Por Stakeholders

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Por: Helena Ancos

Coordinadora del Programa de Trabajo de Responsabilidad Social Empresarial


Cuando se aborda la relación entre Responsabilidad Social Empresarial y negocios inclusivos, al margen de definiciones académicas sobre lo que sea la Base de la Pirámide de la población o la concepción sobre RSE, resulta ilustrativo acudir a uno de los argumentos teóricos imperantes en la teoría de la RSE, esto es, a la reconsideración de la naturaleza y funciones de la empresa en la sociedad actual donde junto a la misión de los propios intereses estratégicos de la empresa se apela a la creación de valor conjunto para todos los actores económicos y sociales.

Dentro de esta concepción, el paradigma de los negocios inclusivos pone en evidencia de manera más llamativa todas las potencialidades de la responsabilidad aplicada al ejercicio de la función empresarial. Y es que independientemente de las argumentaciones éticas sobre la misión de la empresa en la sociedad actual, la lógica al mismo tiempo funcional y distributiva que implican los negocios inclusivos, plantea sugerentes retos de estrategia empresarial, de innovación y de consecución de logros sociales y de desarrollo.

Y es que por una parte, el perímetro de las responsabilidades tradicionales de la empresa y de sus escenarios de actuación se ha dilatado en el caso de los negocios en la base de la pirámide, a través de la ruptura de los esquemas que presuponían por un lado, que los pobres no podían constituir un segmento de demanda digno de cobertura continuada y materializada en una línea de negocio y por otro, el cuestionamiento de los modelos que renegaban del pobre como emprendedor. Iniciativas de éxito como el despliegue de la telefonía móvil en Africa o las microfinanzas respectivamente, son claras muestras de ello.

En esta apertura de miras sobre la misión y la visión empresarial, los emprendimientos en la base de la pirámide ofrecen características distintivas respecto a los negocios tradicionales y estrategias de entrada que se corresponden con distintos estadios en la concepción de la Responsabilidad Social del empresario. Así, existen modelos de negocio aislados donde la empresa enfoca sus elecciones en la reducción de los costes y en la eficiencia para combatir la limitada disposición a pagar del segmento de bajos ingresos. En este caso, las comunidades de bajos ingresos obtienen beneficios asociados al consumo al poder adquirir los bienes de forma más asequible. Sin embargo, en estos modelos de negocio la creación de empleo se limita a la capacidad inversora de la empresa ya que, al actuar de forma aislada, aprovecha los recursos existentes en el ecosistema sin modificar su funcionamiento.

En cambio, en los modelos de negocio interactivos, que se corresponderían con un estado más perfeccionado de RSE, el enfoque prioritario es aumentar la disposición a pagar del segmento de bajos ingresos. Para ello, se requieren procesos iterativos de aprendizaje y de experimentación que combinen los recursos de la empresa con los del ecosistema y den como resultado innovaciones en el modelo de negocio. Aquí, los beneficios para las comunidades locales van más allá del consumo, satisfaciendo a medio plazo necesidades sociales más amplias de este sector de la población participante en el negocio.

En ambas opciones la creación de valor por parte de las empresas en estos mercados tiene unas dimensiones de desarrollo considerables (en el acceso a servicios públicos, el impacto en la creación de empleo directos e indirectos, acceso a productos básicos o tecnología).

Ahora bien, el hecho de que se trate de un entorno quizás más dinámico e incierto que el de los otros estadios de la Pirámide, advierte de la existencia de mayores riesgos: los derivados del desarrollo de mayor competencia en cada producto o servicio en mercados con márgenes muy estrechos de precios, con limitaciones de productividad (derivadas de dificultades en el acceso a recursos financieros, infraestructuras adecuadas, y materias primas) y de transacción (relacionadas con la capacidad de los productores, de fluctuaciones de la demanda, asimetrías de información del mercado).

Estas amenazas en la sostenibilidad de los negocios inclusivos abren el debate a un adecuado marco institucional que promueva este tipo de iniciativas: ¿Cuáles serían los criterios de reparto de las responsabilidades público-privadas no sólo en un contexto local sino también en el ámbito de la cooperación al desarrollo? ¿Cómo han de medirse los impactos sociales en estos negocios? ¿Cuáles han de ser los estímulos regulatorios para estos negocios?

Se trata en cualquier caso de preguntas abiertas y retos apasionantes en un área en gran medida inexplorada donde la Responsabilidad Social Empresarial y el concierto de los actores públicos y privados tienen mucho que decir.







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