Por Stakeholders

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Por: Marco Minaya

No hay duda que la importancia que tiene el desarrollo de una adecuada infraestructura no solo local, sino regional y global es una prioridad si pensamos en el avance de ciudades sostenibles que estén a la vanguardia. Stakeholders conversó con Humberto Salicetti, Socio Líder Advisory Services de PWC, quien nos brindó su perspectiva al respecto.

¿Cuál es su opinión respecto al nivel de infraestructura que tenemos en la actualidad y como éste puede ser desarrollado para un crecimiento económico y de bienestar en los próximos años que beneficie a la sociedad en general?

Es conocido que el Perú como un todo tiene brechas importantes de infraestructura de todo tipo desde vialidad, transporte público, puertos y aeropuertos, energía, agua, salud y educación. Es importante que el país consiga estructurar planes de largo plazo para cerrar estas brechas. En un reciente estudio comparativo de PwC de las 21 ciudades principales de APEC se establece una correlación directa entre las ciudades que tiene mejor calidad de vida y éxito económico a la calidad de su infraestructura urbana y social. Podemos fácilmente extrapolar esta correlación a nivel país.

¿Se trata de una visión hacia la competitividad al bicentenario?

El Bicentenario es una gran oportunidad para establecer algunos objetivos nacionales claves al 2021, así como la preparación de puntos de partida para otras iniciativas de mucho más largo plazo en lo que se refiere a infraestructura, cultura, economía, medio ambiente e inclusión social. La idea sería que para el bicentenario logremos una visión de visiones compartidas de cómo queremos que sea el Perú del futuro en todas estas dimensiones. Necesitamos articular, con la excusa del Bicentenario, cómo queremos que sea ese país y pensarlo de forma más ambiciosa y creativa. En la actualidad, existe una cantidad enorme de personas en el sector público y privado con gran preparación y talento que podrían facilitar la co-creación y articulación de esta nueva visión pero se requiere gran compromiso, colaboración, y desapego a los intereses personales para lograrlo.

¿Qué factores son claves para resolver los desafíos de nuestras áreas metropolitanas, teniendo en consideración una visión a largo plazo al 2021?

Es clave ordenar cómo gestionamos políticamente el suelo en nuestras ciudades, lo que requiere que repensemos nuestra legislación al respecto y cambios en ciertas estructuras de poder. Es también importante que el sector privado se involucre de forma más efectiva en el desarrollo cívico y cultural de las ciudades y no solo en infraestructura y servicios, y finalmente que la voz de los ciudadanos se involucre más en la toma de decisiones que afectan a su entorno y se le potencie la habilidad de influenciar muchos aspectos de su desarrollo. El acceso al conocimiento global y las nuevas tecnologías nos dan la oportunidad de repensar nuevas formas de resolver viejos y grande problemas y cómo movilizar a la sociedad al respecto.

En relación a lo anterior, ¿qué tipos de barreras políticas impiden que se consigan los objetivos planteados de cara al 2021?

El talón de Aquiles de nuestras ciudades es la atomización de la gestión y gobierno del suelo urbano y todo lo que se construye o no sobre él. Existen demasiados intereses cruzados en numerosas entidades del gobierno nacional y subnacional que dificultan una gestión apropiada de la macro estructura de nuestras ciudades y el poder tomar decisiones de transformación urbana de gran
alcance e impacto.

Miremos las disputas e inhabilidad para solucionar los problemas del transporte público, servicios, potenciar los centros históricos y arqueológicos, y hacer una ciudad cada vez más atractiva para la inversión y con mejor calidad de vida. Ni siquiera hemos podido en Lima articular un plan consensuado y coherente para la Costa Verde. Cada una de nuestras ciudades necesita un ente institucional empoderado que convoque al sector privado y público para guiar el desarrollo estratégico de la ciudad como un todo. Existen varios modelos exitosos en el mundo de los cuales podemos
aprender.

Frente a ello, ¿qué rol debe de asumir el Estado en contribución de un crecimiento económico sostenible y ligado al tema de infraestructura?

La coordinación y colaboración de un ente central potente es clave para mantener foco en prioridades que transciendan periodos gubernamentales o partidos políticos. La atomización de la ciudad se debe en gran parte al cortoplacismo político y malversación de recursos que resulta en obras parciales, utilidad limitada, calidad variable, sin consistencia, obras inconclusas, o atrasadas hasta por décadas. No se puede dejar que nuestras ciudades sigan creciendo de forma espontánea y desordenada, como de hecho está ocurriendo.

A pesar de la carga burocrática y política inmensa, el gobierno tiene que ser un gran orquestador y facilitador de una nueva forma de hacer ciudades en el Perú.

El factor de conectividad, ¿de qué forma integrar este factor en los aspectos de bienestar y desarrollo de las localidades en nuestro contexto? De esta forma, ¿cómo incorporar la inclusión social en las políticas públicas y llevarlas a cabo en la realidad teniendo al frente el 2021?

