En el pasado año 2009 se registraron 31 conflictos armados en el mundo. Asia y África fueron los continentes en los que más hubo, con 14 y 10 respectivamente.
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En el pasado año 2009 se registraron 31 conflictos armados en el mundo. Asia y África fueron los continentes en los que más hubo, con 14 y 10 respectivamente. Pero no vamos a tratar este tema ahora, sino la incidencia que tienen las empresas en la reconstrucción de un país después de un conflicto armado sabiendo que el objetivo común no consiste en regresar simplemente a las condiciones que había antes de la crisis sino, al contrario, crear las condiciones indispensables para garantizar la paz duradera y el desarrollo sostenible.
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Los expertos en esta cuestión afirman que la reconstrucción debería, no sólo generar nuevas capacidades nacionales, sino que también debería afrontar y transformar las causas que provocaron el surgimiento de la violencia (incluidos los factores estructurales, socio-culturales, económicos o medio ambientales, entre otros).
En este contexto, es también necesaria para la consolidación de la paz la existencia de un sector privado activo y de las condiciones para que se genere un tejido empresarial sólido, intercambios comerciales seguros y crecimiento económico estable para contribuir así a la esperada generación de empleo. Los expertos también afirman que todo ello debo hacerse desde una perspectiva sensible a las causas y consecuencias del conflicto armado siguiendo lo que en el contexto anglosajón se ha denominado como “Do no harm”. Todo ello será, sin embargo, inviable si la empresa no obtiene las garantías suficientes para gestionar el riesgo habitualmente ligado a este tipo de situaciones de elevada complejidad e inseguridad. En este particular contexto, el comportamiento empresarial, al igual que el de los demás actores implicados, debería regirse por criterios que no reabran las causas o las heridas que originaron el conflicto. Por su lado, la administración debería dejar de percibir a la empresa privada como mero proveedor y contratista, para empezar a considerarla como un actor económico, pero también social, en la reconstrucción con un rol que puede ir más allá, si se incorporan criterios e indicadores de construcción de paz. Algunos ejemplos recientes muestran a empresas que han contratado a trabajadores de comunidades anteriormente enfrentadas – fomentando así su reconciliación -, han potenciado la subcontratación local o la contratación de excombatientes, han ofrecido formación y han desarrollado capacidades locales que les han permitido contribuir a la reconstrucción y a la reconciliación, además de afianzarse en el mercado. Fuente: |