- Según cifras de la FAO, en el Perú se desperdician 9 millones de toneladas de alimentos al año. Frente a ello, el Banco de Alimentos Perú se ha trazado la meta de cambiar esta paradójica situación.
Por: Marco Minaya
mminaya@stakeholders.com.pe
No hay duda que la desnutrición infantil es un problema critico que enfrenta nuestro país, pese a la contradicción de afrontar la abundancia de recursos naturales, sumado a las grandes cantidades desperdiciadas de alimentos por parte de las empresas vinculadas al sector de alimentos. Y es que muchas de estas, quienes se encuentran en la necesidad de destruir productos, que estando en buenas condiciones, no llegan a cumplir con los estándares mínimos que la empresa exige. Por ejemplo, en algunos casos el tratamiento de lotes de comida que están con la fecha de vencimiento muy cercana o que deben ser retirados del mercado por distintos motivos no llegan a ser destinados a otros fines más productivos.
Stakeholders conversó con Marita Guzmán, Gerente General del Banco de Alimentos Perú, quien analizó dicho contexto y cómo esta institución puede enfrentar este problema con la implementación de un modelo que administre eficientemente los alimentos que son otorgados a organizaciones sociales y puedan llegar a poblaciones vulnerables.
¿Cómo nace el Banco de Alimentos Perú?
El Banco de Alimentos Perú es una institución bastante joven. A raíz de experiencias exitosas en otros países, se analizó la situación y se propuso validar dicho modelo con la posibilidad de replicarlo en el Perú. Se conformó un directorio con 5 directores a la cabeza, quienes observaron la necesidad de desarrollar este tipo de iniciativas. Este grupo tiene mucho conocimiento en la existencia de una cantidad considerable de desperdicio, que no se estaba tratando como corresponde. Hasta antes de que se promulgara la ley era mucho más barato destruir que donar, por un tema tributario que tiene que ver con el IGV. A partir de que se ha trabajado sobre esta ley, diversas empresas alimentarias se han visto involucradas en sumarse y comenzar a trabajar con el fin de donar.
En este contexto, ¿de qué forma la Ley ha impulsado a que las empresas realicen sus donaciones?
Lo que permite la ley es que las empresas que donan no se vean afectadas por el IGV. Antes estaban afectadas, tanto para el crédito fiscal que adquirían a partir de los costos de operación como también, por ejemplo, en el momento de facturación que tenían que pagar el IGV a la SUNAT por el propio valor de la donación.
No obstante, queda aún pendiente en reglamentación la ley en torno al tema del impuesto a la renta para las empresas que tienen márgenes de ganancia. Es decir, una empresa que dona a una institución que puede dar certificados de donación como nosotros se le exonera del pago del impuesto a la renta hasta en un 10% como máximo. En efecto, esto beneficia a las empresas en cuanto a la disminución de los trámites para donar alimentos próximos a vencer o que se encuentren con defectos de presentación.
En ese sentido, ¿Cuáles son las dificultades que han ido encontrando en el camino?
El Banco de Alimentos Perú es un grupo de peruanos empresarios que conocen la situación del país y que vieron el potencial suficiente que había en suministrar alimentos desperdiciados a modo de donación a un grupo importante de poblaciones vulnerables. Dado que este modelo está únicamente en Lima, un gran desafío es replicar este tipo de experiencias a nivel nacional, sobre todo llegar a los lugares más recónditos del país, hasta los más vulnerables.
Este proyecto es ambicioso, porque se requiere de un sistema logístico muy bien estructurado, que cuente con la ordenada recepción de las donaciones y su respectiva distribución sea la más adecuada y correcta. A nivel interno, estos procesos son fundamentales. Pese a contar con un sistema armado de empresas donantes y una estructura realizada, nos falta alcanzar un punto de equilibrio para tener bien establecido el sistema de funcionamiento del Banco, para que sea un modelo exitoso en nuestro país y sea replicado.
Si bien tenemos experiencia para desarrollar este tipo de gestiones, cabe mencionar que no es fácil, por ejemplo, conseguir almacenes o donaciones efectivas. Todo esto implica un costo logístico importante (sueldos, planillas, temas administrativos) al mismo nivel de una empresa.
¿Qué resultados han tenido hasta la fecha?
En el Perú existe una gran cantidad de desperdicio, cuya distribución implica que sea gestionado de manera adecuada y eficiente para aquellas poblaciones que realmente lo necesitan. Frente a ello, tenemos más de 800 kilos de alimentos rescatados hasta este momento. Son 74 las organizaciones solidarias a las que atendemos; esto implica que llegamos a un aproximado de 75 mil beneficiarios en promedio, con el fin de cubrir una necesidad primaria del ser humano: la alimentación. A través de las organizaciones que atienden a poblaciones vulnerables, las donaciones llegan a colegios de todas las edades, cunas infantiles, personas con discapacidad, casas que acogen a mujeres maltratadas, entre otros.
¿Qué beneficios obtienen las empresas y organizaciones sociales de trabajar en conjunto con el Banco de Alimentos Perú?
Partimos con la ventaja de que como Banco de Alimentos les evitamos el trabajo interno a las empresas en aspectos administrativos. Al momento de que la empresa realiza esta transferencia de donaciones, sabe que está trabajando con una institución confiable y que los productos otorgados se van a derivar a las instituciones correctas a través de nuestro rol de intermediarios. En detalle, las empresas pueden evitarse realizar trámites documentarios y papeleos internos, porque pueden derivarlo a nuestra institución. Por ejemplo, Backus realiza la transferencia de todas sus donaciones a través de este sistema de transferencia.
Por otro lado, las organizaciones sociales también se ven beneficiadas en el sentido de que para ellas les es muy difícil gestionar todo lo donado por parte de las empresas. Entonces, representamos un intermediario facilitador entre las empresas y las organizaciones que reciben estas donaciones. Para realizar dicha labor, contamos con voluntarios, personal altamente comprometido, procedimientos adecuados y una estructura conformada como para dar soporte a todo el sistema. Entonces, esto conlleva a que las gestiones administrativas funcionen mejor de lo que podría funcionar si cada uno se dedicada a ello de manera independiente.
¿Cuál es el mayor reto de cara a los próximos años?
La idea es darle un poco más de valor al producto que está prácticamente descartado, porque ya perdió su valor comercial, para trasladarlo a poblaciones que realmente lo necesitan. El reto es conseguir el financiamiento necesario para alcanzar la sostenibilidad del modelo.
Hemos recibido testimonios de niños que no recibían alimentos básicos como frutas o yogur en sus loncheras; el hecho de que tengan acceso a este tipo de alimentos definitivamente genera un gran impacto positivo en ellos.