Tenemos que ver la conectividad urbana de la forma más amplia posible. No solo son BTRs y los Metros. También existen tranvías modernos, teleféricos, bicicletas y hasta formas organizadas de apalancar moto taxis. Debemos evitar tener varias vías, autopistas expresas urbanas dispersas e iniciativas de transporte público desarticuladas entre sí. En vez se debería diseñar un sistema integrado de vías, locales y expresas, y de transporte público coherentes en Lima con una complementariedad, calidad de construcción, señalización, y mantenimiento uniforme y consistente independientemente de la empresa constructora o entidades del gobierno que hagan las concesiones y los distritos o regiones que se atraviesen.

Sin embargo, todo debe ser estructurado bajo un plan articulado y consensuado de transporte público. La conectividad es clave para facilitar el desarrollo de la ciudad como un todo. El estudio de PwC sobre ciudades sostenibles lo confirma. En nuestros pueblos jóvenes tenemos un potencial humano inmenso y representa un porcentaje grande de nuestras ciudades. Tenemos que ordenar y potenciar estas zonas importantes. No podemos seguir colocando “pañitos calientes” sobre este gran desafío. La conectividad es un factor clave si sirve como un medio para repensar de forma creativa como resolver los problemas constructivos de la vivienda y el espacio público en ladera, la salud, la educación, fuentes de energía, acceso digital, y el desarrollo económico. La tecnología y acceso a talento de la región y el mundo nos puede ayudar a transformar estas zonas en polos activos de desarrollo. Las experiencias innovadoras de Medellín, Rio de Janeiro, Barcelona o Seúl, por ejemplo, dan luces de cómo puede ser esta visión alternativa de desarrollo e inclusión social. Para el éxito y sostenibilidad de nuestras ciudades la inclusión social no es una opción, es una necesidad estratégica.

¿Qué aspectos consideras que deberían tenerse en cuenta para tener un desarrollo sostenible y próspero tanto para la capital como para sus regiones?

Cambios radicales en cómo gobernamos nuestra ciudad, empezar a fomentar y estructurar formas efectivas de participación ciudadana a todos los niveles socio económicos, tener una visión de visiones ampliamente compartida de cómo queremos que sean nuestras ciudades, pensar de forma diferente en cómo resolver los viejos problemas y brechas apalancando la digitalización de la sociedad, el acceso a nuevas tecnologías, y conocimiento en escala nunca imaginable 15 años atrás. Dadas las megas tendencias sobre el cambio climático, la escasez de agua y la presión sobre las grandes ciudades, pensar en sostenibilidad debe ser obligatorio en nuestros planes estratégicos y tácticos.

Por último, ¿es posible la transformación urbana basada en la sostenibilidad y que esta cuente con una visión de inclusión económica con los habitantes?

Claro que sí es posible. Otras grandes ciudades del mundo que hoy admiramos han pasado por etapas de grandes enfermedades, tragedias como incendios, inundaciones, y terremotos devastadores, grandes epidemias de salud pública, violencia, destrucción a raíz de guerras, ruina económica, y brechas sociales enormes, pero decidieron hacer esfuerzos coordinados para ir superando estos grandes desafíos uno a uno. La sostenibilidad y la inclusión social son claves para nuestro futuro, pero tenemos que educarnos todos en el por qué es vital que las ciudades peruanas sean sostenibles, económicamente viables, y buenos sitios para vivir en paz entre nosotros mismos y el medio ambiente. La pregunta es cómo lograríamos ser una ciudad “Zero Emisiones”, qué conjunto de tecnologías alternativas podríamos implementar para generar energía de forma sostenible, como desanudar el tránsito y cambiar la forma en que nos movemos por el territorio metropolitano y regional, cómo apalancar la agricultura urbana, la gestión de deshechos y reciclados, hacer edificios y construcciones hechas para durar generaciones pero inteligentes y sostenibles con las comunidades y el medio ambiente.

¿Y qué tal si todo esto pudiese generar nuevos sectores de crecimiento económico, una Nueva Economía, para la inclusión de todo el poder laboral y creativo de la ciudad?

Todo esto puede articularse con los grandes grupos económicos y corporaciones en una globalización inteligentemente localizada. El Perú podría entrar en una categoría única en el mundo al potenciarse y reconocerse como una nación diversa. La celebración del Bicentenario no debe ser solo para mirar el hecho histórico de la independencia de la colonia y recordarnos una vez más los grandes desafíos que hoy afligen al Perú. Tampoco se debe ver solo como el fin para cumplir todos nuestros objetivos nacionales en solo 5 años. No es realista. El Bicentenario es la gran oportunidad para empezar a soñar en liberarnos de nuestros viejos problemas, inequidades, y sobre todo de los paradigmas que nos impiden pensar en forma más creativa y constructiva.

Es la oportunidad de pensar en un país mejor y con la confianza para emprender grandes desafíos de transformación y evolución económica, social, y medio ambiental al 2021 y más allá.







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