Por Stakeholders

Lectura de:

Por: Bernardo Kliksberg
Asesor Internacional

La tormenta estalló en Silicon Valley. Se suceden las denuncias de discriminación de género. Comienzan por el reclutamiento. Según un análisis en The New York Times, las mujeres participan poco. Pregunta: “¿tienen alguna intervención en los reclutamientos?, ¿los paneles de entrevistas son realmente diversos?, ¿están disponibles las mujeres que trabajan en la organización para intercambiar sus experiencias con las candidatas? Muchas veces la respuesta es no”. Por otra parte, ¿pueden las empresas mostrar que las mujeres reclutadas podrán hacer carrera al mismo tiempo que tener una familia? Fuera de las grandes proclamas sobre la diversidad, ¿la inclusión de la mujer es realmente valorada?

Para algunos evidentemente no. Ese fue el caso del documento interno, escrito en Google, por un ingeniero en software. Para él hay diferencias biológicas que explican porque en la empresa hay considerablemente menos mujeres que hombres en posiciones ingenieriles claves, y en roles de liderazgo.

Las mujeres, señalan sin evidencia científica, tienen más altos niveles de ansiedad y una menor tolerancia al estrés. Como lo señaló el Director General de la empresa “cruzó una línea en diseminar estereotipos dañinos para las mujeres”. La discriminación es en Silicon Valley concreta: inclusión limitada de mujeres, posiciones menores, sueldos más bajos, dificultades para ascender.

Los estudios incluyen las starts ups. Según protestas de mujeres innovadoras, sus proyectos son discriminados en el financiamiento. Si esto sucede en la industria del tech, pueden esperarse datos globales como los que informa Davos: la brecha de género empeoró en el último año en 74 de 144 países, alcanzar la paridad económica puede llevar 170 años, las mujeres directivos siguen siendo un porcentaje reducido. Se necesitan cambios culturales y como señaló “pueden ser más lentos de lo esperable”.

Un reciente libro de Angela Saini “Inferior” destroza mitos. Muestra que la mujer no es el “sexo débil”, viven más años y se recuperan más rápido cuando se enferman, las diferencias en habilidades motoras o cognitivas son mínimas, hoy son mejores en matemáticas que los hombres.

Ha llegado la hora de llegar a las raíces culturales de la brecha de género, para liberar de una vez el inmenso potencial productivo de las mujeres, y afianzar en las empresas el camino de la diversidad.







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