Por Stakeholders

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Por Casandra Llosa Montagne 
Colaboradora Especial de la Revista Stakeholders 

Para pensar en un país desarrollado, necesitamos reparar los daños ocasionados por el conflicto armado interno que vivimos, donde muchas comunidades quedaron atrás y aún siguen atrás, por lo que es necesario pensar en un concepto de desarrollo integral que involucre variables históricas y lógicas propias de desarrollo para que las comunidades pasen a estar adelante.

Durante el conflicto armado interno vivido en el Perú entre 1980 y 2000, Sendero Luminoso buscaba empobrecer a las comunidades como una estrategia de dominación y sometimiento. Para ello, las desarticularon de redes de mercado, las descapitalizaron al destruir sus medios de producción y desarmaron el tejido social: atacando el liderazgo y al núcleo familiar, “así de un total de 22,507 víctimas (muertas y desaparecidas), 73% desarrollaban alguna actividad económica rentable para el sostenimiento de sus familias”[1]. Todo ello generó la extirpación de lógicas propias de desarrollo y el empobrecimiento de miles de comunidades.

Ante esta situación, la Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR) recomendó la creación de un Plan Integral de Reparaciones (PIR), que, aunque tarde, en los últimos años ha ganado protagonismo. Tuvimos la oportunidad de conversar con el Secretario Técnico de la Comisión Multisectorial de Alto Nivel (CMAN) del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos, Daniel Sánchez, quien nos explicó que “el Plan busca principalmente resarcir el daño, procurando que pueda ser atendido y volver al estado anterior, lo cual es muy complejo porque requiere una lógica integral”, sobre todo ante un Estado que aún es desarticulado ante políticas integrales y multisectoriales.

Para muchos lectores, quizás los años de conflicto armado interno se perciban como lejanos. Sin embargo, en muchas comunidades que fueron atacadas y dejadas en condiciones lamentables se trata de una historia reciente y forma parte de la memoria colectiva actual. Entonces, no es posible pensar una estrategia integral de desarrollo histórica, considerando el desarrollo como una condición que se logra desprendiéndose del pasado y solamente proyectándose al futuro.

En el enfoque de políticas públicas orientadas al desarrollo, muchas veces se insertan lógicas de desarrollo occidentales, o, en todo caso, ajenas a las lógicas de desarrollo existentes en las comunidades. Ante esta situación, amerita rescatar las formas colectivas de organización del trabajo tradicionales, además de otras condiciones sociales, políticas y culturales, formas que en muchos casos fueron debilitadas o destruidas en los años de violencia.  No obstante, mientras que el Estado no llegaba para reparar el daño, muchas familias se reinventaron luego de “la pérdida total o parcial de su patrimonio, lo que afectó seriamente su capacidad de reproducción material”. (CVR:2004).

Entendamos el concepto de desarrollo en el marco del derecho al desarrollo, que “es un derecho humano en virtud del cual toda persona y todos los pueblos tienen derecho a participar, contribuir y gozar de ese proceso particular de desarrollo.”[2] A su vez, este implica los principios de equidad y justicia, siendo responsabilidad del Estado buscar el desarrollo en un sentido más amplio, como la creación de condiciones que conduzcan a que todos los individuos gocen plenamente de bienestar, más allá del mero crecimiento económico.

El PIR considera dos sujetos de derecho al desarrollo: el primer sujeto, el individual, y el segundo, el colectivo. Para lo primero, se contempla la entrega de indemnizaciones económicas, atenciones en salud – sobre todo de salud mental – y becas de estudios. Para los sujetos colectivos, la CMAN cuenta con 100,000 soles para ejecutar proyectos en cada comunidad, a través de la gestión de los gobiernos locales, que en algunas ocasiones intervienen también con una contrapartida.  Los proyectos del PIR buscan reparar los principales golpes de Sendero Luminoso, es decir, zurcir el tejido social, reconstruir dinámicas productivas y encender el motor de la reproducción material.

