Por Stakeholders
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POR JACK ZILBERMAN FLEISCHMAN – Decano de la Facultad de Negocios de la UPC
Las finanzas sostenibles han emergido como un pilar fundamental en el mundo empresarial. Este enfoque, que incorpora los criterios Ambientales, Sociales y de Gobernanza (ESG, por sus siglas en inglés), está redefiniendo la forma en que las empresas y los inversores operan.
Según un informe de Global Sustainable Investment Alliance del 2023, los activos globales gestionados con criterios ESG superaron los 50 billones de dólares, un aumento del 15 % en comparación con el 2022. La adopción de los criterios ESG no es solo una cuestión de responsabilidad corporativa, también tiene un impacto financiero significativo. Según un estudio de la Universidad de Oxford también de este año, las empresas con altas calificaciones ESG superaron a sus competidores en un 6 % en términos de rendimiento financiero. Las finanzas sostenibles y los criterios ESG no son solo buenos para el planeta, sino también para los resultados financieros de las empresas.
El cambio hacia las finanzas sostenibles y los criterios ESG también está siendo impulsado por los consumidores. Según una reciente encuesta de Nielsen, el 73 % de los consumidores globales afirmaron que estarían dispuestos a cambiar a marcas que proporcionan más transparencia en sus prácticas de sostenibilidad.
Además, los reguladores están presionando hacia las finanzas sostenibles. En la Unión Europea, la Comisión Europea ha propuesto una serie de medidas para integrar los criterios ESG en las decisiones de inversión y en los informes corporativos1. Estas medidas incluyen la creación de un estándar de la UE para los bonos verdes y la introducción de obligaciones de divulgación para las empresas sobre su impacto ambiental y social.
En Perú, el Ministerio del Ambiente recientemente publicó la nueva hoja de ruta de las finanzas verdes que busca potenciar dicho financiamiento hacia la sostenibilidad, articulando actores, brindando asistencia técnica especializada e información para la toma de decisiones. Si bien afirma que la cartera de créditos verdes y los recursos públicos destinados alcancen entre el 3 % y el 5 % del PBI al 2025; identifica también una serie de barreras concretas que superar: regulatorias, de capacidades, de mercado y de gobernanza.
Las finanzas sostenibles pueden desempeñar un papel crucial en la identificación y gestión de riesgos ambientales, sociales, de gobernanza y regulatorios. Al adoptar criterios ESG, las empresas pueden no solo mejorar su desempeño financiero, sino también asegurar su viabilidad a largo plazo en un mundo cada vez más enfocado en la sostenibilidad.
A pesar de estos avances, aún existen desafíos. Uno de los principales es la falta de indicadores uniformes para medir y reportar los criterios ESG. Sin embargo, organizaciones como el Sustainability Accounting Standards Board (SASB) y la Task Force on Climate-related Financial Disclosures (TCFD) están trabajando para desarrollar y promover tales estándares2.
Un segundo desafío se refiere al greenwashing o lavado verde. Esta es una práctica engañosa en la que una empresa presenta falsamente sus productos, servicios o prácticas comerciales como ambientalmente amigables, cuando en realidad no lo son. En el contexto de las finanzas sostenibles, esto puede ocurrir cuando las empresas exageran o tergiversan su compromiso con los criterios ESG para atraer inversión sostenible3. Esto representa un riesgo significativo para los inversores, ya que pueden ser inducidos a tomar decisiones de inversión basadas en información incorrecta o engañosa, socavando la confianza en las finanzas sostenibles en general.
Resulta crucial, por lo tanto, que las empresas sean transparentes y honestas acerca de sus prácticas ESG y que los reguladores tomen medidas para prevenir y sancionar este riesgo. A medida que más empresas adopten estos criterios y los reguladores impongan más requisitos, es probable que veamos un cambio aún mayor hacia la sostenibilidad en los mercados y en la sociedad.