Empecemos por las elecciones. ¿Qué espera de los nuevos representantes elegidos este último domingo?
Es una pregunta difícil. Como lo venimos diciendo en los últimos foros, en Perú se nota una ausencia de visión a largo plazo. [Esta falta] se ve en las regiones y en las municipalidades. La visión que tienen las autoridades siempre es cortoplacista, y no va más allá del período de gestión que tienen.
Me pregunto qué se puede esperar de una autoridad para cuatro o cinco años de gestión máxima. Si tuviéramos marcado un derrotero final y supiéramos, por ejemplo, dónde se encamina el Perú en los próximos veinte o treinta años, creo que las personas que salgan elegidas serían menos relevantes porque tendríamos un punto de llegada.
Hoy no es así, por tanto vamos como un péndulo, es decir, con cada elección, una nueva autoridad nos lleva a un extremo u otro. Ese es el problema.
El partido de gobierno, Perú Libre, no ha ganado en ninguna región, tampoco Fuerza Popular ni Acción Popular. ¿Cómo evalúa estos resultados?
Es preocupante desde el punto de vista de la institucionalidad de los partidos políticos. Una democracia que no se fundamente y se base en partidos políticos sólidos es una democracia débil. Deberíamos tener partidos políticos sólidos que puedan aglutinar todas las tendencias y saber hacia dónde van sus propuestas.
No [puede ser posible] que cada elección se forme un grupo con un caudillo a la cabeza sin predecibilidad hacia dónde caminará sus propuestas. Me preocupa la falta de institucionalidad.
-Uno de los problemas que ha detectado en un reciente análisis es que se utiliza la creación de nuevos distritos como bolsa electoral, pero no se le da prioridad a su desarrollo. ¿Por qué ocurre esto?
El Perú tiene este problema hace muchos años. Tiende a seguir dividiéndose. Tenemos un proceso de regionalización ausente: es simplemente una departamentalización cambiada de nombre. No existe una política que integre de forma social, económica y a nivel de proyectos y corredores económicos estas regiones; es una regionalización fallida.
Además, tendemos a crear nuevos distritos electorales. En las últimas seis semanas, se han creado 42 nuevos distritos. No sé si sea conocido, pero, ¿qué pasa con nuestro país?, ¿por qué seguimos dividiéndolos en distritos?, ¿es una visión para desarrollarnos o es una visión electoral de algún grupo político que quiere obtener poder en un solo distrito?
Así nos seguimos atomizando como país. Lima no puede tener 42 distritos. Uno cruza cuatro o cinco cuadras y ya está en otro distrito. Es una ciudad heterogénea justamente porque está super dividida. Lo mismo pasa en Perú. Estamos muy divididos.
-Usted ha dicho que “es una historia inconclusa” y que no hay regiones que puedan sostenerse por sí solas. ¿Cómo se explica esto?
Si ve la estadística de la producción nacional, notará que el 60% del PBI producción se encuentra en Lima. El resto del país, la mitad de las regiones, no llegan a un aporte del 1% del PBI. La pregunta es: ¿se puede hacer un país bajo ese esquema tan heterogéneo?, ¿podemos llegar a un país de primer mundo con un esquema tan heterogéneo?
Requerimos que las regiones tengan inversiones productivas, por eso hemos propuesto y editado El libro “Perú Regiones al 2031” para llevar inversiones productivas a las regiones. Es la única forma sostenida de avanzar hacia el desarrollo.
-¿Un virtual alcalde como Rafael López Aliaga calza para una Lima como la que ha descrito?
No me atrevería a hacer ningún tipo de afirmación al respecto. Espero que sea lo mejor para Lima. Todos queremos que llegue a desarrollarse de forma homogénea. Lima no puede seguir partida en 42 distritos con necesidades muy diferentes. Unos distritos tienen los recursos para hacer muchas obras. Otros, están prácticamente en el olvido. Esa misma foto de Lima la llevamos al Perú y ocurre lo mismo. ¿Cómo se deben agrupar? A partir de corredores económicos, esa es la propuesta que hacemos.
-En el Perú viven alrededor de 20 mil personas por distrito, a diferencia de otros países de la región que duplican esta cifra. ¿Por qué esta realidad es diferenciadora?, ¿qué explica esto como país?
