Por Alfredo Estrada - Director de ATC-Impactahub

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La historia empresarial ha pasado por transiciones claves que han traído a nuestra sociedad tanto avances como desafíos importantes. Desde la revolución industrial, pasando por la era de la gestión productiva y la globalización, hasta llegar a la revolución digital, cada etapa marcó una nueva forma de competir y generar valor. Hoy, esa evolución nos conduce hacia una nueva transición, más desafiante e interpeladora, que exige más soluciones que discursos para descubrir el verdadero motor del crecimiento y competitividad.

En la actualidad, el viraje hacia modelos empresariales sostenibles en la región avanza de forma prometedora. El diseño de taxonomías ESG, el impulso de la rendición de cuentas y del reporting, así como el pragmatismo ambiental, son mecanismos que vienen reformando el pensamiento empresarial. Es alentadora la celeridad en la creación de marcos normativos, instrumentos, guías, comunidades de práctica y ecosistemas que fortalecen este proceso. Sin embargo, como en toda transición, nada ocurre en el vacío, en contextos como el regional y, en especial, el peruano, la crisis política y la erosión de la confianza institucional son hoy los factores más críticos que ponen a prueba y hacen un llamado a la responsabilidad pública del sector empresarial, una responsabilidad que debe ser más real y menos declarativa.

» Las empresas deben asumir ese rol activo, no solo como un gesto político».

Transformar a las empresas para que sean más ciudadanas supone, por un lado, comprender desde su propia realidad la gobernanza y el rol institucional que la impulsa. Esta no es una tarea sencilla. Dos facilitadores clave para llevarlo a la práctica son el liderazgo coherente en todos los niveles y la integración del impacto sostenible tanto en las tareas operativas como en las estratégicas. Las empresas pueden iniciar este camino identificando brechas éticas, sociales y ambientales dentro de su modelo, revisando a fondo su cadena de valor y poniéndola bajo escrutinio desde una mirada sistémica. Asimismo, la capacidad de mejorar con transparencia y basarse en evidencia resulta determinante si se busca una gestión empresarial con verdadera trascendencia. Este ejercicio es esencial para enfrentar las amenazas que hoy impone, por ejemplo, la inestabilidad política devenida en crisis, la obstrucción de políticas públicas eficientes y la débil articulación entre el empresariado y el Estado. No habrá empresas con responsabilidad pública sin marcos sostenibles de colaboración y control ético.

La responsabilidad pública de las empresas nace de la creación o fortalecimiento de su responsabilidad interna. Como empresarios preguntémonos ¿cuál es el primer paso para trazar nuestros impactos?, ¿tiene relación y coherencia directa lo que decimos con lo que hacemos como empresa? Esta mirada crítica interna aparte de romper paradigmas tradicionales, legítima y empodera a la empresa conectándola con su perfil de actor público responsable, dándole espíritu y capacidad de creación de herramientas para colaborar con gobiernos locales, actores académicos y sociedad civil. En suma, la empresa en su rol híbrido (actor privado y actor con impacto público) crea un capital igual de valioso que la rentabilidad que la mantiene de pie.

Interpelar al Estado, además de ser un derecho, exige que el empresariado actúe con autoridad moral para hacerlo. Esta es una necesidad latente en la coyuntura actual en que vivimos. Las empresas deben asumir ese rol activo, no solo como un gesto político, sino como parte de la propia genética del modelo de negocio. No es un tema accesorio, requiere acciones críticas y una revisión profunda de sí mismas. Las organizaciones necesitan evaluarse, dejar de operar en piloto automático y recuperar su dimensión humana y pública, aquella que dio origen a la empresa como institución social. Es momento de preguntarse hasta qué punto se evidencia su capacidad empática y transformadora. ¿Pueden las empresas ser, al mismo tiempo, actores económicos, vigilantes del sistema y agentes reales de cambio para la construcción de un país sostenible?







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