Investigadores del Proyecto Arqueológico en el Valle de Virú descubrieron restos humanos en el templo Queneto 2. Estos restos podrían pertenecer al Formativo Temprano, una era contemporánea al Reino Medio del Antiguo Egipto.

Por Stakeholders

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En un descubrimiento fuera de lo habitual, un grupo de arqueólogos peruanos del Proyecto de investigación arqueológica Valle de Virú (Pavi) descubrió entierros humanos o contextos funerarios en el templo Queneto 2, ubicado en la quebrada de San Juan, en el sitio arqueológico del mismo nombre, en el valle de Virú, en la región La Libertad. Los restos de 3.800 años de antigüedad son contemporáneos al Antiguo Egipto.

Origen del hallazgo

Los cadáveres descubiertos habrían sido de personas contemporáneas al Reino Medio del Antiguo Egipto, considerada la época clásica de la cultura africana y donde se produjeron algunas de sus mejores obras de arte y literatura.

El director de Pavi, Feran Castillo Luján, explicó que los restos pertenecieron a un adolescente, un adulto y dos niños, que fueron hallados en posición decúbito lateral; es decir, recostados de lado, en dirección hacia el cerro Queneto. En uno de los menores se encontró un collar de piedras y caracoles en calidad de ofrenda.

El especialista informó para la agencia Andina que dos de los entierros están asociados a la arquitectura y a quemas o fogones temporales, indicando que incluso una de las paredes tiene la marca del incendio. Los otros serían posteriores. Debido a que no se encontró cerámica asociada a los entierros, las pruebas radiocarbónicas serán las que determinarán la antigüedad exacta de la evidencia arqueológica.

Castillo Luján detalló que han excavado un área de 51 metros cuadrados, que corresponde apenas un 1% del sitio, por lo que suponen que habría muchos más restos en el espacio y que el lugar tuvo un significado especial para que la gente fuera enterrada allí.

El también docente de la Universidad de Rennes, en Francia, indicó que los restos humanos encontrados pertenecen al periodo del inicio del precerámico o Formativo Temprano (de 1.800 a.C. – 1.100 a.C.), una sociedad en transición hacia sociedades más complejas, como la de Caral.

En aquel mismo periodo, Egipto se encontraba en su etapa del Reino Medio, la cual abarca las Dinastías XI y XII, entre los años 2065 y 1792 a.C. Según el historiador Manetón, los egipcios experimentaron en esa época el retorno de la paz y prosperidad, así como la restauración de la monarquía, que garantiza la unidad política y económica hasta la invasión de los hicsos.

“Estamos en un período que Rafael Larco llamó Queneto y Gordon Willey, Guañape Temprano. Una sociedad dedicada a la agricultura porque había canales construidos, y que tenía mucha relación con el mar. Ya la doctora Peiyu Chen (arqueóloga taiwanesa) excavó un lugar que se llama Huaca Negra, en Guañape, cerca de Puerto Morín (en Virú), que nos muestra toda esta actividad asociada a la pesca, entonces estamos ante una sociedad que vivía de la agricultura y de la pesca y que también hacía estos rituales”, mencionó.

En ese sentido, señaló que los rituales realizados en ese entonces estarían asociados a la astronomía, por su cercanía al templo Queneto 1, que Rafael Larco excavó en la década de 1930, encontrando unos menhires, monumentos megalíticos de un solo bloque de piedra, plantados en tierra. El arqueólogo resaltó que en dos ambientes se identificaron muros con esquinas curvadas, característicos de la arquitectura del Formativo.  

 “Nosotros hemos venido durante los últimos solsticios y hemos podido corroborar que se alinean las sombras al atardecer y creemos que es una suerte de calendario astronómico más que de otra cosa. Hay mucha ritualidad en esta zona e investigar más este sitio nos ayudará a entender sobre esta sociedad y por qué se están asentando cerca de la quebrada, si está asociado a un culto al agua, al sol, y todas estas ritualidades detrás que desconocemos, pero que estamos empezando a entender con estas intervenciones”, acotó.

Esta situación no es ajena. En los últimos meses se ha alertado la destrucción de la zona arqueológica y el aumento de la extensión agrícola sobre el lugar. Por ello exhortó a la población a proteger los sitios arqueológicos y espacios culturales porque forman parte de la identidad y nos ayudan a explicar cómo vivieron nuestros antepasados.







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