
Para el año 2040, se espera que la demanda global de energía aumente hasta en un 30 % sobre los niveles actuales. Ante ello, la descarbonización del sector energético se ha convertido en una prioridad clave dentro de las políticas internacionales. El Gobierno peruano resalta la importancia de alcanzar la neutralidad de carbono, lo que requiere una transición significativa hacia fuentes de energía renovables. Dentro de este marco, la energía eólica y solar han sido reconocidas como esenciales para diversificar la matriz energética, destacando su bajo impacto ambiental.
El Perú se ha propuesto incrementar la participación de fuentes renovables no convencionales en su matriz eléctrica para el 2030, alcanzando un 20 % de la producción total de energía. Para respaldar este esfuerzo, en el 2024 se aprobaron cambios regulatorios orientados a dinamizar el mercado de energías renovables, esperando un aumento en el desarrollo de proyectos en 2025, incluyendo nuevos esquemas de financiamiento corporativo.
«El Perú se ha propuesto incrementar la participación de fuentes renovables no convencionales en su matriz eléctrica para el 2030».
En los últimos años, la industria de energía eólica ha expandido su alcance con el desarrollo de tecnologías de generación offshore, mediante estructuras fijadas al fondo marino, monopilotes y dispositivos flotantes, como plataformas semisumergibles o estructuras tensionadas. Estas instalaciones buscan aprovechar los recursos eólicos más constantes y potentes en aguas abiertas, lo que permite una producción eficiente y predecible de energía. No obstante, la viabilidad económica de los proyectos eólicos depende directamente de la disponibilidad de los recursos eólicos, los cuales podrían verse afectados por el cambio climático. En el estudio de Martinez & Iglesias (2024)1 que desarrolla modelos y proyecciones climáticas, se revela el rol fundamental del viento en la factibilidad de los proyectos eólicos. Las variaciones en su disponibilidad podrían tener un impacto profundo en la industria y se presentan evidencias de futuros cambios significativos en la distribución de los recursos eólicos en diversas regiones del mundo, incluyendo América del Sur. Por ejemplo, en Brasil, Paraguay y Venezuela, se anticipan incrementos sustanciales en la densidad de potencia eólica, superando el 100 % en algunas zonas, mientras que se esperan reducciones significativas de hasta un 50 % en zonas como el sur de Chile, Perú y la costa oeste de Colombia. Este fenómeno es particularmente preocupante en zonas donde la disminución del recurso eólico podría afectar gravemente el potencial de generación.
Esto demuestra que los riesgos climáticos tienen un impacto en la industria eólica, desde los cambios en las condiciones atmosféricas que modifican la disponibilidad del viento hasta el consumo energético y la infraestructura asociada. Si bien algunos países o regiones podrían beneficiarse de un aumento en la disponibilidad de viento, otras podrían enfrentar una reducción significativa en su potencial eólico. Los riesgos climáticos representan un desafío y una oportunidad para el desarrollo de energías renovables. Comprender y anticipar estos cambios es crucial para la sostenibilidad del sector.
La energía eólica tiene el potencial de traer importantes beneficios, reduciendo la dependencia de los combustibles fósiles. Aun bajo un escenario pesimista, la evolución proyectada de los recursos eólicos sigue siendo relevante, lo que resalta la necesidad de considerar los riesgos climáticos en la planificación de proyectos de energía eólica y la inversión en tecnologías innovadoras. La transición hacia energías renovables sigue siendo una prioridad global y, dentro de este contexto, la energía eólica se perfila como un elemento clave para alcanzar los objetivos de descarbonización y sostenibilidad ambiental en las próximas décadas.
- Martinez, A., & Iglesias, G. (2024). Climate change and wind energy potential in South America. The Science of the Total Environment., 957. https://doi.org/10.1016/j.scitotenv.2024.177675 ↩︎