Es un ejercicio que hicimos a nivel de países de la Alianza del Pacífico. En Chile, hay 58 mil habitantes por distrito. En Colombia son algo de 52 [mil], en México algo de 40 [mil]. Pero Perú solo llega a 20 mil pobladores por distrito. Eso nos dice que el país está super atomizado. un país dividido olímpicamente como el nuestro tiene un camino muy difícil para lograr ser homogéneo.
-¿Y qué propuesta podría ser viable ante esta realidad?
Para efectos del estudio, dividimos al país en cuatro grandes macrorregiones [según] cómo funciona la economía a nivel de estas regiones. Quizás sean pocas, pero a finales de los ochenta el Perú tuvo doce macrorregiones. Fue un buen intento de regionalización. Se juntaron regiones por criterio geográfico (cercanía), pero también por cómo interactuaban económicamente. Lamentablemente en los noventa este proceso se cayó y volvimos a los departamentos. En 2000 solo se les cambió el nombre por regiones.
Ahí hay un dato interesante. En 2000 se realizó una consulta popular en la que se pidió a las regiones opinar sobre las asociaciones entre ellas, es decir, que se junten para formar una macrorregión. Todos dijeron no, mantengámonos separadas. La población no entiende que así, divididos, no vamos a poder desarrollar sinergias.
Y desde el Congreso se siguen presentando iniciativas para creación de distritos. ¿Es eso viable, realmente esa debe ser la labor de los congresistas?
Justo estuve en la Comisión de Capital Perú explicando este problema, que el Perú no necesita más distritos. Lo que necesita es conectividad, desarrollar inversiones productivas, es lo único que nos llevará al desarrollo.
-Contamos con materia prima para explotar. Sin embargo, es una situación que no estamos aprovechando en diferentes zonas del país. ¿Por qué?
Perú vive de espaldas a sus ventajas comparativas, así de claro. Tiene 3200 kilómetros de mar, pero no hemos sabido aprovechar esta ventaja. Tiene muchos espejos de agua en la sierra y selva, pero no se ha desarrollado la acuicultura. Es el noveno bosque más grande del mundo, pero no somos grandes exportadores de madera ni hemos desarrollado la industria de la madera. Tiene muchos minerales, pero no ha aprovechado en agregar valor a esa materia prima.
Lo que se requiere es desarrollar políticas sectoriales para la industria, es decir, hacer y repetir lo que se hizo, por ejemplo, con la agroindustria. ¿Por qué Ica es hoy la región menos pobre?, ¿por qué tiene solo el 6.6 % de pobreza cuando otras regiones sobrepasan el 40 %? Porque ahí se desarrolló la agroindustria, se aplicó la Ley agraria. Si usted ahora pone un negocio en Ica y quiere contratar a un trabajador, le va a costar conseguirlo. ¿Cuál es la región que tiene el sueldo promedio más alto del Perú? Ica.
Se habla del milagro económico en Ica, pero es la consecuencia de actuar con criterio y haber fomentado las inversiones en el sector agroindustrial. Si esto se replicara a otros sectores -metalmecánico, textil, confecciones, plásticos y otros sectores productivos-, el Perú sería otro.
-Pero justamente cuál es el camino para aplicarlo en otros espacios o regiones.
Perú puede convertirse en uno de los principales exportadores de confecciones en el mundo. Lo puede hacer por sus ventajas comparativas, más allá de su algodón. Podríamos reducir el 50 % de impuesto a la renta, con la condición de que ese descuento del impuesto sea reinvertido en las industrias para generar más tecnología y más mano de obra. Todos ganamos. Eso pasa en la agroindustria.
Un dirigente gremial en Trujillo me comentaba que los trabajadores del sector calzado, en su mayoría informales, han migrado a la agroindustria, donde sí hay trabajo formal. Eso es lo atractivo para la población. Ese trabajador ahora es sujeto de crédito, pero eso lo da la formalidad. Tenemos el 77 % de informalidad laboral, pero hay regiones como Huancavelica que llegan al 95 %, es inconcebible.
-Sin embargo, el sector agroindustrial es uno de los que más denuncias ciudadanas recibe, incluso el año pasado hubo paro en regiones donde hay agroexportación. ¿Por qué ese descontento en la agroexportación?
