En el mundo actual, la sostenibilidad ambiental ya no es un discurso aspiracional, sino una exigencia estratégica. En este contexto, la economía circular se presenta como un modelo clave para que las industrias dejen atrás el esquema lineal de “extraer, producir y desechar”, y transiten hacia sistemas que regeneren valor, reduzcan residuos y aprovechen mejor los recursos. Sin embargo, llevar este enfoque a gran escala en el Perú supone retos significativos que debemos enfrentar con decisión.
El concepto es sencillo: transformar los residuos en insumos, diseñar productos pensando en su ciclo de vida y apostar por la innovación como motor de competitividad. El desafío es cómo hacer que estas ideas se conviertan en prácticas extendidas y sostenibles en nuestras industrias.
«Debemos asumir el liderazgo apostando por la innovación, la cooperación y la visión de largo plazo».
- Retos institucionales y financieros: hoy, uno de los mayores obstáculos es la ausencia de marcos normativos claros y de una articulación eficiente entre políticas nacionales, regionales y sectoriales. A ello se suma la falta de incentivos fiscales y financieros que faciliten la inversión empresarial en circularidad. Sin reglas estables ni beneficios tangibles, la transición se vuelve más lenta y costosa, especialmente para las mipymes que enfrentan barreras de acceso a financiamiento y carecen de fondos verdes específicos.
- Retos tecnológicos e infraestructurales: otro punto crítico es la infraestructura insuficiente para el reciclaje y la valorización de residuos. La informalidad en las cadenas de acopio y la baja adopción de tecnología en las plantas industriales limitan la eficiencia energética y reducen la capacidad de innovación. Sin estándares técnicos ni trazabilidad confiable, los materiales reciclados no logran reintegrarse plenamente en la cadena productiva.
- Retos de capacidades y cultura: las brechas de conocimiento en ecodiseño, gestión de residuos y modelos de negocio circulares siguen siendo amplias. A ello se suma la alta informalidad en sectores como textil y plásticos, que impide avanzar en trazabilidad y seguridad laboral. Por otro lado, aún falta un cambio cultural tanto en las empresas como en los consumidores: mientras los primeros suelen resistirse al cambio por priorizar costos inmediatos, los segundos muestran una baja sensibilidad hacia la trazabilidad y sostenibilidad de los productos.
- Innovación y gobernanza, la gran oportunidad: si algo queda claro es que la circularidad no será posible sin una articulación sólida entre empresas, Estado, academia y sociedad civil. Necesitamos ecosistemas de innovación que incentiven la investigación, el desarrollo de nuevos materiales y la transferencia tecnológica. Asimismo, urge construir una gobernanza multisectorial robusta, con indicadores nacionales que permitan medir avances y tomar decisiones basadas en evidencia.
- Por último, un llamado a la acción: la economía circular no es una utopía, sino un camino inevitable si queremos que el Perú sea competitivo en los mercados globales y resiliente frente a la crisis climática. Cada reto identificado es, en realidad, una oportunidad para repensar cómo producimos, consumimos y nos relacionamos con nuestro entorno.
Desde la industria, debemos asumir el liderazgo apostando por la innovación, la cooperación y la visión de largo plazo. Porque solo transformando nuestros retos en oportunidades lograremos construir un país que produzca más valor con menos recursos, y que haga de la sostenibilidad el motor de su desarrollo.









