
¿Qué es lo primero que nos viene a la mente cuando hablamos de finanzas sostenibles? Hoy en día, hablar de finanzas sostenibles sin profundizar en aspectos tan importantes como lo es la gestión de riesgos y su relación con el compliance, es casi como navegar en mar abierto, sin brújula. De hecho, el compliance, tradicionalmente enfocado al cumplimiento normativo, hoy amplía su alcance hacia implantación de una cultura ética en las organizaciones, adecuada gestión de riesgos (entre ellos los ambientales) y las buenas prácticas de gobierno corporativo; todos estos aspectos impactan directa e indirectamente en los flujos financieros de las empresas y en el valor reputacional de las mismas.
Hoy más que nunca, en un entorno empresarial donde el acceso a financiamientos depende cada vez más de criterios ASG, hablar de finanzas sostenibles ya no es una opción reputacional, sino una necesidad estratégica, debido a que las decisiones financieras exigen transparencia, integridad y prevención de impactos no financieros. No basta con comprometerse con el desarrollo sostenible: es indispensable gestionar los riesgos asociados, establecer controles eficaces y fomentar una cultura de cumplimiento en las organizaciones.
1. Finanzas sostenibles con integridad, más que inversiones “verdes”:
En este sentido, el objetivo de las finanzas sostenibles con integridad es canalizar el capital hacia proyectos que no solo generen rentabilidad, sino también generen un impacto positivo en la sociedad. Es así que, por ejemplo, empresas del sector infraestructura, energía o retail, que buscan financiamiento, deben demostrar que sus proyectos cumplen con estándares ambientales y sociales verificables. Para esto deberán contar con auditorías técnicas y mecanismos de verificación que evidencien y respalden las prácticas de sostenibilidad mencionadas.
2. Integridad como eje de la sostenibilidad:
En la otra cara de la moneda tenemos a la sostenibilidad sin integridad, que puede derivar en greenwashing, donde se exageran o manipulan compromisos ASG de las organizaciones para ganar reputación o acceso a fondos. Esto definitivamente representa un riesgo legal, reputacional y ético para las organizaciones. Considero que, para evitar el greenwashing es necesario realizar una comprensión clara sobre el impacto ambiental de la organización, sus operaciones y revisar las políticas de sostenibilidad que pudieran tener implementadas, así como también involucrar a la función de compliance desde el diseño de sus estrategias sostenibles para validar compromisos, lenguaje y prácticas reales.
3. Gestión de riesgos con enfoque ASG:
Definitivamente cuando hablamos de gestión de riesgos, no podemos pasar por alto los riesgos ambientales (desastres climáticos), sociales (conflictos comunitarios) y de gobernanza (corrupción) que afectan directamente los flujos financieros, las primas de seguros y el valor de marca de las organizaciones. Un claro ejemplo en el sector infraestructura es que un conflicto socioambiental puede detener una obra y generar pérdidas millonarias para la empresa, sin haber transgredido formalmente la ley. La recomendación práctica es que se actualice la matriz de riesgos de la organización incluyendo variables ASG, y se asegure que estos riesgos se integren en el sistema de gestión corporativo de la empresa.
4. Compliance como habilitador de sostenibilidad:
En resumidas cuentas, un Sistema de Compliance moderno ya no se limita solamente a prevenir delitos, sino también su alcance debe incluir el monitoreo de compromisos ESG, la gestión de conflictos de interés y la prevención del greenwashing. Debemos fortalecer nuestras áreas de compliance con perfiles profesionales capaces de evaluar riesgos no financieros, dialogar con las áreas técnicas y aportar con un enfoque ético en la sostenibilidad de la organización.
Las finanzas sostenibles requieren más que intenciones: requieren estructuras, controles y liderazgo ético. La integridad no es un suplemento, es el cimiento. En tiempos como los actuales, las empresas que logren alinear sostenibilidad y compliance no solo accederán a mejores condiciones de financiamiento, sino que ganarán la confianza de un mercado cada vez más exigente. El momento de poner a prueba la sostenibilidad es hoy. ¿Está tu empresa preparada para demostrarlo?