Por Hayley Baker - Cofundadora y Gerente General de SustainaLab

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La sostenibilidad no avanza en solitario. Lo veo cada día: los desafíos que enfrentamos —climáticos, sociales y de confianza— son demasiado abrumadores si los intentamos abordar desde lo individual. En América Latina, y especialmente en momentos de incertidumbre, necesitamos volver a encontrarnos, escucharnos y actuar en conjunto.

En sostenibilidad hablamos mucho de colaboración, pero poco de escucha. Nos reunimos e intercambiamos buenas prácticas, aunque casi siempre entre quienes piensan igual, sin abrir espacio a voces distintas que podrían aportar nuevas perspectivas. A esto se suman dinámicas que limitan el diálogo real —agendas apretadas, preguntas filtradas y temor a incomodar— que nos llevan a exhibir logros en lugar de reconocer las brechas que aún debemos enfrentar.

He sido testigo de muchos intentos valiosos por generar diálogos multiactor en sostenibilidad que, sin embargo, terminan como exposiciones paralelas: el Estado hablando de políticas, las empresas de innovación y la sociedad civil de urgencias, sin verdaderos puntos de encuentro. Esa fragmentación deja la sensación de avance, pero no de transformación.

«El encuentro puede transformarse en un proceso sostenido de escucha, rendición de cuentas y progreso real».

Por eso, la próxima Cumbre Perú Sostenible tiene la oportunidad de marcar una diferencia si logramos conversar sin guiones, con transparencia y con moderaciones valientes que se atrevan a hacer las preguntas difíciles, incluso si eso incomoda. Solo así podremos avanzar hacia conversaciones más honestas y transformadoras, que reconozcan las tensiones y las brechas reales.

Desde Chile he observado con interés cómo Perú ha ido ampliando su conversación sobre sostenibilidad, incorporando a empresas y al sector público en una agenda que, aunque enfrenta tensiones institucionales, no puede postergarse. Participar en Lima será una oportunidad para compartir aprendizajes, pero sobre todo, para escuchar en un entorno que hoy demanda más honestidad y compromiso. 

El desafío no es cerrar el evento con un plan de acción, sino convertirlo en un punto de partida: que Perú Sostenible recoja los compromisos, dé seguimiento a los avances y mida la coherencia entre una edición y la siguiente. Así, el encuentro puede transformarse en un proceso sostenido de escucha, rendición de cuentas y progreso real.

Nos vemos en Lima, con la convicción de que “el poder de encontrarnos” puede cambiar el rumbo. Porque cuando nos encontramos de verdad —con apertura y propósito compartido— el cambio deja de ser discurso y se convierte en acción.







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