Sostenibilidad con apellido propio: “ISM, la visión y legado de los Añaños Alcázar”
En palabras de su fundador, recorremos cómo Industrias San Miguel – ISM ha convertido la sostenibilidad en el motor de su expansión regional. De Ayacucho a Haití, combina rentabilidad con impacto social, bajo el liderazgo visionario de Jorge Añaños y Tania Alcázar. Su legado impulsa desarrollo, educación y emprendimiento donde antes solo había carencia. Hoy, ISM demuestra que sí se puede crecer con propósito.
Jorge Añaños y Tania Alcázar
HISTORIA Y LEGADO
ISM tiene una historia de 37 años en el mercado. ¿Cómo ha evolucionado la visión de sostenibilidad en la empresa desde su fundación hasta hoy?
En realidad, la sostenibilidad no es algo que apareció después en nuestra historia, nació con nosotros. ISM surge en Ayacucho, en la década de los ochenta, en plena crisis económica, social y política cuando el Estado y el mercado le daban la espalda a la gente. Nosotros vimos una necesidad —la falta de acceso a productos como bebidas de calidad, a precios competitivos— y decidimos hacer algo. No solo emprender, sino emprender con propósito. En ese entonces, el enfoque era muy social: cómo dar acceso, cómo generar empleo, cómo construir esperanza en medio del caos. No hablábamos de sostenibilidad como se habla hoy, pero lo vivíamos en cada decisión.
Con el tiempo, esa visión se fue ampliando y profesionalizando. Hoy tenemos una estrategia de sostenibilidad estructurada, con una mirada integral: económica, social y ambiental. Se trata de llevar nuestros productos a los territorios donde otros no llegan y generar valor a largo plazo, cuidando el agua, optimizando la energía, gestionando los residuos y fortaleciendo a nuestras personas; sumando activamente al desarrollo de las comunidades.
Pero hay algo que no ha cambiado: la cercanía con la gente y el compromiso con el territorio. Desde Ayacucho hasta Haití, seguimos creyendo que el negocio solo es sostenible si también lo es la vida de quienes nos rodean. La diferencia es que hoy lo hacemos con más herramientas, más conocimiento y más impacto.
¿Qué rol juegan Jorge Añaños y Tania Alcázar en la construcción de ese enfoque sostenible? ¿Cómo su legado ha marcado la cultura empresarial de ISM?
Desde el primer día, cuando fundamos ISM en Ayacucho, en plena crisis del país, tuvimos claro que no estábamos creando solo una empresa; estábamos construyendo una herramienta para transformar la vida de nuestra gente. Tania, mi esposa, y yo no hablábamos de sostenibilidad como concepto, pero vivíamos su esencia: desarrollar desde adentro, con la gente, para quedarse y crecer juntos.
Tania ha sido clave en todo esto. Con su formación como ingeniera química y su pasión por hacer las cosas bien desde el detalle, puso el rigor y el propósito. Cuando vimos que en nuestra tierra no llegaban ni las oportunidades ni los productos básicos, entendimos que el mercado no podía seguir dándoles la espalda a millones de peruanos. Por eso creamos la fórmula original de nuestra primera gaseosa, Kola Real cola negra, no como negocio, sino como respuesta, para dar acceso y democratizar. Ese fue el primer paso de nuestra mirada de sostenibilidad.
A ese pensamiento, sumamos mi visión estratégica de expansión internacional y comercial. Nos instalamos donde pocos quieren invertir, porque creemos que ahí es donde más impacto podemos generar. Creamos empleo formal, activando economías locales, y apostamos por el talento regional. No lo hicimos como filantropía, sino como parte del modelo de negocio; porque si crece la comunidad, crece ISM. Esa es nuestra convicción.
Ese es el legado que queremos dejar: una empresa que produce bebidas y con ello produce desarrollo, esperanza y orgullo local. Nuestra cultura se basa en eso. En no rendirnos y en hacer empresa desde el corazón. En ISM entendemos que la sostenibilidad no es un área, es una forma de hacer empresa y de estar en el mundo.
Una de las iniciativas más importantes de ISM será el Instituto Jorge Añaños y Tania Alcázar, en Ayacucho. ¿Qué busca lograr este proyecto y qué impacto tendrá en la región?
En Ayacucho nació ISM, y también nacimos nosotros como personas, como familia y como empresarios. Por eso, devolverle a esta tierra lo que nos dio es -más que un gesto simbólico- un compromiso de vida. El Instituto nace de esa convicción profunda de que la educación es la palanca más poderosa para transformar sociedades desde su raíz.
