Microplásticos en la industria alimentaria: una amenaza silenciosa que exige acción inmediata

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Microplásticos en la industria alimentaria: una amenaza silenciosa que exige acción inmediata

Por Osmaro Villanueva

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Durante décadas, el plástico representó progreso y practicidad. Hoy, su degradación ha dado paso a una amenaza invisible que desafía la sostenibilidad de los alimentos que consumimos y la salud humana en niveles nunca antes imaginados: los microplásticos.

Estas diminutas partículas, menores a 5 milímetros, se han infiltrado en todos los ecosistemas —y, peor aún, en nuestro propio cuerpo. Están en el aire, el agua, los productos empacados, el pescado, la sal y hasta en la sangre humana. La industria alimentaria, gran usuaria de envases plásticos, enfrenta así un dilema urgente: rediseñarse o agravar una crisis sanitaria y ambiental que ya ha cruzado límites críticos.

Una amenaza que viaja del empaque al organismo

Los microplásticos provienen de la fragmentación de productos plásticos convencionales, así como de procesos industriales que los generan desde su origen. Su presencia en órganos vitales —como el hígado, la placenta, la sangre o la saliva— es una señal de alerta que la ciencia ya está documentando con preocupación.

“La evidencia toxicológica es alarmante”, advierte el químico farmacéutico Diego Colán Paredes. “Estas partículas alteran la flora intestinal, inducen estrés oxidativo y transportan metales pesados o compuestos químicos tóxicos, afectando funciones sistémicas”.

Un estudio de 2022 realizado en Países Bajos halló microplásticos en la sangre del 77% de los participantes. Otro, dirigido por el médico italiano Antonio Ragusa, los detectó en placentas humanas. Se trata, en efecto, de una contaminación que supera lo ambiental: invade el desarrollo humano desde su etapa más vulnerable.

Una crisis de salud pública incubada en la rutina

Según un análisis de la plataforma BusinessWaste.co.uk, los síntomas de exposición a microplásticos varían según el nivel de contacto: desde inflamación digestiva y alteraciones metabólicas, hasta daños pulmonares y afecciones cutáneas.

Aunque aún se investigan sus vínculos con enfermedades neurodegenerativas, autoinmunes o crónicas, su ubicuidad ya es suficiente para considerarlos una amenaza sanitaria global.

Un giro en las prioridades del consumidor

El rechazo a los empaques plásticos crece. Según el estudio Sustain to Gain 2024 de Kantar Perú, el 61% de los hogares peruanos expresa molestia por el exceso de plásticos y un 33% evita activamente productos con empaques innecesarios.

“Hoy, el 18% de los hogares ya toma decisiones sostenibles con impacto real”, explica Patricia Buchhammer, Advance Analytics Manager de Kantar. “El 68% usa bolsas reutilizables y el 41% opta por envases recargables. El consumidor exige coherencia ambiental a las marcas, y eso está cambiando las reglas del juego”.

Aunque el problema parece estructural, las acciones individuales son esenciales para frenar la exposición diaria. Según Buchhammer, ya la mitad de los hogares peruanos que llevan bebidas fuera de casa lo hacen en botellas reutilizables. Estas decisiones, aunque simples, envían un mensaje directo a las industrias.

Microplásticos en la industria alimentaria: una amenaza silenciosa que exige acción inmediata

La respuesta empresarial: innovación, ecodiseño y circularidad

Frente a este escenario, algunas empresas han optado por liderar con hechos. Pamolsa, uno de los principales fabricantes de soluciones de envasado en Perú, apuesta por una sostenibilidad activa basada en ecodiseño y economía circular.

“Nuestros empaques no usan aditivos que aceleren su fragmentación. Priorizamos monomateriales para facilitar su reciclaje”, afirma Gabriela Velarde, Gerente de Sostenibilidad. “Reducimos el uso de plástico por unidad, incorporamos materia prima reciclada y promovemos atributos funcionales sin comprometer la seguridad del alimento”.

La empresa también fundó Recicloplas, planta que ha procesado más de 50 mil toneladas de PET posconsumo y ha beneficiado a más de 2,500 recicladores. “Esto nos ha permitido reducir huella ambiental y generar impacto económico y social en diversas regiones del país”, agrega Velarde.

A la par, han desarrollado campañas educativas y códigos visuales en los envases para fomentar una cultura de separación y disposición responsable.

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Por su parte, Koplast Industrial, especializada en soluciones de transporte de agua potable, también integra principios de sostenibilidad en su operación. “Hemos invertido en tecnología para recuperar productos fuera de estándar y recircularlos, además de implementar un sistema interno que reduce el consumo de agua”, detalla Víctor Paz, jefe de Sostenibilidad.

Consultado por el impacto de sus productos en la salud, Paz sostiene: “Realizamos ensayos de toxicidad y utilizamos lubricantes de alta tecnología que garantizan la cohesión del material. Las tuberías de polietileno tienen menor coeficiente de fricción y eso reduce el desprendimiento de micropartículas”.

El rol de la regulación y la urgencia de incentivos

A nivel global, nuevas normas presionan a la industria a cambiar. La Unión Europea, con su Reglamento 2025/40, obliga a que todos los envases sean reciclables o reutilizables antes de 2030. En Perú, la Ley N.º 30884 prohíbe plásticos no reutilizables, y organismos como DIGESA e INACAL avanzan en normas técnicas para medir microplásticos en alimentos.

Pero aún falta un marco integral sobre su impacto en la salud humana. Para Edgar Martín Romero La Puente, Viceministro de Gestión Ambiental del Minam, el reto es sistémico: “El Perú genera 24 mil toneladas de residuos sólidos al año, pero solo reciclamos formalmente el 3%. Es clave involucrar a escuelas, gobiernos locales y ciudadanía”.

Romero precisa que para 2030 la meta desde el Gobierno, en línea con la Hoja de Ruta de Economía Circular, es llegar a reciclar el 10% de residuos a nivel nacional cada año.

Más que una moda, una transformación inevitable El debate sobre los plásticos ha dejado de ser solo ambiental. Se ha convertido en una prioridad de salud pública y un punto de quiebre para el modelo industrial alimentario. Reemplazar envases plásticos por soluciones biodegradables, rediseñar procesos productivos y educar al consumidor ya no es opcional.

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