un estudio del impacto que ha generado en la calidad de vida de los que habitan en la ciudad de Arequipa. Por ejemplo: ¿cuántos miles de niños hoy no sufren de Enfermedades Diarreicas Aguda (EDAs), fruto de esta intervención en economía circular? Es por lo tanto un efecto que no solamente vale la pena valorizar sobre inversiones, sino sobre impactos en la vida de los arequipeños.