Desde que iniciamos este proyecto, junto a la Cámara de Comercio de Ayacucho, apostamos por algo más que un edificio. Financiamos la construcción del tercer y cuarto piso de su centro empresarial, un espacio que será el corazón del nuevo Instituto Empresarial. Desde ahí no solo se formarán jóvenes en habilidades técnicas, sino que se les preparará para emprender, innovar y liderar sus propios negocios. Queremos que los jóvenes ayacuchanos y peruanos no solo tengan empleo, sino que puedan crearlo.
Lo que buscamos es fomentar un nuevo tipo de liderazgo en la región: líderes con visión empresarial, y con herramientas modernas, portadores de valores sólidos y con un fuerte compromiso con su comunidad. Según el Observatorio Produce Empresarial, del Ministerio de la Producción, más del 98 % de los empresarios en Ayacucho hoy son mype; entonces, lo que necesita la región es impulso estructurado, acceso a conocimientos, tecnología y financiamiento.
Este Instituto representa el legado vivo de Tania y mío: dos ayacuchanos que empezamos con una idea y una visión, y que hoy queremos compartir ese camino con las nuevas generaciones. Nos sentimos profundamente orgullosos de esta obra; y tenemos la certeza de que el verdadero desarrollo no se mide solo en litros vendidos o en cifras de expansión internacional, sino en la capacidad de sembrar futuro donde antes solo había carencia. Apostar por la educación, por la innovación y por el espíritu emprendedor local es la forma más potente de hacer sostenibilidad.
“Lo que buscamos es fomentar un nuevo tipo de liderazgo en la región: líderes con visión empresarial, y con herramientas modernas, portadores de valores sólidos y con un fuerte compromiso con su comunidad”.
Próximamente nacerá la Asociación Añaños Alcázar. ¿Cuál será su misión y cómo complementa las acciones de sostenibilidad que ya ejecuta ISM?
La Asociación Añaños Alcázar es un paso más en el compromiso que tenemos, en la familia y en ISM, con el bienestar de nuestra comunidad y el futuro de nuestro país. Nació de la necesidad de ampliar nuestro impacto, de no limitarnos solo a lo que ISM puede hacer desde el ámbito empresarial, sino de ir más allá, y dar un impulso directo a proyectos de impacto que contribuyan al desarrollo integral de las comunidades más necesitadas.
Nuestra misión es clara, trabajar para crear oportunidades sostenibles que permitan mejorar la calidad de vida de miles de peruanos. Lo haremos a través de un enfoque multisectorial que involucra la educación, el acceso a la tecnología, así como el fomento de la innovación, el emprendimiento y la inclusión social. Es un modelo que complementa y amplifica las acciones de sostenibilidad que ya venimos ejecutando en ISM, pero con un foco aún más directo en la transformación social. De hecho, parte de nuestro trabajo será articular acciones concretas en los mismos lugares donde ISM tiene presencia, de modo que podamos fomentar no solo el crecimiento económico, sino también la estabilidad social y ambiental.
En términos de modelo de trabajo, queremos trabajar en estrecha colaboración con ISM y con todos nuestros aliados estratégicos, para garantizar que todas las iniciativas se desarrollen de manera efectiva, replicable y sostenible. Vamos a actuar como facilitadores de proyectos sociales, pero también como catalizadores de nuevas ideas que permitan transformar realidades. Desde proyectos educativos como el Instituto en Ayacucho, hasta iniciativas en otras áreas claves como la gestión responsable de recursos naturales y el fortalecimiento de las comunidades a través de emprendimientos locales.
INTERNACIONALIZACIÓN Y ANIVERSARIO ISM RD
ISM está presente en países de América Latina y el Caribe. ¿Cómo se integra la sostenibilidad en el proceso de internacionalización y en cada una de sus operaciones?
Desde el momento en que decidimos expandir nuestras operaciones más allá de Perú, entendimos que, para lograr un crecimiento duradero, nuestra visión debía ser global, pero adaptada a las realidades locales de cada mercado. La estandarización de buenas prácticas es clave en nuestra internacionalización, como la innovación en procesos productivos, la eficiencia en el uso de recursos y el compromiso con la calidad, operando bajo los más altos estándares.
