En el mundo de la tecnología, la apariencia engañosa de un electrodoméstico apagado esconde un detalle que, con frecuencia, pasa desapercibido: el consumo de energía persiste mientras permanece enchufado. Aunque muchos asumen que un aparato apagado está inactivo en términos energéticos, la realidad es que algunos electrodomésticos, como los televisores, siguen absorbiendo energía mientras esperan en la penumbra del «modo de espera».
Según la Agencia Internacional de la Energía, los electrodomésticos apagados o en modo de espera consumen aproximadamente 1,6 kilovatios diarios en un hogar promedio, representando entre el 5% y el 10% del consumo total de energía en el hogar.
Este fenómeno, conocido como ‘corriente vampiro’, se vuelve más pronunciado en las noches cuando los objetos no están en uso, pero permanecen conectados. Los televisores son uno de los principales culpables de este consumo energético residual, ya que continúan absorbiendo energía incluso cuando están apagados, siempre que estén conectados a una fuente de alimentación.
De acuerdo con información del Ministerio de Ambiente del Perú (Minam), un televisor de pantalla común puede consumir 186 voltios cuando está encendido, pero reduce este consumo a 3,06 voltios en modo de espera. Sorprendentemente, incluso apagado pero enchufado, el televisor sigue utilizando 2,88 voltios.
Los televisores LCD no escapan a este fenómeno. Mientras consumen 28 voltios cuando están encendidos, su consumo en modo de espera disminuye a 1,38 voltios, pero aún utilizan 1,13 voltios cuando están apagados pero enchufados.
Según Xataca, un portal especializado en tecnología, en el modo de espera, un televisor continúa consumiendo energía eléctrica, pudiendo llegar hasta dos vatios por hora, dependiendo de las especificaciones del dispositivo.
Este fenómeno plantea un llamado de atención sobre la importancia de desconectar los electrodomésticos cuando no están en uso, no solo para reducir el consumo de energía y los costos asociados, sino también para minimizar el impacto ambiental de la llamada ‘corriente vampiro’. La conciencia y las pequeñas acciones pueden marcar la diferencia en la eficiencia energética de nuestros hogares.