No tengo duda que debemos hacer ajustes en las legislaciones. Hay que pedir a las empresas que incluyan más el tema social. Se puede mejorar el sistema, pero no negar que es el camino para el progreso. Qué bueno que haya trabajadores formales para reclamar. El problema es cuando no hay trabajo y, si lo hay, es informal. ¿El trabajo informal a quién reclama?
Eso pasa a nivel nacional cuando sacan decretos supremos protegiendo la sindicalización y volviéndolo más rígido. ¿Benefician solo a ese 20 % que tiene empleo formal?, ¿y ese 80 % que no tiene empleo formal nadie se preocupa? Debemos cambiar el foco porque la relación entre informalidad y pobreza es grande.
-¿Y cómo se rompe esa muralla?
No hay secretos. Ica pasó a ser una región menos pobre [del país] con inversión productiva. Cuando el sector privado encuentra un sitio donde invertir es rentable, lleva sus capitales y eso trae progreso. Eso es: inversión productiva en regiones a través de sectores que reflejen las ventajas comparativas de la zona.
-Una precisión sobre la pregunta anterior [del sector agroindustrial], el sector agroexportación recibe exoneraciones del Estado. Algunos llaman a la agroexportación como la esclavitud moderna, por el estatus de los trabajadores que laboran en condiciones muy precarias.
En cualquier sector hay empresas responsables y empresas que no lo son. No vamos a generalizar la situación ni canibalizar a un sector. Seamos más cuidadosos con eso.
-¿Considera que la agroexportación debe seguir recibiendo exoneraciones como del impuesto a la renta y otros?
El impuesto a la renta es un beneficio y un incentivo a la inversión, pero con ciertas condiciones.
-Pasemos al tema de la corrupción. ¿Qué efectos tiene en los gobiernos regionales y alcaldías?
Muchísimos. Lo vemos a todo nivel. No quiero hablar solo del sector público, hay que decirlo con todas sus letras: la sociedad está enferma de corrupción. Y la sociedad la componemos todos, privados, públicos. Para que un funcionario acepte actos de corrupción, es porque hay un privado que se lo está ofreciendo.
Las obras del sector público vienen ya cargadas de corrupción. Los expedientes con los que se licitan las obras públicas ya vienen con especificaciones de direccionamiento. Proponemos que se centralice la gestión de infraestructura de gran envergadura en un organismo autónomo que maneje con eficiencia la gestión pública de las obras.
-¿La lentitud en el proceso de reconstrucción del norte es un efecto de este fenómeno?
No tengo duda. Se juntan varios factores que son una bomba de tiempo: ineficacia, ineficiencia y corrupción. Es reflejo de un sector público sin capacidad de gestión. Veo muchos temas de requerimiento de las regiones como temas de cánon, presupuesto.
Pero, al final de la gestión, los gobiernos devuelven entre 20% o 30% de su presupuesto. Eso es por falta de gestión. Nos faltan técnicos. Los expedientes técnicos son de muy mala calidad, propician la corrupción y la ineficiencia pues se licitan con expedientes que no corresponden a la realidad.
-El 84 % de los gobernadores regionales están investigados por corrupción, ¿habrá influido eso en el descontento y poco interés de los votantes en las últimas elecciones?
Sin duda. La institucionalidad de los partidos políticos es grave. La gente ha caído en una desconfianza generalizada. Se sigue buscando a esos caudillos que aparecen cada tres o cinco años y que no saben adónde nos llevan [como país].
-Incluso, en algunas regiones han ganado candidatos o exfuncionarios investigados. ¿Cómo salir de ese círculo que nos sigue hundiendo en la corrupción?
La solución la tenemos todos los electores. En estas últimas elecciones ha habido gobernadores que estuvieron presos y que han sido elegidos nuevamente. ¿De quién es el problema? Del votante que lo sigue eligiendo, no hay otra respuesta.
-¿Estamos en el punto exacto y contexto propicio para la aparición en Perú de grupos políticos más radicales, tipo Bolsonaro en Brasil o Trump en Estados Unidos?
Esta situación lamentable es caldo de cultivo para la anarquía. Al final, dejamos de creer en las instituciones, en la democracia, en todo. Entonces, nacen grupos radicales o ideologías extremas que no hacen nada bien. Ojalá que este panorama sea motivo para que la población asuma una responsabilidad histórica: tratar de conducir al país hacia una consolidación de la democracia.