Por otro lado, la adaptación al entorno local es un pilar fundamental en nuestra estrategia de internacionalización. En Chile, República Dominicana, Brasil, Haití, Guatemala y en todos los países donde operamos, nos enfocamos en entender a profundidad el mercado local. Cada territorio tiene su propia cultura, necesidades y desafíos, y nuestra prioridad es respetar esas particularidades para ofrecer soluciones relevantes y sostenibles. Desarrollamos programas que impulsan el crecimiento de pequeños empresarios, fortalecemos nuestra cercanía con las comunidades, cumplimos un rol clave en la sostenibilidad social al garantizar el acceso a bebidas de calidad, y dinamizamos la economía regional a través de la generación de empleos directos e indirectos, con una cadena de valor inclusiva basada en proveedores locales.
El proceso de internacionalización de ISM no solo implica expandir mercados; es también una oportunidad para integrar la sostenibilidad de manera transversal en todas nuestras operaciones. Nos aseguramos de que, en cada país en el que estamos presentes, se genere un impacto positivo y duradero en términos de empleo, desarrollo económico y responsabilidad social. Desde la capacitación de empleados y proveedores locales, hasta la implementación de proyectos sociales que impulsan la competitividad y la innovación en las comunidades, cada paso de nuestra internacionalización tiene un propósito claro: “Dar todo nuestro espíritu emprendedor, para alimentar un futuro próspero”, para todos.
Este 2025, ISM celebra 20 años en República Dominicana. ¿Qué representa este hito y qué impacto han generado en las comunidades donde operan, en ese país?
Los 20 años en República Dominicana son un hito importante para ISM, no solo como una marca que ha logrado consolidarse y ser líder en bebidas no alcohólicas en este país, sino como un testimonio de lo que significa crecer compartiendo el desarrollo con las comunidades. Desde que comenzamos operaciones en el 2005, siempre tuvimos claro que nuestra presencia en el país no solo sería para ofrecer productos, sino para contribuir al crecimiento económico, social y cultural de las regiones donde estamos presentes.
“Celebramos el apoyo al emprendimiento local y apoyamos la creación de nuevas fuentes de empleo y nuevas empresas que contribuyan al crecimiento regional”.
Este aniversario es una celebración de crecimiento compartido. Cuando miramos hacia atrás, vemos que hemos logrado generar más de 3400 empleos directos y más de 17 000 empleos indirectos, a través de nuestra cadena de distribución y proveedores locales. Esto solo en República Dominicana, porque si vemos el número total, a nivel corporativo, tenemos más de 8200 colaboradores directos.
Desde el inicio de nuestra operación, hemos apostado por el desarrollo de talento local. Esto lo hemos logrado a través de programas como la “Escuela de Líderes ISM”, donde capacitamos a jóvenes dominicanos para que puedan acceder a oportunidades laborales de calidad. Por otro lado, hemos implementado diversas iniciativas medioambientales, como el uso responsable del agua y la optimización de la energía en nuestras plantas, lo que contribuye directamente a la sostenibilidad de la región.
A través de nuestra planta en Santiago Rodríguez, hemos apostado por la innovación en procesos productivos, lo que no solo mejora la eficiencia operativa, sino que también genera un menor impacto ambiental, como el tratamiento de aguas residuales que, luego de ser tratadas, son usadas al 100 %. Una parte se emplea en nuestros procesos operativos, como el funcionamiento de algunos equipos, y otra parte es compartida con la comunidad, para ser usada en actividades agrícolas, especialmente en el riego de pastizales para el ganado, principal actividad económica de la zona.
Además, nos hemos integrado a la vida social y cultural del país, a través de programas de apoyo a la educación y acciones directas en la mejora de la calidad de vida de nuestros vecinos; de esta manera, en coordinación con organismos estatales, hemos contribuido a mejorar el servicio eléctrico y a habilitar el acceso al agua potable en diversas localidades cercanas a la zona del Caimito, en Santiago Rodríguez. Asimismo, hemos invertido en obras sociales significativas, como la construcción de una nueva escuela más moderna y con salones adecuados, que alberga a más de 250 estudiantes, sumado a un parque infantil y otras iniciativas culturales, deportivas y de reforestación en toda la región.
Celebramos el apoyo al emprendimiento local y apoyamos la creación de nuevas fuentes de empleo y nuevas empresas que contribuyan al crecimiento regional.
SOSTENIBILIDAD ECONÓMICA
La sostenibilidad económica suele ser la dimensión menos comprendida, pero en ISM es clave para su modelo de negocio. ¿Cómo aseguran la viabilidad financiera al ingresar a nuevos mercados, y cómo se vincula esta estrategia con el desarrollo económico de las comunidades locales?
