
Hablar de alianzas estratégicas suele hacernos pensar en convenios o contratos formales. En realidad son algo más básico: son confianza y propósito compartido. Son decisiones de construir juntos porque apostamos por sumar esfuerzos y lograr un impacto mayor del que podemos alcanzar solos.
Una verdadera alianza comienza con algo humano: la necesidad. Uno necesita algo del otro. El valor aparece cuando esa necesidad se convierte en una invitación a cocrear. Cuando ambos se atreven a sentarse en la misma mesa y preguntarse cómo crear algo que funcione para ambos. Cuando hay confianza, las conversaciones se vuelven más francas, los diagnósticos más precisos, y las soluciones más innovadoras.
Gracias a aliados estratégicos, Kunan ha destinado más de un millón de soles en capital semilla y 1300 horas de acompañamiento técnico a su red que reúne a 400 emprendimientos sociales y ambientales. Estas cifras son importantes, pero más valiosas aún son las puertas que se abren cuando una organización decide incluir a un emprendimiento social en su cadena de valor; cuando un medio de comunicación le da visibilidad; o cuando una universidad se compromete a acompañar su crecimiento.
«Ningún actor – ni el Estado, ni la academia, ni la empresa privada, ni las organizaciones sociales – puede cambiar el país solo».
Eso es lo que buscamos con Yanapiri, el programa que co-creamos entre L+1 y Kunan. Allí, los líderes de L+1 acompañan a los emprendimientos sociales de Kunan en procesos de mentoría que van mucho más allá de dar consejos. Son conversaciones profundas que retan, que presentan nuevas formas de ver los problemas y aterrizan ideas ambiciosas en planes concretos, creando redes de confianza y aprendizaje en las que todos crecen: los emprendedores ganan claridad y herramientas para multiplicar su impacto y los mentores vuelven a sus organizaciones con nuevas perspectivas, energía renovada y una conexión más viva con el propósito que los activa.
Hoy, seis de cada diez emprendimientos en Kunan están liderados por mujeres, y cuatro de cada diez están fuera de Lima. Esa diversidad nos recuerda que el talento y la innovación no faltan, sino que requieren puentes para crecer. Ahí es donde entran las alianzas. Estas ayudan a los emprendimientos, y también transforman a las empresas que deciden apostar por ellos. Hemos visto cómo estas integran proveedores con propósito a su cadena de valor, generando relaciones a largo plazo que benefician a ambos lados.
Ningún actor – ni el Estado, ni la academia, ni la empresa privada, ni las organizaciones sociales – puede cambiar el país solo. El futuro del Perú depende de nuestra capacidad de articularnos, de confiar y de trabajar en comunidad. Las alianzas bien diseñadas se convierten en motores de cambio, activan inteligencia colectiva y generan soluciones sostenibles. Cuando dos o más organizaciones deciden cocrear, dejan de sumar esfuerzos y empiezan a multiplicarlos. Ese es el poder de las alianzas: el poder de transformar realidades juntos.
Nuestra invitación es clara: si eres parte de una empresa, organización o institución que cree en el poder de transformar el país, conversemos y construyamos juntos. Las oportunidades para sumar están ahí. Lo que sigue depende de nosotros.