-¿Cómo actuar ante la crisis alimentaria y la guerra de Rusia? ¿Cómo ha afectado las industrias en Perú?
Afectó a nivel de materias primas, a los productos que nos proveen, a los fertilizantes. Perú tiene varias ventajas comparativas que deberían ser explotadas. Si así fuera, podríamos salir del subdesarrollo en un mediano plazo, pero hay que generar una visión país, que no encuentro.
No sé qué le espera al país al 2050, por ejemplo, hacia dónde se va a encontrar. Si no se escribe [ese plan], si no pensamos lo mismo, vamos a seguir en el péndulo de esperar hacia dónde nos lleva.
Hace poco estuvimos en un evento con candidatos a gobernadores. [Les hicieron] la pregunta clásica: qué proyectos tienen, etc. Cada uno daba una lista de proyectos. Uno hablaba de una carretera; otro, de un puente… La pregunta que hice fue: ¿esas infraestructuras que tiene su plan de trabajo hacia dónde nos lleva como región? Nadie sabe responder.
Si todos tuviéramos clara una dirección hacia dónde caminamos, la relación de proyectos y obras caen por su propio peso y todos sabríamos del ‘puente tal’ porque me conecta con la ‘ciudad 1 y 2’, donde necesitamos incrementar el comercio y necesitamos la transitabilidad de los corredores económicos. Tendría un fundamento, un por qué. No se hacen obras por hacer. La infraestructura obedece a una necesidad de desarrollo, necesitamos tenerlo claro. Eso no está claro en las regiones, tampoco en el Perú por supuesto.
-Desde el sector privado de las industrias se está implementando una visión país al 2030? ¿Se trabaja de manera conjunta como sector, o quizás son estrategias más aisladas?
En el libro “Agenda 2031” hemos hecho la propuesta de desarrollo de nueve sectores productivos que se convertirían en nueve motores de la economía peruana. Después sacamos una segunda publicación, con cuatro tomos, “Perú Regiones al 2031”, donde proponemos la agenda productiva de nuevos sectores. Eso es política concreta, es saber hacia dónde caminar.
Tres cosas marcarían un derrotero para el crecimiento: al 2031 estaríamos aumentando a 3,2 millones de trabajo, que hace mucha falta; el PBI manufactura, que al 2021 cerró en 13 %, al 2031 cerraría en 18 % y nos colocaría en países promedio en la región; y la pobreza bajaría al 16 %. Con estos tres ratios el país daría un salto que hace mucho venimos perdiendo.
-¿Encuentra respaldo del sector público para cristalizar esa visión?
Soy muy optimista. Espero que la sensatez de gobernantes y congresistas lleve adelante iniciativas como las que estamos haciendo. Desde hace tiempo, la Sociedad Nacional de Industrias se ha alejado de la postura de solo criticar y decir lo que está mal. Hemos pasado al lado proactivo para decir qué debemos hacer para alcanzar ese desarrollo país que todos tenemos.
-¿Cómo ha implementado la SNI su estrategia de sostenibilidad?, ¿qué empresas tienen ejemplos exitosos?
Muchos. Estamos comprometidos con una industria manufacturera sostenible y el vehículo que nos hará llegar hasta allí es la economía circular. Hace más de cuatro años creamos la Comisión de economía circular, que trabaja con nuestros socios y fomenta este nuevo modelo de negocios. Somos el único país en la región que ha sacado una botella PET para consumo humano 100 % reciclada. La ley dice que debemos usar el 15 % de material reciclado [en este producto], pero nosotros llegamos al 100% gracias a la tecnología. En el rubro textil, por dar otro ejemplo, Textil del Valle tiene autoabastecimiento de energía, trabaja con energía renovable y trata el agua que consume.
-Finalmente, ¿cómo evitar el greenwashing, que tanto afecta a la reputación?
Es un tema de concientizar al industrial, al empresario y al consumidor. Esto de lavarnos la cara y pintarse de verde es un lenguaje que podría ser alentado con el consumo de X o Y productos. El consumidor debe premiar con su elección al empresario que saca productos sostenibles. Si la empresa solo es sostenible en su discurso y no en la práctica, también debe verse graficado en sus ventas.