En ISM entendemos que una empresa no se sostiene sola, se sostiene con la gente. Desde el primer día, cuando decidimos emprender en Ayacucho en medio de la violencia y la escasez, tuvimos claro que el éxito económico tiene que construirse junto con el territorio. Por eso, cuando ingresamos a un nuevo mercado, hacemos un análisis profundo para identificar zonas con alto potencial de crecimiento, pero que muchas veces han sido desatendidas por la inversión privada.
Nuestra estrategia empieza con escuchar. Escuchamos al consumidor, a los proveedores locales, a los pequeños negocios. Detectamos necesidades no atendidas, y desde ahí diseñamos una operación que responda a esas realidades.
Asimismo, la reinversión es clave en la estrategia de crecimiento de ISM. Apostamos por fortalecer las economías locales mediante la creación de centros de producción, distribución y empleo que no solo dinamizan el entorno inmediato, sino que también elevan la competitividad regional. Esta visión nos permite crecer como empresa, pero también contribuir activamente a la construcción de un ecosistema más resiliente, inclusivo y con mayores oportunidades para todos los actores de la cadena de valor.
Incorporamos talento de la zona, contratamos proveedores regionales, y apostamos por el empleo formal. Eso genera dinamismo en la economía regional: aparece más comercio, más oportunidades, más movimiento. En República Dominicana, por ejemplo, nuestro impacto fue tan visible que cuando se intentó limitar nuestra operación por un cambio normativo, fue la misma comunidad la que salió a defendernos. Porque entendieron que ISM no era una empresa de paso, sino un aliado real para el desarrollo.
ISM ha demostrado que es posible crecer rentablemente en territorios históricamente relegados por el capital privado. ¿Qué aprendizajes pueden compartir sobre cómo convertir la inversión social y comunitaria en una ventaja competitiva sostenible?
Cuando uno nace en Ayacucho en los años 80, entiende desde temprano que los lugares olvidados no son inviables, simplemente han sido mal entendidos y atendidos. En ISM no vemos a las comunidades como una carga ni como un “riesgo reputacional”, las vemos como nuestra mayor ventaja competitiva. Porque cuando trabajas con la gente, la gente te responde. Por eso, escuchamos, participamos, contratamos localmente y hablamos con transparencia. Lo que nos da algo que ninguna publicidad puede comprar: legitimidad. Y eso, en mercados complejos, vale oro.
Haití es un caso emblemático. Un mercado extremadamente difícil, marcado por la fragilidad socio político y económica, con altos índices de inseguridad ciudadana. Pero ahí también decidimos estar. Instalamos una planta, generamos empleo, y algo que puede sonar simple pero no lo es: llevamos hidratación. Porque en Haití, tomar una bebida segura y accesible es un acto de salud pública; en ese sentido, nuestra presencia allí cumple un rol social que nos da relevancia y propósito. Ello nos ha fortalecido, también en términos de seguridad, pues las medidas de seguridad implementadas por la empresa son fortalecidas por el cuidando de nuestros vecinos, especialmente en los exteriores de nuestra planta, asegurando así nuestra viabilidad empresarial en esa zona.
Otro ejemplo contundente es República Dominicana. Llegamos hace 20 años, cuando pocos apostaban por instalarse fuera del eje capitalino. Pero lo hicimos con respeto, con inversión real, y con compromiso de largo plazo. Hoy no solo lideramos el mercado: somos parte del tejido social de la zona donde operamos. La comunidad nos cuida porque sabe que nosotros también cuidamos de ella. Esa reciprocidad es el verdadero blindaje operativo.
¿Qué mensaje final les daría a otras empresas que están en camino de incorporar la sostenibilidad como eje de su negocio?
Les diría, sin rodeos: no hay futuro empresarial sin sostenibilidad. Y lo digo porque en ISM lo hemos vivido. Nacimos en una zona golpeada por la violencia y el olvido, y apostamos por crecer junto a nuestra gente, no a costa de ella. Eso nos enseñó que cuando se invierte con propósito, el retorno es económico, pero también es social, es humano y duradero.
Incorporar la sostenibilidad no es un gasto, es una inversión. Te da licencia social, reputación sólida, equipos comprometidos y consumidores que creen en tu marca. Si lo haces bien, construyes algo que trasciende. Mi consejo es: escuchen al entorno, inviertan en las personas y hagan empresa con propósito. No hay mejor inversión que la que trasciende, dejando huella.