Así, a la fecha, se han ejecutado 211 proyectos de reparaciones, entre los que destacan en la zona de la sierra: la ampliación de la frontera agrícola, con la construcción de reservorios de agua o la instalación de tecnologías para el riego; y, proyectos productivos con adquisición y capacitación para la crianza de ganado, animales menores y piscicultura. Mientras que, en la selva, destacan proyectos relacionados a la inserción de plantaciones alternativas a los cultivos de la hoja de coca. En ambas regiones se han construido también aulas para mejorar las condiciones de las escuelas y salones multiusos para fortalecer las instituciones comunales.

Una desventaja que encontraron en el camino fue la poca sostenibilidad de los proyectos, que, en muchos casos, por la falta de capacidad de gestión y presupuesto de los gobiernos locales, eran abandonados o distorsionados. Para resolverlo, la CMAN ha planteado establecer convenios con los gobiernos regionales, para que las direcciones técnicas se involucren en el acompañamiento y evaluación de los proyectos. Así, ya cuentan con un convenio con la Región de Ayacucho y están en proceso de firmar otros con Huancavelica, Junin y Pasco, esta última ha recibido a la fecha 2 millones de soles como parte del PIR, vemos así que los gobiernos regionales reciben inyecciones de presupuesto que amerita su involucramiento para la sostenibilidad de los proyectos.

Aún quedan retos pendientes como el de “incorporar los proyectos a una dinámica económica mayor, para que sean una pieza más del rompecabezas y cuenten con una lógica de desarrollo, en lugar de una lógica de subsistencia”, sostiene Sánchez. Para ello, se busca que las comunidades establezcan alianzas con programas productivos del Estado o incluso empresas relacionadas al sector productivo agropecuario o textil.

Por otro lado, respecto al apoyo con becas, recordemos que Sendero Luminoso atacó a las escuelas, consideradas siempre como motor de desarrollo y espacio de movilidad, las cuales fueron tomado por el terrorismo para transmitir su ideología, o, en ocasiones destruidas, y con ello aspiraciones y sueños de superación. Hoy, quizá no serán los padres, sino los hijos o los nietos quienes gozarán de las becas. Así, luego de seis años, se han beneficiado 1124 becarios del programa REPARED en el marco de beca 18.

Eladio Seráfico Nieto

Eladio Seráfico Nieto es uno de ellos, vive en Ventanilla, aunque nació en Huánuco, en el distrito de Choras. Es el segundo de cinco hermanos y perdió a su papá a los cinco años. Hoy, gracias al programa, acaba de graduarse de ADEX. En el último año de su carrera desarrolló, junto con otros compañeros de clase, una empresa que produce panetón con yacón, denominado “Yacotón” y, gracias a ello, ganó el premio al emprendimiento estudiantil promovido por su casa de estudios. Eladio es una respuesta al terrorismo, con educación para el desarrollo de él mismo, de su familia y de la sociedad.

En conclusión, el Plan Integral de Reparaciones es una iniciativa del Estado que permitirá reparar el camino al desarrollo, un desarrollo que contemple la variable histórica para reconstruir las lógicas de desarrollo auténticas que destruyeron los más de veinte años de violencia que sufrieron miles de comunidades de nuestro país. Este ángulo debiera ser articulado con las políticas públicas existentes, que buscan la equidad social. Así como formó parte de las estrategias de Sendero Luminoso debilitar y empobrecer a las comunidades para dominarlas, que sea la estrategia del Estado fortalecerlas para que sean líderes de su propio desarrollo, de manera que participen y contribuyan al desarrollo del Perú.

[1] Comisión de Entrega de la Comisión de la Verdad y Reconciliación. Hatun Willakuy, versión abreviada del Informe Final de la Comisión de la Verdad y Reconciliación. Lima, 2004, pp. 385

[2] United Nations. Realizing the right to development. New York and Geneva, 2013







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