
Este 05 de Junio se celebra el Día Mundial del Medio Ambiente, ha transcurrido más de medio siglo desde su instauración y se hace indispensable reflexionar sobre las fuentes de energía que utilizamos y el impacto que estas generan en nuestro entorno. La sostenibilidad climática se ha consolidado como un eje estratégico en la agenda global, y en ese contexto, el Gas Licuado (GLP) se posiciona como una alternativa energética que contribuye significativamente en la transición hacia un futuro más limpio, inclusivo y responsable.
La transición energética puede imaginarse como un puente que conecta dos orillas: de un lado, la dependencia histórica de combustibles fósiles de alta emisión; del otro, la aspiración hacia un sistema basado en energías renovables. En este trayecto, el GLP permite avanzar con equilibrio, mientras se consolidan tecnologías limpias que aún enfrentan desafíos relevantes, como la intermitencia de generación, la necesidad de almacenamiento costoso o la limitada cobertura en sectores rurales y urbanos vulnerables.
Si bien las energías renovables son el objetivo final, no deben idealizarse como soluciones inmediatas y universales.
Su implementación requiere inversiones significativas, infraestructura especializada y una red eléctrica estable. Sino recordemos el evento de España, hace pocas semanas. En muchas regiones del mundo, estos elementos aún no están garantizados, lo que hace inviable su adopción en el corto plazo para millones de personas. Es así que el GLP se presenta como una herramienta valiosa, realista y disponible hoy, que permite reducir emisiones sin comprometer el acceso a energía asequible y segura.
El GLP, mientras existe extracción de Petróleo y Gas Natural, estará presente pues en un subproducto combustible de alta eficiencia y bajas emisiones, cuya versatilidad lo hace apto para múltiples usos: desde el doméstico, el industrial y en la movilidad. Su combustión emite considerablemente menos partículas y gases contaminantes que otros combustibles, y no genera residuos tóxicos persistentes. Pero más allá de sus ventajas ambientales, su mayor contribución puede encontrarse en el terreno social: el GLP es una herramienta clave en la lucha contra la pobreza energética, al ofrecer una fuente accesible, limpia y segura para cocinar, calentar agua y generar calor en comunidades donde otras opciones son insalubres, costosas o inexistentes.
Hablar de transición energética no es plantear una sustitución inmediata, sino un proceso gradual y responsable. En ese proceso, el GLP actúa como un aliado estratégico, permitiendo reducir el impacto ambiental sin excluir a quienes más necesitan soluciones accesibles. Su infraestructura madura, disponibilidad inmediata y menores barreras de entrada lo hacen una opción eficaz para acompañar políticas de equidad energética y sostenibilidad.
Este Día del Medio Ambiente nos recuerda que el compromiso con el planeta debe ir de la mano con la justicia social. Promover el uso del GLP no solo responde a criterios técnicos, sino a una visión más amplia de desarrollo: una que entiende que cuidar el medio ambiente también implica asegurar energía limpia para todos, hoy.