Ximena Giraldo
Sostenibilidad y Comunicación, miembro de L+1
El primero es la gestión de los residuos. Solo en Lima Metropolitana se generan 8600 toneladas de residuos al día y una fracción pequeña es recuperada para reciclaje. ¿Qué hacer? Empezar por minimizar e identificar el tipo de residuo que producimos. Los residuos peligrosos se deben disponer adecuadamente a través de una Empresa Prestadora de Servicios de Residuos Sólidos. Los residuos inorgánicos (papel, cartón, plásticos, etc.) deben ser entregados a los programas de reciclaje de cada distrito. Los orgánicos pueden ser reaprovechados compostando lo que se genera en las cafeterías, comedores y oficinas. Con este compost se pueden generar áreas verdes a través de macetas, jardines o entregarlo a los colaboradores.
El segundo punto es la movilidad. Si se desarrolla un plan de movilidad para los colaboradores, el tráfico mejoraría por la reducción de vehículos privados. ¿Cómo hacerlo? Impulsando sistemas colectivos/masivos de transporte, implementando aplicativos de carpooling (auto compartido), o fomentando el uso de la bicicleta para llegar a la oficina y desplazarse entre sedes. También, considerar el teletrabajo como una herramienta que contribuye a reducir el desplazamiento innecesario de miles de personas.
El tercer tema es el uso de energía. Las empresas deben ser las primeras en apostar por tecnologías más limpias que reduzcan su consumo porque ello les permitirá ahorrar dinero. En materia energética no sólo hay que pensar en la adquisición de luminarias ahorradoras, sino en la independización de las conexiones, en sensores de movimiento, en autogeneración eólica o solar, etc. En el mercado las empresas de tecnología ya ofrecen soluciones empresariales vinculadas a la eficiencia energética.
El consumo racional del agua es el cuarto ámbito. El mantenimiento de las instalaciones es fundamental y con ello el cambio a mecanismos de ahorro. En el caso de las industrias, la instalación de una planta de tratamiento de aguas residuales no sólo es una inversión para la certificación ambiental, sino que estas aguas pueden ser entregadas luego a los distritos para las áreas verdes públicas en coordinación con ANA y SUNASS. Esta colaboración público-privada puede ayudar a reducir el déficit de áreas verdes y árboles en nuestras ciudades.
Ello viene conectado al quinto elemento que son los espacios públicos. ¿Qué tienen que ver aquí los privados? Pues mucho. Mientras sigamos construyendo empresas, fábricas o grandes plantas que se aíslan del entorno con muros de concreto, poco o nada podremos hacer por mejorar la convivencia social y la mejora integral del ambiente.
Tener un entorno más cuidado, ser más eficientes en el uso de los recursos, desarrollar mejores prácticas de relaciones comunitarias, involucrar a la comunidad, son representaciones de las bases mismas de la responsabilidad social. Más allá de los programas o proyectos específicos, interiorizar la gestión ambiental en la empresa marca hoy en día la pauta de la sostenibilidad y la innovación empresarial, además de contribuir directamente a varios Objetivos de Desarrollo Sostenible.