Por: Baltazar Caravedo
Miembro del Directorio Caravedo, Tejada, Cuba (CTC) Consultores
En los últimos 20 años se han instalado algunos elementos que pretenden generar cohesión: la cultura ambiental que se expresa en la preocupación por la contaminación y la sostenibilidad, la cultura de responsabilidad social que se expresa en la consciencia de los impactos que producen las organizaciones y las nuevas prácticas de relación dentro de las organizaciones y de éstas con su entorno, y la cultura ética que se manifiesta en la necesidad de la coherencia entre principios y prácticas.
Paralelamente, han emergido otros elementos que socaban las bases mismas del intento cohesionador: la actividad productiva ilegal que desafía el cuidado ambiental; la práctica cínica, desconfiada y pesimista que limita cualquier esfuerzo por redefinir vínculos, prácticas e impactos; el desprecio por la vida y la integridad de las personas a través de acciones de violencia que anulan derechos.
Frente a la dualidad esbozada, la inconformidad se manifiesta en las prácticas informales cotidianas en todo plano y nivel; en la multiplicación de entidades políticas, cuyo propósito implícito es, a la vez, deslegitimar el acto de representar y validar el atropello y el abuso; en la consagración de la idea de que hay individuos providenciales cargados a atributos que pueden resolverlo todo; en la trivialización del debate público centrando los argumentos en el desprestigio del oponente; o en los mensajes contradictorios que se ofrecen a través de los medios y a través de nosotros mismos cuando minimizamos la necesidad de la coherencia.
El sistema social peruano se encuentra en una tensión entre la búsqueda de una salida y la falsedad de la ruta escogida. La redistribución de la energía social no se puede hacer recurriendo a la misma lógica viciada, recargada de entropía, que hace que cada vez que se inicia la marcha se retroceda.
La consciencia de que vivimos en sistemas nos abre las puertas a la necesidad del otro. Lo que ocurra en algún aspecto repercutirá en los demás y en mí mismo. El impulso al emprendimiento individual ha sido formidable y ha permitido el despliegue de una energía que se acumulaba en la sombra, invisible. Ahora ello no basta, no es suficiente. La energía que se acumula es la de la colaboración, la del acercamiento entre distintos, la de las asociaciones, la de las alianzas, la de la solidaridad. Los partidos hoy no son fuerzas transformadoras. Hoy se requiere de la movilización de todos los componentes de la sociedad. Allí se esconde el factor liderazgo.