El 5 de junio de cada año se celebra el Día Mundial del Medioambiente, una fecha establecida por las Naciones Unidas para concienciar y movilizar a la humanidad ante los desafíos medioambientales que ponen en peligro nuestra salud y la del planeta. En este año en particular, se destaca el problema de la contaminación plástica como tema central: una crisis sistémica que impacta a todos los ecosistemas y sectores productivos, y que afecta directamente la salud de las personas.
La cantidad de desechos plásticos que contaminan es preocupante en extremo. Según el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), en la actualidad, el plástico constituye el 85 % de los residuos que terminan en los océanos. Si no se adoptan medidas urgentes, se estima que, para 2040, la cantidad anual de plástico que llegue al mar podría oscilar entre 23 y 37 millones de toneladas, lo cual equivale a unos 50 kg por metro de costa en todo el mundo. Sin embargo, los impactos no solo afectan al entorno natural: en 2021, el PNUMA sostuvo que la contaminación plástica genera pérdidas económicas en industrias como el turismo, la pesca y la limpieza costera, estimadas entre 6000 y 19 000 millones de dólares al año.
Un estudio reciente señala que el mundo genera 51,7 millones de toneladas de desechos plásticos al año, y la India es el principal emisor, con 9,3 millones de toneladas anuales. Según información de The Los Angeles Times de 2024, más de dos tercios de esta contaminación proviene del sur global, exacerbada por la falta de sistemas adecuados de recolección y tratamiento en ciudades densamente pobladas.
«Es crucial que las empresas incentiven el conocimiento ambiental entre su personal y asociados comerciales para convertir sus procesos en aliados del cambio ambiental».
La peligrosidad se extiende más allá de lo que podemos observar a simple vista: los microplásticos —trozos pequeños menores a 5 mm— representan una tercera parte del plástico que se encuentra en los océanos y ya han sido identificados en el aire, el agua y hasta en la sal que consumimos los seres humanos. Casi todos consumimos microplásticos por medio de la comida y el agua potable o incluso al respirar; esto genera preocupaciones significativas en relación con posibles efectos en la salud, como desequilibrios hormonales o problemas en el desarrollo y aumento del riesgo de cáncer.
Para las empresas es un momento de desafío y también de oportunidad, ya que, al incorporar los principios de la economía circular en sus operaciones comerciales y eliminar el uso de materiales desechables únicos, pueden innovar con el uso de envases reutilizables y mejorar su seguimiento medioambiental para reducir considerablemente su impacto plástico, además de generar eficiencias y fortalecer su imagen ante consumidores cada vez más conscientes.
La educación sobre el medioambiente juega un papel fundamental. Es esencial conscientizar a los ciudadanos, facilitar el acceso claro y preciso a información científica e integrar conceptos ambientales en la educación. Estas acciones moldearán generaciones sustentables y que demanden políticas efectivas.
Es crucial que las empresas incentiven el conocimiento ambiental entre su personal y asociados comerciales para convertir sus procesos en aliados del cambio ambiental.
Este Día Mundial del Medioambiente nos interpela como individuos, organizaciones y sociedad. No basta con pequeñas acciones individuales. Necesitamos una respuesta estructural, ambiciosa y basada en evidencia científica.









