Por Stakeholders

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En el año 2002, algunos mensajes emitidos por ciertas autoridades políticas nacionales desataron un vendaval de críticas e indignación de un sector de la población…

  
En el año 2002, algunos mensajes emitidos por ciertas autoridades políticas nacionales desataron un vendaval de críticas e indignación de un sector de la población, tanto la integrada por los nacidos en la Ciudad Blanca, como por los migrantes que decidieron asentarse en Arequipa.
 
Hubo quienes pudimos haber compartido la indignación y hasta exigido unas disculpas, pero de ninguna manera estuvimos de acuerdo con los hechos de violencia que destrozaron parte de nuestro patrimonio histórico y tuvieron como resultado negativo víctimas inocentes, sea por los daños infringidos a la integridad física de quienes protestaban, así como de quienes cumplían con su deber de preservar el orden público y de aquellos que vieron menoscabado su patrimonio por el vandalismo ocurrido.
 
Sin lugar a dudas, el tiempo otorga la distancia suficiente para reflexionar y evaluar cuáles fueron las consecuencias de la escalada de acontecimientos y quiénes finalmente perdieron.  Arequipa tuvo la oportunidad de recibir una inversión que se estimaba en US$167 millones de dólares, la modernización  de sus instalaciones de generación y distribución eléctrica, la creación de nuevos puestos de trabajo y la cadena de valor que, afortunadamente, ocasiona una inversión de magnitud.

Sin embargo, todos conocemos los hechos que hicieron imposible el arribo de esta inversión;  y no sólo perdimos US$167 millones, perdimos además las inversiones que capitales arequipeños pensaban hacer en el terruño y prefirieron migrar hacia otras regiones que daban mejor acogida al capital.

Por entonces, la modernización de las instalaciones de generación eléctrica hubiese significado para Arequipa contar con energía suficiente para proveer a los nuevos emprendimientos, lo que hubiera representado también nuevos puestos de trabajo y menos desempleo para nuestros hijos, porque quienes perdieron realmente fueron ellos.  Nuestra región tiene una población estimada de 1.24 millones al 2010, con un desempleo superior al 4.5%, según el Ministerio de Trabajo y Promoción del Empleo (2008); necesitamos crear mayores  oportunidades para generar más puestos de trabajo. Nos hemos preguntado ¿cómo lo vamos a lograr si no propiciamos las condiciones adecuadas para que las inversiones comprometidas se concreten?

Más del 90% de los arequipeños vivimos en el área urbana y es, precisamente, allí donde hay mayor desempleo; por consiguiente, es indispensable promover la generación de empleo con ciertos niveles de especialización.  Las ocho provincias arequipeñas registramos sumadas casi 20% de pobres y 4.3% de nuestros paisanos viven en condición de extrema pobreza.  El 17% del total de residentes no contamos con servicio de agua al interior de nuestras viviendas y… ¿qué estamos haciendo al respecto?

Somos una región con un bello paisaje y una tradición histórica envidiable, somos una región con riquezas naturales que duermen en el desierto, somos una región con proyectos que datan de muchos años atrás, con sueños, ¡Sí!, con sueños. Con sueños que pueden ser maravillosos si se concretan…pero si no, no.  ¿Volveremos a sentarnos en un altillo para ver el horizonte y contarles a nuestros nietos aquello que pudimos hacer de Arequipa y que no nos decidimos a emprender?  Qué esperamos para ofrecer una respuesta empezar a cambiar.

Un futuro exitoso se construye en el presente, ¿qué has hecho hoy para persuadir a más personas en favor del desarrollo y la inversión?







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