Por Stakeholders

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Josep.M.Lozano Una de las -digamos- batallas ideológicas que hay que ir librando en el campo de la RSE es la de recordar contínuamente que la E de la RSE no …

  
Josep.M.Lozano Una de las -digamos- batallas ideológicas que hay que ir librando en el campo de la RSE es la de recordar contínuamente que la E de la RSE no comporta que la responsabilidad social sólo se debe esperar de la empresa. Todas las organizaciones, en su ámbito específico de actuación y en función de su razón de ser, tienen sus propias responsabilidades, que ellas no pueden descuidar ni el resto de ciudadanos tiene que dejar de exigir. Sólo el prejuicio interesado o la ideología más torpe pueden hablar y actuar desde el supuesto de que determinadas organizaciones llevan incorporada la responsabilidad como si fuera un componente de fabricación -la traen de serie-, y otras son intrínsecamente deficitarias de responsabilidad.
Por eso son tan importantes iniciativas como las que venden reflejadas en el libro Promovent la Responsabilitat Social dels Ajuntaments. Porque parte de una pregunta que no por ser obvia deja de sorprender en nuestro contexto, puesto que es tan evidente como poco habitual: ¿los ayuntamientos, pueden preguntarse cómo ser socialmente responsables? ¡Por supuesto!; Sólo hay que tener claro que, cuando se habla de RSE, la sustancia, el núcleo, el eje no son otros que la responsabilidad. Y de la pregunta por la responsabilidad no se escapa nadie.

El libro reivindica una expresión tan sugestiva como equívoca: la de territorio socialmente responsable. Es equívoca, porque los territorios no pueden ser responsables: hace falta un sujeto para la responsabilidad. Pero la analogía es sugestiva porque pone el acento en dos consideraciones primordiales. En primer lugar, enfatiza que la responsabilidad, para ser realmente social, tiene que ser un valor compartido: quizás sí que un territorio no puede ser sujeto de responsabilidad, pero puede ser -debe ser- un espacio de responsabilidad y para la responsabilidad. En segundo lugar, pone de relieve que hoy la responsabilidad no puede ser viable si no se lee también en clave de co-responsabilidad, en clave de responsabilidad compartida; en otras palabras, que hace falta que los diversos actores la asuman y la hagan suya, y no simplemente que todos y cada uno la exijan a los demás.

Por eso tiene mucho de sentido que se plantee la pregunta por la responsabilidad social de los ayuntamientos. Porque no la traen de serie, como no la traen las ONG, por elevados y excelsos que sean los valores que defienden y los objetivos que se proponen. Porque, en el límite, hablar -solo hablar- de responsabilidad es una contradicción: la responsabilidad no es un asunto de lenguaje sino de práctica, parte de la práctica y remite a ella. Es por eso que tiene sentido que los ayuntamientos se pregunten por su responsabilidad social, porque significa que se preguntan por sus prácticas y por sus relaciones concretas, que se preguntan si su manera de hacer es coherente con lo que se supone que son.

Hay otra razón que todavía añade más sentido a la pregunta. Si la RSE no es una cuestión de gasto, sino de gestión, preguntarse por la responsabilidad social de los ayuntamientos es preguntarse por su modelo de gestión. El índice del libro es casi una agenda de la gestión de la responsabilidad en los ayuntamientos: buen gobierno; eficacia y eficiencia en las políticas públicas; participación y transparencia; diálogo con los grupos de interés; compra local; pagos a proveedores; impacto ambiental; igualdad de oportunidades; flexibilidad; conciliación; salud y seguridad; acceso a la función pública; cláusulas sociales… Ahora que ha pasado al primer plano de la actualidad el impacto de la crisis económica en los presupuestos municipales, quizás sería una oportunidad para no afrontarla no tan sólo en clave de gestión presupuestaria, sino en clave de gestión responsable.

Una última consideración. Cuándo se habla de política y RSE a menudo se piensa en lo que pueden hacer los gobiernos de los estados y de las comunidades autónomas. Aquí también podríamos hacer una analogía con lo que ocurre con la RSE, en este caso con la ya habitual pregunta por la RSE y las pyme. Pues bien: este libro sobre la responsabilidad social de los ayuntamientos, se refiere a los municipios de la comarca del Penedès y, por lo tanto, todos los ejemplos y prácticas que se exponen hacen referencia a estos municipios. Pequeños y medianos municipios, que no por el hecho de serlo tienen que dejar de preguntarse, por sus propias responsabilidades, claro está.

Quizás hace falta empezar a pensar y a asumir que la diseminación de la RSE entre las empresas requiere una condición de credibilidad: que las organizaciones que la reclaman, como por ejemplo las adminsitraciones públicas, se la apropien y la integren en sus propios modelos de gestión.

Www.josepmlozano.cat.







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